Objeción de conciencia contra todos los militarismos en América Latina

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Durante la década de los noventa y principios de este nuevo siglo fue cuando la objeción de conciencia surgió como movimiento en América Latina. Muchos países venian saliendo de dictaduras militares, donde lo militar era asociado con la violación de los derechos humanos,  a ser monigotes del imperialismo yanki y a las políticas económicas neoliberales. Entendiendo que el problema del militarismo no se acababa con el final de las dictaduras militares, grupos antimilitaristas en conjunto con organizaciones de Derechos Humanos empezaron a impulsar el derecho a la objeción de conciencia al servicio militar obligatorio.

Unos de los referentes para el movimiento de objeción de conciencia en América Latina fue Paraguay, donde casi de manera azarosa en el año 1992 lograron insertar un artículo en su constitución que garantizaba el derecho a la objeción de conciencia. En el año 1993, cinco personas se declararon objetores de conciencia en Paraguay, iniciando así una ola de declaraciones y haciendo que el movimiento de objeción de conciencia del Paraguay tomara gran fuerza. Fue en Paraguay donde en 1994 se organizó el primer encuentro latinoamericano de objeción de conciencia, conformándose asi la Red de Objeción de Conciencia de Latinoamérica y el Caribe (ROLC). Este año (2009) el tema de la objeción de conciencia volvió al tapete en Paraguay con la instauración de una nueva ley que regula la objeción de conciencia e instala un servicio civil sustitutivo, lo cual antes no existía.

La mayoría de los movimientos de objeción de conciencia, asumieron el modelo paraguayo el cual enfatizaba en ejercer el derecho y exigir la creación de una ley de objeción de conciencia. Organizaciones de Derechos Humanos en particular el Servicio Paz y Justicia (SERPAJ) trabajaron promoviendo la formación de grupos de objeción de conciencia. Estos grupos al ser apoyados por grupos de Derechos Humanos, se prepararon para ejercer sus derechos de objeción de conciencia, que en algunos casos podrìa traer como resultado la cárcel o la imposibilidad de realizar estudios o encontrar trabajo. Un referente fue el caso de Luis Gabriel de Colombia, quien fue a la cárcel en 1994 por su objeción de conciencia y con quien se organizó una campaña internacional de apoyo.

Con el correr del tiempo los grupos de objeción de conciencia fueron tomando mayor autonomía con respecto a las organizaciones de derechos humanos, esto en varios casos significó un mayor enfasis en el antimilitarismo que el trabajo en pos de una ley de objeción de conciencia. Al ser el antimilitarismo el punto de unión, esto significó que ya no sólo se trabajaba la objeción de conciencia si no un rechazo a todas las manifestaciones militaristas. Poniendo el enfasis en la objeción de conciencia y en la declaración de objeciones, existía una gran preponderancia masculina, ya que son los hombres los obligados a cumplir el servicio militar, por lo que también eran hombres quienes tenìan que tener la “valentia” de declararse objetores de conciencia. Durante este tiempo muchas mujeres declararon su objeción de conciencia, como una clara muestra de la necesidad de des-maculinizar el movimiento de objeción de conciencia.

Fue asi como las ROLC pasó a llamarse Coordinadora Latinoamericana Antimilitarista y de Objeción de Conciencia (CLAOC). La CLAOC tuvo una vida corta, ya que al distanciarse de las organizaciones de Derechos Humanos significó que habían menos recursos para poder tener reuniones y actividades en común, y finalmente siguieron siendo los grupos asociados al SERPAJ quienes podian reunirse, lo cual significó que en el 2004 y con motivo de la celebración del Día Internacional de la Ojeción de Conciencia en Chile, promovido por la Internacional de Resistentes a la Guerra, se decidió por declarar a la CLAOC inactiva.

En los últimos años el tema de la objeción de conciencia ha estado centrado bastante en Colombia, donde el reclutamiento ilegal por medio de batidas es algo cotidiano. Los grupos de objeción de conciencia trabajan especialmente apoyando a jóvenes ya reclutados como también concientizando a jóvenes sobre el derecho a la objeción de conciencia y la ilegalidad de las batidas. También ha habido un esfuerzo por el reconocimiento legal de la objeción de conciencia el cual dio un importante pase después que la Corte Constitucional el 14 de octubre de 2009 señalara la existencia de un derecho a la objeción de conciencia al servicio militar en virtud de la Constitución de Colombia. En estos momentos se trabaja en cuál es la mejor estrategia para hacer del derecho a la objeción de conciencia una realidad al mismo tiempo que continuar con el apoyo a jóvenes que son reclutados de forma ilegal.

Los grupos de objeción de conciencia siguen movilizandose contra el reclutamiento militar, con el desafio de denunciar la militarización, lo que no ha sido tarea fácil en este último tiempo con el surgimiento de gobiernos progresistas que cuentan con gran arraigo social pero sin ningun cuestionamiento a lo militar, es más lo militar es parte intrínseca del discurso de defensa de la soberanía y de sus procesos “revolucionarios” con la construcción de la idea de un “ejército del pueblo”. En Latinoamérica las policías son una extensión de las fuerzas armadas las cuales, siguiendo políticas de “seguridad cuidadana” que no son más que justificaciones para el control social, especialmente contra movimientos sociales. Por lo que hoy en día son muchos los desafios de los grupos antimilitaristas, ya que aunque el servicio militar sigue siendo un problema real en la mayoría de los paises, el militarismo toma nuevas y más fuertes formas, y si nosotrxs no tratamos de detenerle, nadie lo hará.

Javier Gárate

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