En diciembre de 2001 abandonaron los cuarteles militares españoles los últimos reclutas, tras cumplir los últimos nueve meses de existencia del servicio militar obligatorio. A diferencia de otros estados europeos, en los que la desaparición del reclutamiento forzoso había sido una decisión motivada casi exclusivamente por una evolución de las funciones de los ejércitos hacia el intervencionismo global, en España, el sistema de reclutamiento forzoso había colapsado estrepitosamente, a pesar de los esfuerzos gubernamentales durante años. En el caso español, el final del servicio militar fue una conquista social.