Movimiento de rechazo al SMO y resistencia al militarismo en Chile (1990-2007)

es

(Luis Vildósola B.)

Ekosol, Viña del Mar

agosto, 2007

I.- Introducción

La vida es muy peligrosa,

No por las personas que hacen el mal,

Sino por las que se sientan a ver lo que pasa


-- Albert Einstein.



Se asume aquí como tema "el movimiento de rechazo al Servicio Militar Obligatorio (en adelante SMO) y de resistencia al militarismo en Chile", desarrollado entre 1990 y 2007; periodo político que en nuestro país ha sido señalado como una etapa de "vuelta" y de "transición" a la democracia, después de 17 años de dictadura militar.

Este movimiento se presenta como una dinámica social poli-clasista, amplia y heterogénea, formada mayoritariamente (aunque no exclusivamente) por jóvenes, hombres y mujeres, articulada y movilizada principalmente en forma de grupos y redes (nacionales e internacionales) orientadas por el desafío común de la supresión de la obligatoriedad de la norma del servicio militar, la búsqueda de reconocimiento al derecho a la objeción de conciencia, la difusión de sus valores y expectativas de sociedad en tanto grupo etáreo definido (jóvenes que resisten el SMO), y que persiguen cuestionar y poner fin a un cuerpo legal que por más de cien años ha forzado a miles de jóvenes a integrarse en las filas de un dispositivo disciplinario aplicado por las FFAA, que ya no les hace sentido.[1]

En tanto parte de una dinámica social compleja este movimiento, durante el periodo revisado, derivó también en algunas de sus expresiones hacia posiciones antimilitaristas que ampliaron el alcance de sus objetivos y revitalizaron la profundidad de sus planteamientos.[2]

A partir de lo anterior, el análisis de este trabajo estimará como partes integrantes del movimiento, en primer lugar, aquellos referentes colectivos que de diversas maneras se han hecho presente en el debate público de la temática. Entre ellos, se destacan la "Red de Objetores de Conciencia" (ROC); y el "Movimiento Antimilitarista de Objetores de Conciencia (MAOC). En segundo lugar, por consideraciones de tipo histórico cultural asociadas directamente al fenómeno, y acogiendo perspectivas que asumen también como parte constituyente de los movimientos sociales sus fases de "invisibilidad"[3], se tiene en consideración el comportamiento y la actitud de aquel importante segmento de jóvenes que, año tras año, de manera particular optaron por no realizar el SM. (se lo 'sacaron'; no se presentaron a los cuartes cuando fueron convocados, o desertaron de las filas).

Como hecho relevante del periodo, cabe hacer notar que este movimiento, en su conjunto, por vía de la denuncia, la objeción de conciencia, la formación de redes antimilitaristas, la protesta social, la expresión artística (sobre todo la música), el uso de recursos legales, la negativa a inscribirse, la participación en el debate público, o el rechazo privado/individual - logró como conquista - arrebatar una cuota importante de legitimidad política a la institución del SMO, al punto de obligar a la elite (política- militar) chilena a ensayar alternativas de flexibilización de la norma de reclutamiento durante la década de los noventa y poner en tela de juicio la existencia misma del servicio militar en lo que va de la primera década del siglo XXI.[4]

De modo que, aunque alejados de los referentes más tradicionales de movimientos sociales, (organizados jerárquicamente y estructurados sectorialmente), quienes rechazan el SMO, y resisten al militarismo, lograron perfilarse como un movimiento social amplio que ganó espacios, consiguió objetivos y proyectó su lucha social. Su carácter movimientista devino en un (auto) reconocimiento como movimiento socio-político[5], un accionar de grupo heterogéneo pero con demandas comunes, un origen en la sociedad civil, una lucha sostenida en el tiempo y capacidad de coordinar acciones tras el objetivo de impugnar y rebatir el SMO. Si seguimos el planteamiento de Sidney Tarrow[6], agregaríamos que este movimiento ha desarrollado una acción colectiva disruptiva contra las autoridades políticas (civiles y militares) y otros grupos culturales, que a su parecer sostienen el militarismo. En este último sentido, la demanda alcanza a involucrar a una base no organizada de resistencia al SMO, que se conecta con el discurso y el accionar del movimiento a partir de los códigos culturales que promueve y que actúan como una reafirmación colectiva de nuevos valores en la sociedad.[7]

Las perspectivas del movimiento se amplían cuando la demanda de objeción de conciencia se pliega al discurso antimilitarista. En esa dinámica han estado activos primero, el grupo de objetores "Ni Casco Ni Uniforme (NCNU), y luego, el "Movimiento Antimilitarista de Objetores de Conciencia" que se ha movilizado como referente social de representación nacional. Sus fundamentos y principios doctrinales le conectan con movimientos internacionales (como el pacifismo, el anarquismo), organismos de derechos humanos (como Amnistía Internacional, SERPAJ; CODEPU); y perspectivas político culturales que contribuyen a buscar la superación del nacionalismo como matriz política única-excluyente (como el latinoamericanismo, multiculturalismo).[8]

A partir de lo anterior, se puede decir que el movimiento antimilitarista chileno empieza a perfilarse como un potencial actor relevante en las décadas venideras, toda vez que sus planteamientos se desplazan hacia temáticas y propuestas que impactan no sólo en la sensibilidad del mundo juvenil, sino que también en el conjunto de la ciudadanía.

Su dinámica eso sí, deja abierta la interrogante respecto a si desarrollará capacidad suficiente para llegar a integrar en sus acciones colectivas y movilizaciones antimilitaristas a aquella mayoría juvenil cuyo giro histórico ha transitado hasta ahora, más como un gesto y actitud privada, y menos como acción colectiva organizada. Esta disyuntiva resulta crucial al momento de vislumbrar sus proyecciones, considerando que el oponente que tiene y tendrá en frente (gran parte de la clase política civil y militar, el gran capital, una parte significativa de la Iglesia Católica, entre otros) representa un poder formidable, que como 'sabemos', ante la amenaza del orden que resguarda sus intereses tienden a cerrar filas y a usar 'todos' los medios a su disposición.

En esta proyección no se puede pasar por alto el hecho de que en Chile los ejércitos han actuado históricamente en oposición a los cambios democratizadores y han sido siempre un grupo de presión socio-política, cuyo grado de intervención ha dependido de los intereses en juegos, y que, sabiéndose

"Amenazados, pueden llegar a silenciar el llamado cuarto poder (la prensa), manipular el tercer poder (la ley), desconocer el segundo poder (el parlamento), y a través de un golpe de Estado "en defensa de la Patria y la libertad", ejercer el poder ejecutivo. En cualquier tiempo mantienen diversos grados de influencia sobre todos los poderes mencionados"[9]

II.- El escenario de debate del SMO en tiempos de "retorno" a la democracia

De forma parecida a lo que aconteció en las primeras décadas del siglo XX con la ley de «Reclutas y Reemplazos» promulgada en septiembre de 1900, a fines del mismo siglo, la institución del Servicio Militar Obligatorio (en adelante SMO), evidencia una crisis que corre a la par de «la pérdida de legitimidad de los ejércitos».[10] En Chile esto se empieza a manifestar como una creciente resistencia de sectores juveniles a cumplir con una normativa que no les refleja claramente su propósito y que, en lo inmediato, no representa alguna utilidad precisa para su vida.

Pero a diferencia de aquel entonces, el horizonte histórico cultural del siglo XXI se abría con diagnóstico de debilitamiento de la categoría Estado-Nación. La misma que entre 1930 y 1973 pudo desplegarse como proyecto de desarrollo nacional en Chile y que permitió acoplar la imagen del Estado con el sentimiento patrio entre los chilenos. Las FF.AA. entonces, gozaron de identificación y cercanía con la masa ciudadana en general.

Dicho lazo se fracturó con el Golpe Militar de 1973. Y desde entonces se reabre y persiste un grueso historial de recelos entre militares golpistas (pro-oligarcas) y masa ciudadana atropellada. Esta situación, instalada en medio de los procesos de cambios político-económicos y culturales de alcance mundial de las últimas décadas, ha permitido que seamos testigos de situaciones impensadas hasta no hace mucho.

En el escenario internacional, luego del derrumbe del bloque soviético, se pensó que quedaba fuera de sustentación un esquema belicista entre dos grandes bloques mundiales deslegitimando la carrera armamentista sostenida hasta antes de la caída del muro de Berlín. Ello generó una situación compleja expresada como una crisis de las estrategias bélicas y de definición pública de los objetivos y funciones de los ejércitos.

En América Latina a este panorama mundial se agregaban elementos propios de su desarrollo histórico de las últimas décadas. El principal tenía que ver con el hecho evidente de que las FF.AA. actuaban como usurpadoras de la soberanía popular y garantes de intereses económicos, muchas veces, extranacionales. Aunque no menos importante resultaba el elevado costo económico- social del gasto militar y la creciente exposición pública de la brutalidad contenida en sus «métodos de disciplinamiento y represión». Así, el debate en tono al SMO y el incremento de la demanda para que fuera despojado de su obligatoriedad, llegaba envuelto en un complejo contexto general.

En Chile, con la llamada «vuelta a la democracia» y tras 17 años de dictadura, el SMO, se perfiló como una materia relevante dentro de la agenda político social. La necesidad de discutir su obligatoriedad aparecía dada por la mirada crítica al gobierno militar que ayudó a deslegitimar, en un considerable sector de chilenos, las funciones y roles de las FF.AA., por el descrédito al discurso del ejército heroico y el desfondamiento de su pretensión de posicionarse como símbolo de unidad nacional. Después del golpe, las FFAA, más bien dividían a la población del país. A nivel cotidiano el hecho significaba que en miles de hogares los militares dejaban de ser los míticos defensores del «alma» nacional.

Pero la necesidad de debatir el tema no aparece dada sólo por la experiencia dictatorial (1973-1990). A estas alturas se percibe con claridad que en el mundo entero se habían producido cambios profundos que afectaban la estructura y el funcionamiento del conjunto de las instituciones. Eran cambios culturales y tecnológicos que cuestionaban valores y estructuras de instituciones como la familia, el Estado, los partidos políticos y las FF.AA. Sin embargo, a pesar de los hechos producidos, los gobiernos democráticos post-dictadura, se mantuvieron en posiciones ambiguas frente al tema del SMO por más de una década. Así, mientras en foros internacionales se decían proclives a considerar la voluntariedad; en Chile, negaban su implementación:

Chile si bien adhirió al principio de las Naciones Unidas sobre objeción de conciencia en relación al Servicio Militar Obligatorio, no ha ratificado por ley dicho acuerdo, de manera que queda al arbitrio de las autoridades militares el aceptar estos argumentos.[11]

En concreto, prevalecieron planteamientos contrarios a eliminar la «obligatoriedad» del servicio militar, y se dio paso a magras y discutibles medidas tendientes a 'mejorar' el sistema: "El ministro de defensa Edmundo Pérez Yoma, en intervención ante la Cámara de Diputados, 13 de abril de 1995, propuso la mayor regionalización posible en la distribución de sus contingentes, asegurándose que los largos períodos sin comunicación con sus familias podrían ser mitigados con una sectorización de los flujos de los reclutas."[12]

De modo que las propuestas hechas por el ministro, más las «reformas de flexibilización» anunciadas en septiembre de 1996 concebidas como cambios jurídico-legales significativos en el SMO: doble citación, reducción/readecuación de períodos, más incentivos materiales y económicos (becas de estudio, subsidios habitacionales, capacitación laboral) establecidos para motivar la inscripción voluntaria del joven, siguieron siendo medidas que tendieron a sostener en el tiempo el SMO. Así también lo evaluó la Red de Objeción de Conciencia de Chile (ROC-Chile):

La puesta en funcionamiento de un sistema de doble citación, así como la reducción de períodos y el establecimiento de cursos especiales, «no son cambios de fondo»; sino limitados que pueden ser concebidas como regresivos, porque contribuirán a incrementar la influencia de las FFAA. aumentando sus roles y funciones, así como su disponibilidad de recursos financieros e intervención en el plano del discurso público, sin modificar su actual carácter.[13]

Se reafirmó el planteamiento de las autoridades estatales que dijeron « las condiciones no están dadas», para eliminar el enrolamiento obligatorio. Con ello se bajó el perfil al debate del tema y decepcionó a los chilenos que pensaron que el militarismo se vería replegado, por el nuevo escenario. Entre éstos, quienes consideraban el término del SMO y su reemplazo por unas FF.AA. profesionales como un imperativo ético y un reconocimiento al derecho de los jóvenes a disentir con este sistema (como los objetores de conciencia).

Hacia fines de los noventa, después de una década de «democracia», el militarismo se mostraba en muchos aspectos fortalecido. Eso se reflejaba en el gasto de defensa, la injerencia de las FFA en asuntos civiles, y la situación del SMO. Las decisiones sobre las posibilidades de cambios se mantuvieron reservadas al área de la alta política y los consensos allí establecidos.

La coronación del proceso lo dio en 1995, el informe de la Comisión de Defensa de la Cámara de Diputados, que, acogiendo el acuerdo político-militar entregó un comunicado en que resume el consenso «unánime» alcanzado por sus miembros. El informe parte «dando cuenta del debate nacional e internacional sobre la vigencia del SMO, del cual es expresión la 'objeción de conciencia', reconocida en otras naciones, y que la comisión estima como materia de estudio. Plantea que el Estado tiene ciertas funciones permanentes, entre ellas la defensa nacional, que no puede improvisarse o postergarse para tiempos de conflicto. El principal instrumento de la defensa nacional son las FF.AA., como 'elemento de disuasión y coerción' para enfrentar una amenaza o agresión militar».[14]

Y agrega el informe: «En tal contexto, se pronuncia por mantener el SMO y desechar un eventual servicio voluntario ocupacional, no obstante reconocer que este último presenta evidentes ventajas, pues se basa en la voluntariedad y retribución económica de los soldados. También considera como opción ideal la perspectiva de un ejército de profesionales, pero señala que dicha posibilidad es hoy excesivamente onerosa para un país como el nuestro».[15] Este cierre consensual, pero unilateral del debate en torno a la obligatoriedad del SMO, dejó abierto un cúmulo de preguntas surgidas desde los importantes acontecimientos que la cuestionan (dictadura y cambios culturales globales).

Pero el informe de los Diputados dejó también entrever que el fenómeno se había instalado en la dinámica 'invisible" de la historia de los jóvenes que ya no querían ser enrolados. Por tanto, el debate presentaba cauces propios por donde escurrir, que no desaparecerían por las resoluciones inconsultas de quienes encabezan las instituciones estatales.

La comisión estima que es necesario modernizar y perfeccionar el actual sistema y admite que se advierten signos inquietantes de desmotivación en los jóvenes en cuanto a reconocer filas, cuestión que está ligada a imágenes y percepciones negativas del servicio militar.[16]

Los jóvenes estaban desarrollando nichos propios de poder y capacidad para desafiar por la vía de los hechos la centenaria normativa de reclutamiento. Su comportamiento se fundaba en razones éticas, (las «imágenes negativas del servicio»). Se trataba de los jóvenes que en el debate público no aparecían con voz propia, pero que en sus espacios sociales básicos estaban jugando un rol decidor en las perspectivas de cambio de esta institución.

III. El movimiento de objetores de conciencia y antimilitaristas en Chile

"El Ejército está constituido por individuos que no desempeñan ninguna función de utilidad social; constituye una clase semejante al clero oficial, y vive como él a expensas del resto de la población; ambos no producen y consumen: son clases parásitas".[17]

Los antecedentes sobre rechazo a la conscripción obligatoria y resistencia al militarismo en Chile son de antigua data. Se registran datos del hecho en las primeras décadas del siglo XX.[18] Sin embargo, pasó un largo periodo (1930 al 1990), en que no tuvo la relevancia ni la significación social que volvió a adquirir en la década del noventa del mismo siglo. Dicha situación indicaría que el fenómeno se relaciona, en buena medida, con el grado cooptación estatal de la sociedad civil[19], y con los cambios en la dinámica de poder y los equilibrios entre el Estado y los actores sociales.

Un análisis de los datos actuales sobre el tema tienden a confirmar que la irrupción del pensamiento y acción antimilitarista surgida dentro del periodo 1990 / 2007, se desarrolla por una parte, como producto de la expresión de un sector importante de juventud chilena que piensa y siente que las FFAA representan una amenaza a su integridad (física, psicológica y valórica) y a sus expectativas de construcción democrática de sociedad, y por otra, por la gestación de un proceso social de ciudadanos/as que perciben que sus garantías personales, sus demandas urgentes y sus derechos sociales los tendrá que asumir y defender por cuenta propia pues, ya no tendrán de su lado, ni a los partidos políticos de antaño, ni a los gobiernos (aunque se digan 'democráticos') que rehúsan producir cambios de fondo al sistema político-económico heredado de la dictadura. Creen que deberán desarrollar poder propio para enfrentar a sus oponentes.

Pero, como toda acción colectiva se realiza en la dinámica concreta de lo político (en un tiempo y lugar dado), el movimiento de rechazo al SMO y resistencia al militarismo en Chile, que ha podido exhibir: capacidad para visibilizarse en torno a un desafío colectivo, levantar demandas y objetivos comunes, trabajar en redes solidarias y, sostener en el tiempo una posición de cuestionamiento a la autoridad del Estado, en el plano práctico, su caminar ha ido reflejando matices y diferencias internas (en formas y contenidos) en su posicionamiento frente al SMO, en las estrategias y maneras de abordar el tema y, sobre todo, en las perspectivas y alcances que le atribuyen a su lucha. Esto hace que sea necesario examinar sus particularidades. [20]

1.- el movimiento de objetores de conciencia de Chile.

La objeción de conciencia (OC) consiste en un rechazo a una ley u orden particular, motivada por la coherencia con los propios y fundamentales principios, es decir, en razón de la conciencia; en general, objetores de conciencia son todos aquellos que han corrido el riesgo de condenas políticas o religiosas antes de realizar u omitir una acción en contra de sus convicciones.[21]

Su principal referente en el país es la denominada Red de Objetores de Conciencia (ROC-Chile). Esta red constituye uno de los primeros y más claros exponentes del discurso y accionar contrario a la obligatoriedad del SMO, durante la década del noventa. Su origen de remonta al principio de esa década y en un comienzo aglutina a casi todo el espectro social y político que se interesa y moviliza en torno a esta demanda.

En el nacimiento de la ROC- Chile, convergen miembros de organizaciones de derechos humanos, ONGs y grupos de iglesias (católicos y protestantes). A ella se integraron también, (hijos de) retornados políticos, grupos 'libertarios' y desertores del SMO que eran estudiantes universitarios. Estos últimos conformaron el "Colectivo de Oposición al Servicio Militar Obligatorio" (el COSMO) y se relacionaron con grupos de juventudes antimilitaristas de Concepción. De todos estos grupos e instituciones surgió la Red de Objeción de Conciencia, que funciona hasta el día de hoy.[22]

De acuerdo a estos antecedentes, a la ROC -Chile, confluyeron dos vertientes de pensamiento. Una, marcada por la noción de la objeción de conciencia, entendida como un derecho humano consagrado en la Constitución chilena y en normativas jurídicas internacionales que resguardan el respeto a principios de orden privado en lo religioso, político y filosófico de toda persona humana. Es una corriente que cuenta con una trayectoria de lucha jurídica- legal, importante en Europa. La otra, es la antimilitarista que se siente cercana a la corriente "anarquista libertaria" y que tiene como su oponente al militarismo en tanto ideología y acción político-cultural que domina y somete a la población civil a prácticas verticalistas, violentas y discriminatorias.

La ROC Chile, ha tenido su base principal de funcionamiento en la sede del Servicio Paz y Justicia (SERPAJ) en Santiago. Su objetivo fundamental ha sido lograr el reconocimiento del derecho a la objeción de conciencia. Dicho de otra manera, el derecho a oponerse a cargar armas y a desobedecer órdenes para quitar la vida a otro ser humano.

Como red de objetores, la ROC, ha desarrollado su acción principalmente en el ámbito del debate jurídico y político. También ha desplegado campañas nacionales contra la carrera armamentista del Estado chileno. De igual modo instauró la fecha del 15 de marzo (fecha de muerte del conscripto Pedro Soto Tapia en San Felipe) como día reflexión y recuerdo a los jóvenes que han perdido su vida durante el Servicio Militar.

La Red de Objetores de Conciencia ha tenido un importante papel en todo lo que dice relación con la discusión de medidas que tiendan a modificar la norma del SMO en el país, y sus planteamientos han estado presentes en diversas propuestas de cambio a esta ley, durante los últimos 15 años. Entre otros, en los proyectos de ley presentados por los parlamentarios Carlos Montes, en 1992; y, Jaime Naranjo, en 1996. Ambos proyectos no prosperaron (fueron archivados). De igual modo, la ROC Chile jugó un papel de vocería durante el llamado "Foro Nacional sobre SMO", organizado por el Ministerio de Defensa, el año 2000, luego del cual el gobierno propuso una reforma que enfatiza en la voluntariedad de quienes realicen el SM.

Sin embargo, tal reforma volvió a dejar de lado la principal demanda de la ROC: la objeción de conciencia, y tampoco contempló la creación de mecanismos para vigilar el cumplimiento del resguardo de los derechos de los conscriptos. En el plano más de fondo, no abordó la discusión respecto al tipo de FFAA que necesita el país para su desarrollo.

Por hechos como los mencionados, la ROC, no ha podido realizar un balance satisfactorio a su cometido hasta ahora. Entre sus miembros se señala que "hace más de una década, la ROC-Chile, trabaja para que el Estado chileno reconozca en su Legislación el Derecho Humano a la OC., al SMO, pero, a pesar de lograr que la OC fuese discutida por el Parlamento, siendo aprobada en la Cámara de Diputados, ésta se vio frustrada en el Senado, el año 2005, por no contar con la mayoría necesaria." Pero no decaen en su lucha y mantienen la esperanza en que el nuevo contexto político con un gobierno "ciudadano" y un nuevo Parlamento, sin Senadores designados por las FFAA., se haga realidad la aprobación de la objeción de conciencia y un sistema de servicio alternativo"[23]

Una observación a su evolución como movimiento en los últimos años, indicaría que la ROC, por su casi exclusivo accionar en el plano del debate jurídico y la negociación en instancias políticas, estaría perdiendo buena parte de la dinámica de participación que tuvo en sus inicios. Dicha situación se vio reflejada en la firma de quienes respaldaron su propuesta en las jornadas del Foro Nacional sobre SMO, el 2000.[24]

2.- el movimiento antimilitarista en Chile.

Su principal exponente es el "movimiento antimilitarista de objetores de conciencia" (MAOC). Este movimiento adoptó tal denominación el año 2006, durante el desarrollo del VIII Encuentro Nacional de Objetores de Conciencia y Antimilitaristas realizado en la ciudad de Linares. El MAOC se considera a sí mismo, "como el principal y más "consistente"[25] referente de trabajo en red que desarrollan los antimilitaristas en Chile"

Reconocen su origen en el movimiento gestado en torno a la ROC Chile, en los primeros años de la década del noventa. Forman parte de la historia de quienes, desde un comienzo se posicionaron como antimilitaristas (no sólo objetores de conciencia). Son tributarios de ideas anarquistas. Rechazan el militarismo como ideología y a los ejércitos nacionales por representar concepciones y valores autoritarios, sexistas, xenófobos y misóginos. La mayoría (no todos) de sus componentes son partidarios de la no violencia activa como método de acción.

La composición del MAOC es mayoritariamente juvenil, poli-clasista, aunque sobre todo popular, integrada por jóvenes, hombres y mujeres, estudiantes y trabajadores. Cuenta con una importante vinculación con estudiantes de enseñanza media[26].

Entre sus estrategias considera la acción directa, la objeción activa e insumisa, el trabajo en redes (nacionales e internacionales) y la autonomía como principio organizativo, económico y político. Como metodologías de trabajo practican el asambleismo, los talleres de autoformación, la difusión callejera. En el plano de la organización promueven la horizontalidad, la solidaridad, la rotación de funciones y la reunión en espacios públicos. Entre sus temáticas, además del SMO, asumen las relaciones de género, la solidaridad internacional, el nacionalismo, y otros. Los antimilitaristas en nuestro país cuentan con una trayectoria donde es posible distinguir al menos dos identidades y (auto) denominaciones relevantes. La primera y más conocida es la de Ni Casco Ni Uniforme, la segunda el MAOC.

a.- el Movimiento Ni Casco Ni Uniforme (NC/UN).

Se distinguen porque sus ropas llevan un dibujo con casco invertido y una flor: "lo tenemos como un macetero porque así podría generar vida y no sólo destrucción y muerte" dicen sus miembros. Su vocero el "Pelao" Carvallo , en lo contemporáneo hacia mediados de 1980, pero que sólo es en 1996 cuando en una asamblea antimilitarista se constituyó Ni Casco Ni Uniforme, red que, según Carvallo, cuenta con unos 400 activistas entre quienes se cuentan estudiantes secundarios, trabajadores, universitarios, pacifistas, vegetarianos, veganos, [27]católicos y evangélicos[28].

Los NC/UN se reunieron en un principio en la sede del SERPAJ, organismo que promueve el movimiento de los cristianos por la liberación. Coinciden en la búsqueda de una cultura de la paz y del reconocimiento a la objeción de conciencia. En este espacio se encuentran también con organismos como El CODEPU , Amnistía Internacional, algunas Vicarías del Arzobispado de Santiago de con la Iglesia Luterana. "Enganchamos con todos ellos en la idea de defender la cultura de la paz, pero hay que decir que tenemos algunas diferencias en cómo entendemos esa cultura. Para nosotros la paz también involucra la abolición de un sistema de dominación y explotación que genera la cultura de la guerra".[29]

En cuanto a presencia y representación el NC/UN señala que tiene expresiones en ciudades como Talca, Concepción, Linares, Valparaíso, Valdivia, Temuco, La Serena y Santiago. Según Carballo, "se sabe que hay gente antimilitarista en Punta Arenas y Arica." De hecho uno de los problemas y desafíos que enfrentan como movimiento es la tendencia a quedarse remitidos sólo a Santiago y Valparaíso. Ello tendría directa relación con los costos de los contactos con regiones. Para sus miembros esta resultando "más fácil conectarse con Lima o La Paz , que con el sur o norte chileno".[30]

Uno de los aspectos destacados del movimiento es la importante vinculación que ha logrado y mantenido con instancias y movimientos de diversas partes del mundo. Sobre todo con Europa y América Latina. En el caso europeo, los NC/NU han visitado países como España, Inglaterra, Alemania. Mantienen contacto permanente con grupos de estos países vía internet. Y cada cierto tiempo también son visitados en Chile. Par el caso de América Latina, los antimilitaristas chilenos son actualmente " Los

voceros del Cono Sur de la Red Latinoamericana de Objeción de Conciencia", la cual incluye países como Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil. De todos estos países se considera que es en Paraguay donde más se ha desarrollado el movimiento. Además se estima que en Ecuador, Venezuela y Colombia también hay buenos movimientos.

De acuerdo al balance que realiza Pelao Carballo, de los últimos años en cuanto a logros de su movimiento; "Lo más importante ha sido el ejercicio de la acción directa exigir el derecho de objeción de conciencia a partir de los llamados que hicieron a no inscribirse y a no presentarse a los llamados del SMO". Como antimilitaristas destacan también el hecho de que "hace cuatro años que 'celebran' el día de las glorias del ejército con coloridas manifestaciones a favor de la vida. Hemos ido al Parque O'Higgins, no con la idea de enfrentarnos a los militares, sino de estar con quienes van a comerse un asado y con los niños que juegan con volantines"[31]

b.- el MAOC, Movimiento Antimilitarista de Objeción de Conciencia.



"Antimilitarismo significa una lucha por la verdad y por la vida, implica no aceptar los planteamientos sexistas y violentos que realizan los ejércitos y que influyen en la sociedad. El militarismo lo podemos ver cotidianamente en los jardines infantiles cuando a los niños los forman" (Carlos, estudiante secundario). Su compañera Denisse, ataviada con ropas de muchos colores, afirma: "Para mí significa el derecho al libre albedrío, si Dios nos dio la posibilidad de elegir la paz yo no entiendo las razones por las que obligan a unos a matar a otros. Me siento muy cómoda participando en este movimiento. ¡Somos gente amorosa!", dice reflexionando en voz baja. Quizás el SM. sea masculino, pero yo puedo tener un hijo y no quiero que él mate"
[32]

El MAOC, reconoce su origen en la labor de organismos de DDHH, agrupados en la ROC, y especialmente, en el grupo Ni Casco Ni Uniforme. En su lucha en torno a la objeción de conciencia, el MAOC se distancia del "peticionismo", considerándolo como propio de las juventudes políticas. A cambio de ello, se confirma en la estrategia de la acción directa, la insumisión y la promoción de nuevas formas de relaciones sociales. Su trabajo se concibe en red y la toma de decisiones en asambleas. Para los antimilitaristas, la objeción de conciencia (OC), se entiende como el derecho de las personas a negarse a participar de instituciones o actividades que signifiquen ofensa o trasgresión a su conciencia y la abordan como un imperativo de "acción directa"

En cuando a la influencia de ideas en el movimiento, el "Pelao" Carvallo, uno de los más conocidos y constantes integrantes del antimilitarismo señala[33] que "en Chile el movimiento ha sido asumido como propio por la gente 'libertaria', anarquista y anarcopunk (organizada y no organizada)." Para Carvallo, el antimilitarismo "volvió de la mano del anarquismo a fines de los años '80, y desde este referente considera que "todo movimiento social es político, pero que ningún partido político es social" De acuerdo a Carvallo; el MAOC, (incluyendo la experiencia de Ni Casco Ni Uniforme), en la última década, registró a unos 400 objetores de conciencia, que se presentaron con su carta de objeción en distintos espacios estatales (Intendencia, Ministerio de Defensa, Dirección General de Movilización Nacional). De ellos, tres casos fueron presentados en organismos de derechos humanos de tipo internacional.

El carácter movimientista (anti partidista) del MAOC, está cruzado por la tendencia a la acción social directa y el imperativo ético de consecuencia entre pensamiento y acción. En razón de ello los integrantes del MAOC reclaman para sus miembros y para todos en la sociedad actitudes que reflejen coherencia entre actos y discursos. Por eso, también, frente a la objeción de conciencia consideran que no deben esperar la existencia de un reconocimiento legal y oficial de su demanda para ejercerla.

Para el MAOC, la alternativa de ejercer la OC, conlleva compromisos de orden personal y social. La traducción práctica de tal actitud los lleva a plantear que se trata de una acción que en tanto ejercicio de convicción realizado en conciencia, se debe hacer público (no basta con la privacidad), y sin esperar negociación alguna con autoridades.

Un hecho importante a destacar entre quienes se identifican con este movimiento es el papel que ha jugado la expresión artística (especialmente la música) en la difusión de las ideas antimilitaristas. Algunos grupos o personajes son conocidos y con trayectoria en el campo musical, pero, la gran mayoría, corresponde a 'bandas' o grupos que circulan en medio de una 'masividad invisible' para los medios oficiales. Entre quienes han creado o interpretan temas que aluden al antimilitarismo se pode mencionar; "Cura Hasbún"; "Los Miserables"; "Los Tres"; "Illapu"; "Demencia Urbana" (hip hop); "Los Porretas"; "Ska-P"; "La Mojiganga"; "Rude Boys" "Ratas de Parao"; "Contracorriente" "Jurel Tipo Salmón"; "Policarpa"; y varios otros. Predominan ampliamente las badas de Rock que se han desarrollado masivamente en Chile, en función de 'tocatas'. Es probable que sea este el medio más masivo y eficaz de difusión que ha tenido el movimiento.

En el marco de la coyuntura actual, el movimiento antimilitarista refleja una postura crítica con quienes presentan una práctica de objetores más 'negociadora' con las autoridades (gobierno, FFAA, partidos políticos). Y cuestionan abiertamente lo que estiman una dinámica de objetores que ha adquirido la forma de un debate académico e intrapartidario. En el MAOC, consideran que esta práctica se subordina a los intereses del gobierno, los partidos de derecha y las FFAA y con ello, se ha ido perdiendo la posibilidad de posicionar al SMO como un "problema social nacional".

Para el movimiento antimilitarista, en la última década en Chile, la militarización social se ha visto fortalecida por políticas de gobierno y un sistema económico que necesita de un orden y 'sumisión' social profundo. De igual modo, se estima que el militarismo "de uniforme" se ha reforzado a partir de campañas mediáticas, y ha aumentado sus recursos monetarios, materiales y humanos.[34] A su parecer "el gobierno "democrático" sólo se ha dedicado a ceder a costa de los y las jóvenes, hipotecando su futuro en las manos de las FFAA"[35] En consecuencia para el MAOC; se ve difícil el futuro inmediato, porque en la actualidad sólo "son los objetores de conciencia e insumisos, quienes realizan una verdadera labor de transformación social, con un sentido igualitario y democrático, basado en el pleno ejercicio de las libertades, desmantelando esta zona oscura de poder fáctico que es la influencia de lo militar en nuestra sociedad. [36]

c.- el universo "invisible" de los que no quieren hacer el servicio militar.

Sería difícil explicar el grado de desgaste que muestra la institución del SMO en Chile en las últimas décadas, sin considerar en el hecho, el rol que ha jugado ese amplio universo de jóvenes que de manera anónima, aislada, privada, muchas veces dolorosa, ha expresado su resistencia y rechazo a dicha imposición estatal. Se trata de una actitud y un discurso que ha circulado principalmente de manera oral, en los espacios cotidianos juveniles (escuela, liceo, esquina, plaza, fiesta, "carrete", club). Incluso ha dado señales dentro de los cuarteles. Sin embargo, la amplitud de la demanda que representa esta situación ha sido débilmente documentada hasta ahora. No es mucho lo que sabe sobre lo que piensan los jóvenes que de manera particular han rechazado el SMO desde los noventa a esta parte.

Una posibilidad de abordarlos, hoy día, es situarlos como una realidad "poco visible", pero que forma parte de una dinámica social, si se le observa con perspectiva de tiempos largos. Al respecto resulta pertinente rescatar lo que plantea Gabriel Salazar sobre esta mirada: "ocurre que el MS es tan movimiento y tan social cuando irrumpe en lo público como cuando subyace en la subjetivación, lo que se presenta como conflicto objetivo y político, como lo que se sumerge como conflicto subjetivo o intersubjetivo, que se expresa a través de actitudes y conductas privadas, no necesariamente organizadas, ni políticas, sino a través de lenguajes, actitudes e interacciones que requieren de códigos interpretativos, distintos al que habitualmente se han usado en la Política y en C. Sociales. Se trata de una fase de 'subsidencia' o, como los llama Melucci, de 'invisibilización'.[37]

De modo que, esta dispersión de actitudes y conductas son posibles de rastrear y visualizar como parte de un conjunto de jóvenes que se han estado movilizando de algún modo y se han ido expresando como parte de una "invisibilizada" acción colectiva de rechazo al servicio militar. De hecho, se puede decir, que han constituido el principal foco de interés de las autoridades (político-militares) por representar ellos el síntoma más claro de "una inquietante desmotivación de lo jóvenes por hacer el SMO", según el informe de la Comisión de Defensa presentado al Parlamento, el año 1995.[38] Y no es difícil percibir que la mayoría de las medidas "modernizadoras" aplicadas al sistema en las última décadas han sido ideadas como respuesta al 'problema' que plantea este grupo juvenil (becas, capacitación laboral, subsidio habitacional, pasajes de traslado, etc).

Respecto a quiénes son realmente estos jóvenes, cómo y dónde viven y , en qué lugares se juntan a discutir este tema, qué cosas plantean y el porqué de su actitud de rechazo al SMO, no es mucho lo que podemos encontrar todavía, sin embargo, se puede empezar a juntar antecedentes y trabajos dispersos sobre la temática. A continuación damos cuenta de algunos datos y antecedentes provenientes de distintas fuentes:

- Estadísticas de la rebeldía

Un antecedente poco difundido del SMO, hasta ahora, es que en Chile diversos sondeos de opinión juvenil señalan que existe una tendencia mayoritaria de jóvenes que por diversos motivos no desea realizar el servicio militar (prefiere que éste sea optativo). Se trata de estudios y sondeos realizados en años diferentes, en diversas zonas o regiones del país, aplicados a diferentes escalas y con propósitos variados. Sin embargo, confirman que existe una mayoría juvenil que rechaza la obligatoriedad del servicio militar.

«Los jóvenes y el servicio militar», es el título de un estudio hecho por la FLACSO en 1991. Entregó datos sobre la percepción que tenía la ciudadanía acerca del SMO. Se basó en tres encuestas de opinión pública, hechas en el mes de junio de 1991, aplicadas en la Región Metropolitana, en la comuna de Ñuñoa y en Valparaíso. Entre las tendencias detectadas estaban: En la Región Metropolitana, el 70% (de más de 40 años), a favor del SMO. En tanto, el 60% (menores 25 años) por la opción de optativo. Los jóvenes tienen mayor interés en introducir cambios en el SMO. El principal aspecto negativo es la interrupción de estudios (78%). En las regiones la valoración del SMO es más alta que en la capital. Lo asocian más a mayores expectativas laborales. El 50% piensa que es una pérdida de tiempo y que al salir del servicio el joven sigue siendo una carga para la familia. Entre jóvenes que no lo han hecho: un 25% quería hacerlo y un 63% no quería.[39]

Algunos sondeos de opinión aparecidos en la prensa,[40] reafirmaron esta misma tendencia de opinión: Partidarios de cumplir con el servicio, NO: 63%, SÍ: 36,7%. Si pudiesen escoger entre dos servicios obligatorios: uno militar y otro no militar; "de 60 que contestaron, 44 optaron por uno no militar". En otro sondeo de opinión juvenil del diario La Nación,[41] del año 1995, sobre el hecho de ser recluta, las opiniones encontradas se ubicaron entre:


  1. Los partidarios: «Cacho que debe ser rico. Todos mis amigos lo han hecho y me cuentan que es bueno, menos cuando mandan a sobrevivencia; ahí deben buscar sus comidas, comer culebras y cosas así. Pero vale la pena» (Manuel Benavides, 16 años, Complejo Educacional Edwards Bello).
  2. Los prácticos: «Es una pérdida de tiempo; yo quiero seguir estudiando. Que lo haga el que quiera» (Cristián Mora, 16 años, colegio Pía Marta, Santiago).
  3. Los opositores: «El servicio es una manera más que tiene el sistema para mantener a los jóvenes bajo control, ¿O no?» (Daniel Castro, 18 años, electrónica en USACH).

La encuesta del Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC), institución miembro de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, divulgada en abril de 1996, mostró que un 53% de los jóvenes estaba a favor de la supresión del Servicio Militar Obligatorio, y dentro del universo estudiantil el porcentaje aumentaba al 67%».[42]

En Valparaíso el director regional del Instituto Nacional de la Juventud (INJ), señaló que en el informe de «Caracterización de la Juventud de la V Región», elaborado en 1996; un 58,7% de los jóvenes manifestó que el servicio militar debe ser voluntario, seguido de un 22% que debe ser obligatorio. Luego un 12% optó por su eliminación y un 6% porque sea un servicio a la comunidad».[43]

Por su parte, una reciente investigación de Ramón Silva Negrete[44], que recoge opiniones de 582 jóvenes de sexo masculino de entre 18 y 25 años de edad, en ocho comunas del Gran Santiago, demuestra la tendencia a la desaprobación del SMO. Concluye que:


  1. - se teme a los militares. Es un sentimiento basado en las constantes demostraciones de violencia, maltrato y muerte de la que son objeto los conscriptos.
  2. - Creen o tiene información de que nada se aprende en el SMO, que sólo sufren vejaciones y que no se les respeta.
  3. - Creen que los militares son incultos y sólo se afirman en el poder que les da la fuerza. Critican su falta de diálogo.

- La voz de los "invisibles" que rechazan el SMO o que no lo recomiendan.

Para mí el servicio militar fue más drama y dolor que otra cosa, por el trato que nos daban, nos golpeaban y uno no podía decirle nada a los papás cuando tocaba visita, porque después más nos golpeaban y maltrataban. Pese a que adquirí más personalidad y responsabilidad para cumplir mis obligaciones posteriores, la experiencia del servicio no tuvo nada que ver con el trabajo que desempeño, o sea, no me sirvió de nada. A los lolos yo les diría que no se inscriban en el servicio militar, o que se inscriban pero que se lo saquen, porque, en general no se lo recomiendo a nadie. Hay mucho llanto).[45]

El modo en que Cristián Guerra resume lo que fue su experiencia de conscripción en el Fuerte Arteaga de Colina, hasta febrero de 1994, trasluce la significación que muchos jóvenes le pueden dar a la realización del servicio militar a tiempos actuales en nuestro país. En su relato se pueden advertir viejos y nuevos aspectos ligados al SMO.

Si bien su testimonio no establece, quizás, la valoración que mayoritariamente tenga del SMO, el joven que concluye esta experiencia (es algo que no sabemos a ciencia cierta), lo señalado por el joven C. Guerra, contiene diversos elementos de lo que encierra la experiencia que vive un joven durante el tiempo en que permanece internado en un regimiento. En esta especie de evaluación de lo que fue el conjunto de la experiencia para Guerra, persiste una suerte de ambivalencia que suele transitar entre: «En el servicio adquirí más personalidad y responsabilidad para cumplir mis obligaciones» y la certidumbre de que «el servicio no tuvo nada que ver con el trabajo que desempeño». La conclusión a la que puede llegar un joven, después de esto es tajante: «El servicio no me sirvió de nada».

De lo narrado se puede decir que todo lo referido al régimen de internación forzosa, sistema autoritario de disciplinamiento, maltrato, acallamiento de la violencia militar, etc., no constituye novedad, ni motivo de alarma para la «acostumbrada» mentalidad pro-violencia estatal de los chilenos. Sin embargo, conocer la apreciación crítica que realiza un joven, ex recluta, hacia el SMO, pareciera ser una novedad. Hablamos, de modo hipotético, de las señales de emergencia de cierta actitud de rebeldía juvenil respecto a una obligación que carece de sentido. Esta iría operando a modo de consenso social, y se estaría tejiendo en las capas populares de las ciudades, de modo «inquietante » para algunos. Tendería a manifestarse como una práctica y discurso de rechazo, que en las palabras de Cristián Guerra sonaría como: «En general no se lo recomiendo a nadie», pues, «hay mucho llanto». Pero no llega sólo como queja, sino también como un abierto llamado para los jóvenes que vienen: «A los lolos yo les diría que no se inscriban en el servicio militar, o que se inscriban pero que se lo saquen». Porque al fin y al cabo es: «Más drama y dolor que otra cosa» y en el balance final: «No sirvió para nada». Son señales que llegan a los jóvenes que vienen: "Dos soldados conscriptos del regimiento Calama de esta ciudad, desertaron de las filas hace más de una semana y se han negado a regresar, aduciendo una serie de irregularidades, que van desde malos tratos a humillaciones que dijeron no poder seguir soportando."[46]

Pero, el SMO no es cualquier cosa en Chile y su estructura pareciera no querer resentirse por estas señas de descomposición en su parte baja. Al fin y al cabo, nunca se ha estimado necesaria la opinión de los que por norma y fuerza son obligados a reclutarse. Y, la alternativa castrense-gubernamental para salir al paso de esta «desmotivación» ya fue perfilada: Se deben agregar incentivos económicos-sociales a la conscripción y sobre todo «capacitación laboral». Así lo expresó el Subsecretario de Guerra Jorge Burgos a fines del año 1994: «En el presupuesto de 1995 habrá 600 millones de pesos para capacitación de quienes hagan su SMO, lo que constituye un mejor acceso al mercado laboral con posterioridad al servicio».[47]Dicho presupuesto seguió aumentando a propósito de las reformas legales y las normas de flexibilización.[48]

Pese a ello, algo ha ido cambiando en el SMO, fundamentalmente por el lado de la juventud. Ésta, tomada de un pragmático discurso, está llevando un recorrido propio en torno a la cuestión. Por la vía de los hechos, y en los marcos propios de sus redes sociales comunicacionales, ha ido desplegando un consensual discurso (que ha ido de menos a más), respecto a la «inutilidad» que presenta respecto a sus intereses inmediatos, referidos sobre todo al estudio y al trabajo. Evaluando la relación entre el maltrato que reciben adentro y los magros productos que visualizan al final, la experiencia «no parece recomendable».

Creo que para la gente que tiene estudios, es un poco tirado de las mechas hacerlo, yo lo tengo muy claro: El tiempo que le dediqué al servicio, en lo personal, no me sirvió absolutamente de nada para mi trabajo posterior, cuando salí del cuartel (Mauricio Escalona, trabaja en publicidad en Hites, La Nación, Santiago, 12 de agosto de 1997). No me sirvió para nada. En dos años cumplí el servicio como estudiante, pero más bien fue una decisión de mi padre, ya que él era militar. Esa experiencia no sirve para nada, incluso cuando yo lo hice, en una de las barracas donde dormíamos, uno de los chicos se suicidó y muchos conscriptos estaban bastante asustados, porque todos sufríamos mucho, el trato es realmente impresionante: Es lo mismo que estar en la guerra (Abraham Plaza, guía de turismo, La Nación, Santiago, 12 de agosto de 1994).

Opiniones como las anteriores han seguido apareciendo en Santiago y en provincias, tanto entre quienes ya hicieron el servicio como en los que están por ser llamados a enlistarse. De lo que anuncian ellas se destaca la tendencia a la pérdida de legitimidad social de la institución del SMO entre los jóvenes de nuestro país.

Opino que en estos tiempos es una pérdida de tiempo, porque no ayuda en nada, ni para formar a una persona correctamente, si bien antes lo hacía, ahora no, se desperdicia un tiempo valioso en donde el individuo es como si no estuviera y luego vuelve en las mismas condiciones en que se fue[49] Otra cosa es la mentalidad que le van creando a la persona, ya que si no tiene mucha educación, cae en el vicio de creer en el Ejército, que le está inculcando el odio hacia los presuntos enemigos del país[50]

IV.- Argumentos antimilitaristas frecuentes. [51]

a.- militarismo, neomilitarismo

El militarismo es un producto cultural presente de diversas maneras en gran parte de los pueblos del mundo. Se le define como un sistema de dominación bélico, que trasciende las instituciones del Estado, que posee un conjunto de valores cuya lógica está determinada por la resolución violenta de conflictos y que adopta para ello actitudes, organizaciones y crea bienes diversos mediante los cuales pretende asegurar su supervivencia y proyección en el tiempo.[52] Tiene diferentes formas de manifestarse. La principal es la organización misma de las FF.AA, pero sobrepasa el marco del Estado e impregna a la sociedad y la cultura, con sus normas y valores de relacionamiento, llegando a posicionar y reproducir visiones y aspectos como los siguientes: "La división del mundo entre amigos y enemigos; la uniformación y eliminación de la diversidad y oposición; la organización basada en la jerarquía y la obediencia ciega; el monopolio de la fuerza de la institución armada del Estado; preeminencia de la obediencia a la creatividad; concepción machista en las relaciones entre los sexos; predominio del autoritarismo por sobre la libertad.[53]

Actualmente, en América Latina, se habla de un «neomilitarismo», que considera a las FF.AA. como el eje central del Estado y no a la soberanía popular. A partir de ello, esta doctrina se autoasigna roles direccionales permanentes sobre el conjunto de la sociedad y los temas que afectan la vida social. Actúa en forma de poder factual, que participa cotidianamente en la conducción del país, sin necesidad de ocupar todas las estructuras formales del poder.[54] En nuestro país, el militarismo cuenta con diversos pilares de sustentación. Entre los más reconocidos están el gasto militar y el servicio militar.

En Chile, se ha configurado un neomilitarismo que se sitúa por encima de la soberanía popular y se expresa a través de elementos institucionales y fácticos que se alimentan de un sustrato cultural profundo que se reproduce en intersticios sociales que suelen pasar inadvertidos para la amplia masa ciudadana. Esta doctrina interviene en la actualidad en áreas tan variadas como, la justicia, el Parlamento, la educación, la ética y la cultura.[55]

El neomilitarismo como doctrina no es un fenómeno exclusivo de los militares y abarca también a grupos civiles militaristas.

Su existencia, además de otorgarle una posición dominante en el ámbito político, posibilita que los estamentos castrenses y los círculos en donde se mueve ("la familia militar"), dispongan de privilegios sociales por sobre las condiciones de la mayoría de la población del país. En Chile, las ramas y el personal de las FFAA, tienen previsión y atención de salud propias, superiores a la de los demás empleados públicos, lo mismo en cuanto a sistemas de vivienda, bienestar, becas y educación. En nuesto país, Más de un millón de personas recibe beneficios, ya sea en servicios activo, como jubilados y montepiados o a título de familiares.[56]

El exagerado poder de los militares y el chovinismo nacionalista que se estimula contribuyen a la formación de un clima favorable al neomilitarismo que implica la tolerancia ante sus desbordes (se ven como algo natural, propio de las instituciones castrenses). Los militares suelen actuar amparados por el silencio de los medios de comunicación en torno a este hecho (lo militar se trata como tema tabú). " Se constituye así una tendencia expansiva que explica la creación de estructuras paralelas a las de la sociedad civil, que llegan al extremo de convertir el "Cuerpo de Generales", que no tiene existencia constitucional, en una suerte de dirección política del "partido militar" y que se extiende a ámbitos muy alejados de sus funciones propias. Por circunstancias como estas, se puede decir que en Chile hoy, el neomilitarismo representa uno de los principales obstáculos para la consolidación y desarrollo de un régimen democrático."[57]

b. - El sobrepeso del gasto militar en Chile

Chile era el país que más gastaba en defensa en América Latina en los noventa. Así lo estipuló un informe del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres (IISS) de mediados de mayo de 1996. De igual manera un estudio de la FLACSO lo señaló como el país de América Latina que había tenido menor reducción en sus gastos militares en la década 1983-1993.[58]

En buena medida este elevado gasto militar lo explicaba el Golpe de Estado de 1973. Las FF.AA. impusieron un régimen que les permitió determinar sus prioridades en la acción estatal. Y en 12 años el gasto aumentó en un 35,16 % en términos reales. Esta evolución del gasto militar efectivo,[59] fue confirmado por fuentes internacionales independientes como el Instituto de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI).[60]

El aumento del gasto militar estuvo estrechamente relacionado con el incremento del personal de las FF.AA. que se elevó de 75.000 (en 1973) a 126.000 uniformados (en 1983). Ello implicó un incremento del 68% del personal militar en diez años. Cerca del 70% del gasto se destina a sueldos y salarios en las diversas ramas de la defensa nacional.[61]

Pero en Chile no basta la ley de presupuestos que se aprueba cada año para apreciar la magnitud del gasto militar. Hay que agregar los aportes fiscales a la previsión de la Defensa y Carabineros y, sobre todo, la «ley reservada del cobre». Esta destina el 10% del total de las ventas de cobre de CODELCO, a las FF.AA. Las sumas que perciben por esta ley son enormes. Entre 1990 y 1995 fueron más de 1.500 millones de dólares. De acuerdo a esos criterios, el gasto total en FF.AA. y de Orden en los últimos tres años ha tenido un constante incremento: 2.085 millones de dólares en 1994, 2.575 millones de dólares en 1995, el año 1996 representa 2.760,9 millones de dólares.[62]

Además del gran monto de que disponen los uniformados, el gasto militar mantiene dos características singulares: a) A diferencia de otros servicios, las FF.AA. tienen un presupuesto mínimo garantizado. Según ello, el presupuesto militar no puede ser inferior en moneda constante al de 1989, uno de los de mayor gasto militar. Este «piso» es infranqueable porque la Ley Orgánica Constitucional no puede ser modificada ni derogada a menos que se reúnan quórum imposibles de conseguir con el sistema binominal vigente. b) El otro elemento es la magnitud del ítem «gastos reservados» que manejan los comandantes en jefe y de los que deben dar cuenta sólo globalmente una vez efectuados. En el caso del Ejército se trata de unos 200 millones de dólares anuales.[63]

Chile sigue siendo el país con más gasto militar en la década del 2000 en A. Latina. De hecho, los elevados montos presupuestarios de las FFAA y el nivel de gasto del país en militarismo, comparado con diversas naciones de América Latina, sigue siendo muy elevado y superior a cualquiera de ellos. Así lo confirman diversas fuentes de información: "Chile desembolsó en armamento 2.785 millones de dólares en el 2006, seguido de Venezuela con 2.200 millones, ambos países se distancian de Argentina que sólo gastó 80 millones de dólares. Las cifras fueron publicadas por el diario El País en un artículo sobre gasto militar en América Latina[64]. La fuente de los guarismos son el IISS, y el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CEDAL). Esta última señala que nuestro país encabeza también el gasto en material militar de acuerdo al porcentaje de su PIB. Junto con Ecuador y Colombia, Chile destina alrededor de 3,5 % de su PIB a compras para la defensa. "Cifra que contrasta con el 1,13 % de Argentina , o el 0,43 % de México."

c.- el maltrato militar a la juventud

- los golpes.

Cada cierto tiempo logran filtrarse en la prensa denuncias por maltrato y abusos contra conscriptos o se conocen escuetos comunicados oficiales de accidentes con resultados fatales dentro de recintos militares. Cuando fluye información se puede tener una versión como la siguiente: En 1993, hubo tres situaciones que provocaron impacto. Dos tuvieron como protagonistas a soldados conscriptos del Regimiento Guardia Vieja de Los Andes, y la tercera, a un recluta del Regimiento 8 de Chiloé: «El 15 de mayo llegó hasta su casa ubicada en Viña del Mar, Rolando Castillo Carvajal, que cumplía su servicio en la Escuela de Alta Montaña, del Regimiento Guardia Vieja». Según su hermana Johanna, «llegó botando sangre, con los ojos caídos, se veía mal y no tenía color». El afectado contó, como otras veces, que había sido golpeado por el cabo Silva. Y agregó: «Mira cómo me tienen, me dejarán para la historia». También fue hospitalizado el conscripto Luis Alvayay. No eran los únicos. Patricio Barraza Contreras, fue internado en el mismo hospital. Según sus padres, fue golpeado por su instructor el cabo Silva. No sobrevivió.[65]

Respecto a los casos de abusos y maltratos a conscriptos, existe variabilidad en las cifras (atribuida a falta de transparencia en la materia). El ministerio de defensa habría remitido informe a la Cámara de Diputados, a fines de 1995, indicando que el 40,7% de los reclutas están sujetos a abusos físicos o psicológicos. No obstante en febrero de 1997, el ministro de defensa, Edmundo Pérez Yoma, señaló que un 17,2% de los soldados señala, en 1996, haber sido objeto de maltrato durante el cumplimiento del servicio militar obligatorio, porcentaje que puede considerarse como la «información oficial» respecto a la materia. Considerando ese porcentaje, es posible establecer una proyección cuantitativa, a partir de las cifras oficiales de conscripción en el ejército durante 1996 (27.000), que indicarían que unos 4.590 jóvenes declaran haber recibido maltratos en ese año.[66]

Más allá de las estadísticas de maltrato en los cuarteles, lo preocupante es que el SMO como componente del militarismo considera el uso de la violencia (que implica violación de Derechos Humanos) como dato básico de aprendizaje para el joven conscripto y señal para estar adentro.

Ya en su primera salida a la casa, Pedro (Soto.Tapia) dijo a su madre que por ningún motivo seguiría la carrera militar. «No va conmigo», manifestó. Hubo un cambio en él. Pensó que era algo muy duro y que él no servía para «maltratar a la gente». Se convenció que la misión de los uniformados es maltratar a la gente.[67]

Y aunque es verdad que los atropellos a los soldados no son problema exclusivo de Chile, en nuestro país sus rasgos más oscuros se han visto favorecidos por la mantención de los métodos de la dictadura y el entrenamiento en tácticas de guerra irregular. En 1996, el Pentágono reconoció que entre 1981 y 1991 se usó un manual que contenía instrucción sobre tortura en los cursos que se dieron a oficiales y soldados latinoamericanos en la Escuela de las Américas del Ejército de Estados Unidos.[68]

Sin embargo, el maltrato de los jóvenes en los cuarteles, si bien es una realidad de larga data en Chile, ha ido adquiriendo una nueva significación en la sociedad chilena a la luz de su confrontación con el discurso que aboga por una cultura de respeto a los derechos humanos. Así, ha pasado a constituir una sólida razón antimilitarista y una manera de establecer una denuncia permanente contra el SMO: "Muchos jóvenes no se sienten interpretados por el SMO, consideran, con razón, que hay otras maneras de servir a la patria, diferentes al entrenamiento para la muerte y la disciplina ciega. Pesa también la sombra de la dictadura militar con su secuela de atropellos a la dignidad de las personas. Los maltratos y abusos que viven los conscriptos en los cuarteles. El caso del joven Pedro Soto Tapia, no constituye una excepción. [Además que] ni siquiera se justifica el SMO por supuestas necesidades de la defensa nacional, ya que el entrenamiento de los conscriptos es insuficiente para afrontar la guerra moderna".[69]

- La muerte.

En un informe que resume los resultados de un estudio hecho por el Servicio Paz y Justicia de Chile (SERPAJ-CHILE), sobre abusos y maltrato en los cuarteles, para el período julio de 1995 a abril de 1997, se establece lo siguiente:[70]

De acuerdo a antecedentes de la Comisión Pro-Derechos Juveniles en 1996 ocurrieron 13 muertes de conscriptos en período del servicio militar obligatorio.

Según el ministerio de defensa y FLACSO, en 1996 ocurrieron siete casos de suicidios, cifra que concuerda con las informaciones públicamente divulgadas. A esa cifra, es necesario agregar un nuevo caso acontecido en 1997.

De acuerdo a la cifra mínima de ocurrencia, en el período julio de 1995 y abril de 1997, 22 jóvenes habrían perdido su vida en el período de cumplimiento del SMO, lo que significa un promedio de un joven al mes.

A pesar de la reticencia que se ha mantenido en Chile en cuanto a dar información clara y transparente a la opinión pública en torno a situaciones y hechos con resultado de muerte de jóvenes conscriptos, ha habido casos donde ha sido imposible negar esta realidad. La tragedia (que era evitable) de los cuarenta y cuatro jóvenes soldados y un cabo, fallecidos en la localidad de Antuco el año 2005 mientras realizaba una marcha por zona cordillerana, volvió a poner en el tapete el hecho indesmentible de que la institución estatal del SMO no garantiza la integridad ni la vida de quienes son obligados a enrolarse en este sistema.

V.- Balance y perspectivas

1). - antilitarismo y derechos humanos.

Existe una contradicción flagrante entre los valores y códigos de la vida militar y la protección de los derechos humanos.[71]

La lucha de los objetores de conciencia y los antimilitaristas en el periodo 1990 - 2007 en Chile, constituye un hecho de profunda significación, toda vez que, a partir de la reivindicación del uso pleno y soberano del espacio civil como prerrogativa incuestionable para todo chileno y chilena, ha logrado poner en evidencia (en los lugares donde ha podido) diversas inconsistencias y contradicciones presentes en la institucionalidad 'democrática' post dictadura, que devienen de la existencia y mantención de instituciones y funciones de ese mismo "Estado Democrático". Ellas aparecen como claras y evidentes muestras de faltas y atropellos a los derechos humanos. No sólo por las decidoras cifras que acusan la falta de garantías a la integridad y los derechos de los jóvenes conscriptos que realizan el SMO, sino porque la naturaleza misma de tal institución constituye una flagrante transgresión a la dignidad de la persona humana en una sociedad democrática.

El servicio militar no es sólo un problema de abusos (puntuales o generales) sino de los mismos principios que lo sustentan (castigos, obediencia ciega, jerarquía, preparación para matar, machismo, xenofobia) sin los cuales perdería su esencia. Por ello el servicio militar no puede ser reformado ni humanizado, pues, se convertiría en otra cosa.[72]

2).- antimilitarismo y gobierno ciudadano.

El movimiento de objetores de conciencia y antimilitaristas en Chile entre 1990 y el 2007, de distintas maneras puso en alerta a las autoridades políticas (civiles y militares), obligándolas a generar algún tipo de respuestas en torno a las demandas por modificación y/o eliminación de las normativas obligatoriedad del SMO. Mediante planteamientos y acciones tendientes al cuestionar y/o desconocer medidas estimadas "arbitrarias", "injustas" e "incompatibles" con la dignidad humana, los integrantes del movimiento de objetores y antimilitaristas lograron avanzar en diversos frentes.

Hicieron que ya a mediados de los noventa, las autoridades tomaran nota de "los síntomas preocupantes de desmotivación de los jóvenes para realizar el SMO[73]" Y desde entonces se sucedieron una serie de medidas que si bien no apuntaban a modificar nada de lo sustantivo de la institución de disciplinamiento, reflejaron que entraba la preocupación en la elite del poder. Se propusieron medidas de flexibilización y modernización como; acortar de 2 a 1 año la duración del periodo de reclutamiento, se instauró un sistema de doble llamado, se desplegó una fuerte campaña de ofertas de apoyo social asociadas a la realización del servicio (becas, pasajes de traslado, capacitación laboral, facilidades en subsidio habitacional y otros.) Pero, no dejaron de parecer medidas dilatorias ante un proceso de deslegitimación social más profundo que encarnaba sobre todo, en las nuevas generaciones juveniles que aparecen más urbanas y con mayor educación formal que en otras épocas. La última de las medidas modernizadoras dice relación con la inscripción automática de los jóvenes al cumplir 18 años de edad (ya no deben acudir al cantón de reclutamiento) y la reforma tendiente a reforzar la "voluntariedad" de los reclutas.

Entre medio se sucedieron, al menos dos hechos expuestos en la opinión pública y que por sus características causaron impacto. El primero fue el caso de la muerte del conscripto Pedro Soto Tapia, del regimiento Yungay de San Felipe. Las formas que presentó su muerte remeció la memoria del país por tener rasgos propios de los métodos de desaparición de personas empleados masivamente durante el gobierno militar. El segundo caso, la muerte masiva de conscriptos mal equipados en la localidad de Antuco (VIII Región), que debieron enfrentar una orden de marchar en medio de una tormenta de nieve. Fallecieron cuarenta y cuatro jóvenes reclutas y un cabo militar.

La confluencia de sucesos derivó, finalmente, en el anuncio programático de la electa primera presidenta mujer de la Republica de Chile el año 2005: "El servicio militar obligatorio está obsoleto. No podemos tener otra tragedia como la de Antuco. Por eso, terminaremos con el servicio militar obligatorio y profesionalizaremos completamente las Fuerzas Armadas dentro de un plazo de cinco a diez años. Eso nos permitirá dar empleo y ofrecer un sueldo a los jóvenes que ahora hacen el servicio militar. Y lo haremos sin aumentar el gasto en defensa".[74] A todo esto se agrega la mayor novedad del SMO en su más de cien años de existencia, y que consiste en la incorporación 'voluntaria' de mujeres a estas instituciones.

Sin embargo, las medidas anunciadas y aplicadas, no son suficientes ni satisfactorias para los distintos componentes del movimiento de objetores y antimilitaristas. Para los primeros, porque precisamente las medidas recientes dejan de lado lo que ha sido su principal demanda: "el derecho a la objeción de conciencia". Para los segundos, porque el problema de fondo sigue siendo la ideología militarista y sus instituciones. En su balance los militares están lejos de ceder espacios de poder y privilegios. Más aún, creen que estos se han visto fortalecidas por los distintos gobiernos de la Concertación de Partidos por la Democracia: "Cada cierto tiempo el ejército y el gobierno realizan campañas comunicacionales que implican platas de CODELCO. No se dice que la publicidad del SMO por TV y radio se realiza con dineros de los Ministerios Civiles como Educación, Trabajo y Mideplan. Cuando se habla de capacitación laboral lo que se está haciendo con dinero de los civiles, se presenta a los militares como benefactores de la capacitación" [75]

3). - antimilitarismo y unidad nacional

El movimiento antimilitarista conlleva en sus planteamientos un cuestionamiento severo a toda idea uniformidad y a toda imposición de homogeneidad valórica y de pensamiento. Lo anterior se liga al hecho de que el antimilitarismo "constituye una actitud de intervención política que pretende acabar con el predominio actual de lo militar sobre lo civil, como primer paso de una mutación esencial del Estado contemporáneo y de una radicalización eficaz de la democracia"[76] De aquí que el movimiento antimilitarista represente en sí mismo una amenaza "que puede llegar a ser seria", para el enraizado nacionalismo de las FFAA, que actúa como poder ideológico en los más variados rincones de la sociedad donde suelen presentarse como "la columna vertebral del Estado-Nación".

Así, se puede decir, que el movimiento antimilitarista representa una oposición social y política a la institución de los ejércitos en tanto que pone en tela de juicio su pretendida condición de organismos invariables, e incuestionables guardianes de "un alma" nacional. El antimilitarismo resiste también sus razonamientos pro violencia y sus métodos coercitivos de disciplinamiento. Par ello levanta como alternativa y propuesta la profundización democrática en todos los niveles y lugares de la sociedad.[77]

Es en esta medida que, desde el pensamiento y las propias prácticas del movimiento antimilitarista chileno (particularmente las asociadas a NC/NU y el MAOC), se puede inferir que su postura se relaciona con el comunitarismo[78] y el multiculturalismo. Con ello se amplían fuertemente las perspectivas de desarrollo posible del movimiento.

A partir de esto, el movimiento se ubica desde una posición donde se reconocen diferencias sustantivas al interior del Estado- Nación (sin unidad monolítica) y aspira a que se construyan diseños políticos-institucionales que las resguarde. Para esto se debe avanzar en la construcción de un nuevo paradigma de Estado democrático comprendido como un espacio donde pueden convivir ciudadanos iguales pero con interpretaciones y concepciones diferentes de la historia y de la democracia. Esto implica cambiar la racionalidad homogeneizadora y universalista dominante en la idea liberal del Estado.[79]

Surge aquí la necesidad de avanzar en función de la idea de una convivencia entre comunidades democráticas. En palabras de Etzioni (1999:62) esto requiere una construcción intercomunitaria adecuada a una sociedad que se puede graficar en la idea de mosaico. El mosaico se enriquece con una variedad de elementos de diferentes formas y colores, pero lo que mantiene su unidad es un pegamento y el marco. El mosaico simboliza la sociedad en la cual diversas comunidades mantienen sus particularidades culturales, (religiosas, lingüísticas, etc). Pero, al mismo tiempo esas comunidades reconocen que son partes iguales de un todo más extenso.[80]

Esta situación abre perspectivas dentro del movimiento de objetores-antimilitaristas para plantearse, quizás, en tiempos no muy lejanos la no integración en las FFAA chilenas de los miembros de comunidades o pueblos originarios que cohabitan en nuestro territorio. De hecho demanda de objeción de conciencia es una realidad que ya se plantea en varios países de América Latina (entre ellos, Ecuador y Paraguay).

4). - democracia como razón antimilitarista.

El militarismo distorsiona profundamente la democracia por la magnitud de atribuciones, recursos y poderes que controla.

Parece importante consignar el hecho de que el movimiento de objetores del SMO y de resistencia al militarismo en Chile surge en la etapa inicial de la "vuelta" a la democracia, de la mano de grupos vinculados a la defensa de DDHH (es decir, del lado de las víctimas de la dictadura). Y resulta también significativo constatar que la dinámica antimilitarista haya sido sostenido en el tiempo, sobre todo, por los sectores juveniles.

Lo anterior indica que derechos humanos y demandas juveniles se encuentran y confluyen en espacios similares y tienden a potenciarse. No obstante ello, requieren de un lugar posible para avanzar y realizarse. La promesa de principios de los noventa fue que 'la democracia' se iba a encargar de resolver sus necesidades y expectativas. Sin embargo, a casi dos décadas de gobiernos "democráticos" el militarismo poco ha retrocedido y el accionar de antimilitaristas y activistas de derechos humanos a tenido que seguir a pulso.

De aquí nacen entonces preguntas ¿qué sucede con nuestra democracia? ¿ hacia dónde la estamos orientando?. Aunque en razón de una relación más directa con el tema de este trabajo las interrogantes debieran ser ¿es aceptable que como ciudadanos chilenos sigamos otorgando un poder tan desmesurado a las instituciones armadas? ¿es compatible aquello con un desarrollo democrático verdadero?

Se podría deducir, a luz del consenso que muestra la elite política - civil y militar - que sí, pues "las instituciones funcionan", y se avanza en la normalización y modernización de las FFAA,[81] las que de paso nos darán con el 'increíble' estribillo: "en nuestras FFAA existe un acendrado profesionalismo y una prescindencia respecto a la actividad política". Esto, por cierto, no lo creen ni los jóvenes antimilitaristas ni las víctima de los derechos humanos. Tampoco las personas medianamente informadas de los hechos del país, ni los analistas preocupados de los derechos humanos y el desarrollo democrático del país.

Se sabe que las razones para impugnar al militarismo en Chile, como un serio obstáculo al desarrollo de la democracia son múltiples, y el cuestionamiento a su excesivo poder proviene, además de los jóvenes antimilitaristas, de variados sectores de la sociedad.

Hace ya algunos años el historiador (y premio nacional de historia) Sergio Villalobos habló de la existencia de un "estamento armado", refiriéndose "a un sector de la sociedad segregado del resto, que tiene propia legislación, normas propias, propios privilegios. Entonces, agregó, llevan una vida propia, especie de subcultura y todo esto institucionalizado rígidamente". "Estos grupos se apartan de la voluntad de la nación, pretenden traspasar sus ideas y su manera de pensar a la nación entera y de ahí el desempeño dictatorial del poder y la persistencia de esta actitud de manejar la sociedad"[82]

Por su parte, el abogado y defensor de la causa de los DDHH, durante la dictadura (1973-1990), Jaime Castillo Velasco; señaló hace un tiempo que "uno de los principales problemas por resolver lo constituye la concepción militarista (no democrática) que alberga gran parte gran parte de las capas superiores de las Fuerzas Armadas.[83] Mientras tanto el académico y filósofo Humberto Gianini, sentencia que; " lo que ha pasado en Chile, desnaturaliza y envilece cualquier futuro proyecto o cambio democrático y la dificultad irremediable será ésta: que vivimos bajo una Constitución no democrática por génesis y por contenido. Y que además entrega su cuidado - la famosa "garantía" - a quienes la han impuesto por la fuerza... (...) y como su poder es la fuerza nos parece que en el futuro no habrá modo de salir del círculo vicioso en el que estamos metidos".

No es menor entonces el hecho de que el movimiento de OC., y antimilitaristas en Chile aparezca girando su destino hacia el centro mismo del tipo de régimen democrático que se requiere para alcanzar el ejercicio pleno de los derechos y las libertades de todos y todas. Llegado a este punto, dicho movimiento puede llegar a constituirse en uno de los actores relevantes en el debate del futuro democrático del país.

5).- antimilitarismo y movimiento popular.

Desde el siglo XIX, el Ejército y las FFAA nacionales han intervenido con violencia en los procesos y conflictos ciudadanos, pero no para construir una síntesis superior del conjunto de la comunidad nacional, sino para poner todo su poder de fuego en apoyo de uno de los bandos en pugna, y poner en aplastante derrota al bloque opositor. [84]

El movimiento antimilitarista del periodo 1990 - 2007, si bien muestra características de composición poli-clasitas, su sentido de orientación más profundo responde a una línea de acción más propia del movimiento popular.

También está el hecho de que este movimiento, por definición, resulta ser subversivo y cuestionador para los pilares del andamiaje institucional chileno, en la medida que su accionar tiende a poner al desnudo las insuficiencias del sistema democrático chileno y las limitaciones de las promesas modernizadoras promovidas por la elites.

Es, por estas mismas razones, que su desempeño en los tiempos venideros no se verá facilitado por el sistema "democrático" vigente y su trabajo y desarrollo no se puede dar por ganado de a priori. Es una interrogante lanzada al futuro.

Lo que cabe pensar es más bien que, por el nivel del desafío que encarnan sus demandas, su propuesta seguirá siendo/pareciendo una alternativa temeraria. No obstante ello, en la medida que tienda al acoplamiento con el multifacético carácter del movimiento popular tendrá que sopesarse mejor el real alcance y magnitud de su sueño colectivo. En todo caso, en torno a lo que toca esta auténtica osadía social, a principios de este 2007, un grupo importante de historiadores chilenos hizo algunos alcances y delineó un balance historiográfico que confirma lo ineludible de la tarea antimilitarista.

"Ya es un hecho indiscutible que un gran escollo para el movimiento popular chileno son las FFAA. No por su identidad funcional, sino por su identificación con la oligarquía que han exhibido a lo largo de la historia, sobre todo, respecto a cómo entender la comunidad ciudadana nacional. Los militares han intervenido siempre para apoyar a un sector de esa comunidad y derrotar al otro. Razón por la cual no sólo han profundizado las desigualdades "naturales" de las sociedad chilena llevándolas a una "división crónica", sino también porque han forzado a los derrotados a operar en la historia como rebeldes y revolucionarios. Por esta razón, el movimiento popular va a tener que incluir, dentro de sus ejercicios innovadores, una política de re-educación y re-estructuración profundas de las FFAA, en el sentido de instalar en ellas, de una vez por todas, una verdadera identidad ciudadana, acabando su vieja identidad oligárquica y sus privilegios especiales (sistema sectorial de previsión, asignación del 10 % de las exportaciones brutas del cobre, exención del pago de indemnización a sus víctimas, fuero judicial, programas educativos sin control ciudadano, etc. Esta tarea es ineludible"[85]

Notas

[1] Se toma en este trabajo como base del análisis del movimiento social el planteamiento de Sydney Tarrow en su obra: "El Poder en Movimiento: Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política". ED. Alianza, Madrid España, 1997.

[2] El antimilitarismo es la ideología que se opone a toda forma de fuerzas armadas y otras formas de ejercicio de violencia por parte del Estado, considerándolas como instrumentos de opresión, y sobre todo, se opone al ejército. Postula que la es posible encontrar una paz duradera. http://es.wikipedia.org/wiki/Antimilitarismo

[3] Las C. Sociales, se han concentrado en las fases de emergencia del MS, descuidando el estudio de sus periodos de 'subsidencia' o, como los llama Melucci, de 'invisibilización'. Ver en: Salazar, Gabriel: "Memoria Histórica y capital Social", Capital Social y P. Públicas en Chile, D. De Desarrollo Social, CEPAL, Stgo. de Chile, octubre de 2001,

[4] El programa de gobierno de Michelle Bachelet, (las primeras 100 medidas) anuncia la supresión total del SMO y su cambio por FFAA enteramente profesionales para el 2010.

[5] Según Manuel Castells; "los movimientos sociales han de comprenderse en sus propios términos: a saber lo que dicen ser" no es necesario definirlos desde "sus prácticas, valores y discursos, en relación a los procesos sociales a los que parecen estar asociados." M. Castells; "La era de la información: Economía, sociedad y cultura", Volumen II, Ed. Siglo XXI, Santiago de Chile, 2001.

[6] Tarrow, Sydney: ant. Cit.

[7].El antimilitarismo está en contra de la xenofobia, sexismo, homofobia, jerarquización y sumisión. Propicia la participación horizontal, el apoyo mutuo y el diálogo entre las personas y las sociedades, considerando que es posible construir una sociedad con paz duradera. http://es.wikipedia.org/wiki/Antimilitarismo.

[8] De acuerdo a la tipología utilizada por Requejo y Zapata (2002) en el mundo moderno podemos identificar la existencia de 4 fenómenos generales de multiculturalismo: el indigenismo o pueblos autóctonos, el feminismo e igualdad de derechos sexuales, la inmigración y, por último, los pluralismos nacionales. En: Montecinos, Egon; "Democracia y Multiculturalismo: ¿ Son compatibles los derechos de la minorías con los principios orientadores de la democracia liberal?" Artículo, revista ALPHA Nro 20, Diciembre 2004. Universidad de Los Lagos, CEDER, Osorno, Chile.

[9] Pesutic; Sergio: " ¿ Fuerzas Armadas? NO GRACIAS". ED. OXIMORON, Santiago de Chile, 1992.

[10] José Luis Gordillo: «Pacifismo y crisis de legitimidad del servicio militar obligatorio», en: Perspectivas del socialismo hoy, FIM, Madrid, 1992.

[11] José Sabat, La Nación, Santiago, 14 de abril de 1995.

[12] «Gana la guerra quien tiene mejor disciplina». La Nación, Santiago, 12 de junio de 1994.

[13] SERPAJ-CHILE: «Informe servicio militar obligatorio y violación de los derechos humanos en Chile. Julio 1995-abril 1997». SERPAJ-CHILE, Santiago, junio de 1997.

[14] «Cambios en el servicio militar obligatorio», La Nación, Santiago, 5 de enero de 1995.

[15] Ibídem.

[16] Ibídem.

[17] Quiroga, P. y Maldonado, C: "El Prusianismo en las Fuerzas Armadas chilenas". Ed. Documentas, Chile, 1988.

[18] "En las primeras décadas del siglo XX el Partido Socialista cuestiona el SMO, por los atropellos a derechos básicos de las personas que éste representa. Critica la privación de libertad de los ciudadanos y el servilismo de la disciplina militar." Hoy se impone a los ciudadanos una ley odiosa: el SMO y el gobierno usa de las fuerzas coercitivas a su disposición para hacer cumplir esta despótica ley que priva a los hombres de la libertad para convertirlos en siervos. Nosotros no queremos eso, no queremos aprender a matar porque es contrario a las leyes de la naturaleza y a los buenos sentimientos que deben adornar el corazón de todos los hombres. Oíd Gobierno, queremos instrucción"En:Quiroga, P. y Maldonado, C:"El Prusianismo en las Fuerzas Armadas chilenas". Ed. Documentas, Chile, septiembre, 1988.

[19] "La distinción entre sociedad civil y sociedad política es una abstracción que sirve distinguir dos dimensiones de la misma realidad. Los mismo hombres y cosas que forman la sociedad civil constituyen la sociedad política o, el Estado, sólo que en esta última sus relaciones tienen que ser con el uso coercitivo del poder. En la sociedad civil los mismos hombres y cosas interactúan de manera no coercitiva, y por ello las relaciones entre los sectores de la sociedad tienden a la hegemonía y al consenso". En: Camacho, Daniel y Menjivar, Rafael; "Los Movimientos populares en América Latina". ED. Siglo XXI, Colombia, 1989.

[20] S. Tarrow señala que, "el poder de los movimientos se pone de manifiesto cuando los ciudadanos corrientes unen sus fuerzas para enfrentarse a las elites, a las autoridades y a sus antagonistas sociales. Crear, coordinar y mantener esta interacción es la contribución específica de los movimientos sociales que surgen cuando se dan las 'oportunidades políticas' para la intervención de agentes sociales. Estos movimientos atraen a la gente a la acción colectiva por medio de repertorios conocidos de enfrentamiento e introducen innovaciones en torno a sus márgenes. En su base se encuentran las redes sociales y lo símbolos culturales a través de los cuales se estructuran las relaciones sociales. S. Tarrow, ant cit.

[21] Cárdenas, Luis: Ponencia de ROC Chile, sobre el derecho a la objeción de conciencia al SMO. Stgo, de Chile, 2004.

[22] Revista Punto Final, Nro: 515, "Sin Casco ni Uniforme"; 11/07/ 2007.

[23]

[24] La Red Chilena de Objeción de Conciencia se ha conformado, entre otros por: Corporación Servicio Paz y Justicia, SERPAJ Chile, Amnistía Internacional, Sección chilena, Centro Ecuménico Diego Medellín, CDEM, Comunidad Papa Juan XXIII, Corporación de Derechos Ciudadanos, SEAL, Agrupación de Educación para la Paz; Confraternidad Cristiana de Iglesias CCI, Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo, CODEPU, Corporación Chilena pro derechos juveniles, CODEJU, Departamento Justicia, Paz y Ecología, CONFERRE, Pastoral Juvenil de la Iglesia Evangélica Luterana en Chile, Vicaría Pastoral Social y Vicaría Pastoral de los trabajadores del Arzobispado de Santiago. En: PROPUESTAS DE OBJECIÓN DE CONCIENCIA: A considerar al momento de legislar en torno a la OC y al servicio ciudadano alternativo, Santiago, junio 2006.

[25] " Pelao" Carvallo, en entrevista a revista Punto Final, Nro 515, 11/07/2007.

[26] Realizan talleres de difusión de ideas antimilitarista en liceos de distintas comunas de Santiago. Además de una escuela de autoformación en verano e invierno.

[27] Los Veganos son un grupo anticapitalista que propone una alimentación y vestimenta que proteja los derechos animales. También se oponen a consumir productos de grupos como Nestlé, Coca-Cola y McDonald's ya que Estas empresas explotan a sus trabajadores en África, Latinoamérica, Asia y en los ex países socialistas. En: revista Punto Final, Nro 515, 11/07/2007.

[28] revista Punto Final, Nro 515, 11/07/2007 .

[29] "Pelao" Carvallo, en entrevista a revista Punto Final, Nro 515, 11/07/2007

[30] Ibidem.

[31] Ibidem. Ant.

[32] Revista Punto Final, Nro 515, 11/07/2007

[33] En intercambio por coreo electrónico con el autor de este texto (25 de julio del 2007)

[34] Revista Punto Final, Nro 515, 11/07/2007

[35] Revista Punto Final, Nro 515, 11/07/2007

[36] Ibidem

[37] Salazar, Gabriel: "Memoria Histórica y capital Social", Capital Social y P. Públicas en Chile, D. De Desarrollo Social, CEPAL, Stgo. de Chile, octubre de 2001.

[38] Diario La Nación, 5 de enero de 1995.

[39] Claudio Fuentes: «Los jóvenes y el servicio militar», La Nación, Santiago, 29 de mayo de 1994.

[40] La Nación, Santiago, 12 de agosto de 1994.

[41] La Nación (Revista del Viernes N° 4), Santiago, 23 de junio de 1995. Consulta a 60 jóvenes santiaguinos (entre 16 y 19 años).

[42] SERPAJ-CHILE: «Informe servicio militar obligatorio y violación de los derechos humanos en Chile. Julio 1995-abril 1997». SERPAJ-CHILE, Santiago, junio de 1997.

[43] Marcel Thezá, La Estrella, Valparaíso, 22 de marzo de 1997, p. 10.

[44] Dpto. de Sociología de la Universidad de Chile.

[45] Cristián Guerra, 19 años de edad. Salió en febrero 1994 del Fuerte Arteaga en Colina, es vendedor de una suelería. En Diario La Nación, Santiago, 12 de agosto de 1994.

[46] Diario, La Cuarta, Santiago, 02 de septiembre de 1997, p. 3.

[47] «Servicio militar: 201 años de debate», Diario La Nación, Santiago, 5 de diciembre de 1994.

[48] «Doble llamado al servicio militar», La Época, Santiago, 29 de noviembre de 1996.

[49] Homero Pizarro, entrevista en Centro de Educación y Capacitación Viña del Mar, CIDPA, junio de 1995.

[50] Abraham Plaza, hijo de militar, Diario "La Nación", Santiago, 12 de agosto de 1994.

[51] Todas las definiciones sobre este tema coinciden en un punto: la hipertrofia, la exageración, la pretendida globalidad que asumen las concepciones militares. Históricamente, el término comenzó a ser usado en Europa en la segunda mitad del siglo XIX. Se acepta que tuvo expresiones culminantes en la Alemania del Kaiser y también en Japón en los años 30. El nazifascismo significó su apogeo. Totoro, Dauno. "La Cofradía Blindada. Chile civil y Chile militar: Trauma y conflicto."ED. Planeta; Santiago de Chile, 1998

[52] Juan Carlos Yuste: «Los jóvenes ante las FF.AA.», SERPAJ-PARAGUAY, 1996.

[53] SERPAJ-PARAGUAY: «Rompan filas», SERPAJ-PARAGUAY, 1996.

[54] Ver SERPAJ-CHILE: «Informe servicio militar obligatorio y violación de los derechos humanos en Chile. Julio 1995-abril 1997». SERPAJ-CHILE, Santiago, junio de 1997.

[55] Totoro, Dauno. Ant cit.

[56] Totoro, Dauno. "La Cofradía Blindada. Chile civil y Chile militar: Trauma y conflicto."ED. Planeta; Santiago de Chile, 1998.

[57] Ibidem

[58] Federico López: «El tabú del gasto militar», Punto Final, Santiago, junio de 1996.

[59] El gasto militar efectivo es distinto al «presupuesto militar». Representa el total efectivamente gastado en un año, incluyendo todas las adiciones presupuestarias realizadas en ese mismo período.

[60] SERPAJ-CHILE: «Militarización y realidad social», Material de Discusión, SERPAJ-CHILE, Santiago, agosto-septiembre 1988.

[61] Ibídem.

[62] Federico López: Op. cit.

[63] Ibídem.

[64] Diario La Nación; s{abado 26 de abril de 2006.

[65] La Nación, Santiago, 12 de agosto de 1994.

[66] Punto Final N° 392, Santiago, mayo de 1997.

[67] Punto Final N° 391, Santiago, abril de 1997.

[68] Punto Final N° 392, Santiago, mayo de 1997.

[69] Punto Final, Santiago, abril de 1997, editorial.

[70] SERPAJ-CHILE: «Informe servicio militar obligatorio y violación de los derechos humanos en Chile. Julio 1995-abril 1997». SERPAJ-CHILE, Santiago, junio de 1997.

[71] Pesutic, Sergio: " ¿ Fuerzas Armadas? No, Gracias.". ED. Oximoron, Santiago de Chile, junio 1992.

[72] Rojas, Fernando: El Servicio Militar Obligatorio en Paraguay: entre la contestación social y la inercia de las instituciones del Estado autoritario. REDES, 2001, Paraguay.

[73] Informe en la Cámara de Diputados sobre el SMO, 1995.l

[74] DEFENSA PARA UNA SOCIEDAD DEMOCRATICA, Michelle Bachelet; Programa de Gobierno 2006 -10 (Pp. 101 - 103).

[75] "Pelao" Carvallo: "Ni Casco Ni Uniforme", en revista Punto Final, Nro 515. 11- 07 - 2007.

[76] Pesutuc, Sergio: " ¿ Fuerzas Armadas? No, Gracias.". ED. Oximoron, Santiago de Chile, junio 1992.

[77] Ibidem.

[78] La tradición comunitarista señala que la ciuadadnía de los sujetos se concreta en el horizonte colectivo y no antes, como un proceso de autodetrminación en el que influyen valores,, normas y formas de entender la sociadad. En: Montecinos, Egon: "Democracia y Multiculturalismo" ALPHA Nro 20, Diciembre 2004

[79] Montecinos, Egon: Democracia y Multiculturalismo: ¿ Son compatibles los derechos de la minorías con los principios orientadores de la democracia liberal?" Artículo, revista ALPHA Nro 20, Diciembre 2004. Universidad de Los Lagos, CEDER, Osorno, Chile.

[80] Ibidem.

[81] "Hemos formulado una política de defensa coherente con la estrategia de desarrollo del país y la política exterior de los gobiernos democráticos.... La aplicación exitosa de esta agenda ha abierto un camino de superación definitiva y sustentable de uno de los problemas importantes del Chile moderno: la persistente intervención militar en la política" (.....?). "DEFENSA PARA UNA SOCIEDAD DEMOCRATICA, Michelle Bachelet; Programa de Gobierno 2006 -10 (Pp. 101 - 103).

[82] Diario La Nación Chile, 18, de enero de 1998.

[83] Totoro, Dauno: "La Cofradía Blindada. Chile civil y Chile militar: Trauma y conflicto." ED. Planeta; Santiago de Chile, 1998

[84] Tercer Manifiesto de Historiadores en Chile: La Dictadura Militar y el Juicio de la Historia. Santiago de Chile, marzo 2007.

[85] Ibidem.

Countries
Theme

Añadir nuevo comentario