Violencia
Jørgen Johansen
Hay muchas maneras de definir la violencia. Un ex presidente de la Internacional de Resistentes a la Guerra, Narayan Desai, una vez dijo:
“Todo lo que perturba la armonía de la vida, es violencia”.
Cada escuela de noviolencia tiene su propia definición de violencia. No hace falta estar de acuerdo con Narayan en esta definición, pero es indudable que la violencia es mucho más que la simple violencia directa contra otros seres humanos.
Johan Galtung: violencia directa, estructural y cultural
El investigador para la paz Johan Galtung hizo una importante contribución al estudio de la violencia al hacer una distinción entre violencia directa y violencia estructural. Galtung definió la violencia directa como “el daño físico intencionado a otros seres humanos”, y la violencia estructural como “el daño a los seres humanos como resultado de injusticias en nuestras sociedades”. Más tarde, Galtung añadió el término “violencia cultural” a su concepto. La violencia cultural se refiere a las justificaciones culturales de la violencia directa o estructural. Es decir, la violencia cultural es lo que hace parecer justificadas la violencia directa y la estructural, y puede tomar la forma de relatos, canciones, uso del lenguaje, aspectos de tradiciones o religiones, suposiciones o estereotipos.
Los movimientos pacifistas se han centrado tradicionalmente en la violencia directa de los campos de batalla, pero en los últimos años se han añadido a su agenda otras formas de violencia: el coste de las guerras que reduce el presupuesto para sanidad y educación, la tortura, los asesinatos con armas de fuego en las escuelas, los nuevos sistemas de armamento, y, hasta cierto punto, la violencia doméstica. Otros movimientos sociales han trabajado contra la violencia psicológica (acoso), la violencia contra los animales, la violencia contra la naturaleza y diversas formas de violencia estructural, como la pobreza y cuestiones de justicia económica.
Por qué es importante entender la violencia
Si intentamos comparar diferente tipos de violencia, podemos tropezarnos con problemas enseguida. Si nos centramos únicamente en los resultados mortales de la violencia contra los humanos, veremos que se encuentran en diferentes “divisiones”. El número de personas asesinadas en confrontaciones armadas en campos de batalla ha estado alrededor de las 300 personas por día durante algunos años, o sea, 100.000 al año. Una cifra enorme, pero si la comparamos con otras causas de “muertes prematuras” en el mundo, las guerras tradicionales podrían convertirse en un problema menor. Según la Organización Mundial de la Salud, se producen 60 millones de muertes prematuras cada año, y como mínimo la mitad de estas muertes se debe a enfermedades curables fácilmente o a un acceso inadecuado al agua potable, alimentos y vivienda. Estos son ejemplos de violencia estructural que están matando cada día el mismo número de gente que todas las guerras en un año. De todos modos, deberíamos entender la violencia directa, como la guerra, como una manifestación de las más complejas violencia estructural y cultural, en cuyo interior se encuentra arraigada. Como resume la declaración fundacional de la Internacional de Resistentes a la Guerra:
“La guerra es un crimen contra la humanidad. Por ello me comprometo a no apoyar ningún tipo de guerra y a luchar por la eliminación de todas sus causas”.
El miedo a la violencia
Algunas formas de violencia producen mucho más miedo que otras. El “terrorismo” apenas aparece en las estadísticas, mientras que el miedo al terrorismo es muy elevado. El miedo al “terrorismo” es real, pero el “terrorismo” no se encuentra entre las diez mayores causas de muerte prematura en ningún país. La única excepción podrían ser los países que sufren guerras a gran escala. En general, el riesgo de morir como producto de acto de violencia por motivos religiosos o políticos es casi nulo, mientras que las probabilidades de que el autor sea tu pareja o u otra persona cercana son mucho más elevadas. Esto no quiere ser una falta de respeto por las víctimas de esta violencia por motivos políticos, pero es importante examinar cómo el miedo a la violencia puede ser diferente a lo que realmente se experimenta, mientras que otras formas de violencia son ampliamente ignoradas.
Cómo distinguimos la violencia
A veces las sanciones se consideran un método novioleto, como una alternativa al conflicto violento. Sin embargo, incluso las sanciones ordenadas por la ONU pueden tener consecuencias muy violentas. Durante y después de la primera Guerra del Golfo en 1991, Iraq fue castigado con sanciones por el Consejo de Seguridad de la ONU. El objetivo era perjudicar al presidente iraquí Sadam Hussein, y hacer que fuera tan impopular que la población de Iraq intentara derrocarlo. Sin embargo, en un país gravemente dañado por los bombardeos masivos, los efectos de un embargo financiero y comercial casi completo fueron devastadores. En el momento en que las sanciones fueron sustituidas por una nueva guerra (la ocupación de Iraq en 2003), 1.5 millones de personas habían muerto como consecuencia de las sanciones. Esto es un ejemplo más de violencia estructural; el número total de víctimas fue superior al de personas asesinadas por armas nucleares, biológicas y químicas en toda la historia humana. Una razón para oponerse a las armas de destrucción masiva es que no distinguen entre civiles y combatientes, pero estas sanciones fueron extremadamente selectivas: a Sadam Hussein y sus generales nunca les faltaron medicamentos, agua, alimentos o vivienda. La peores consecuencias de las sanciones las padeció la gente pobre, enferma, los recién nacidos, la gente anciana, y todos aquellos que no podían acceder a los recursos necesarios para la subsistencia.
Visiones normativa y descriptiva
Un debate más teórico sobre la violencia puede ser útil para lograr una comprensión más profunda de sus matices. Para ello, puede ser útil separar la visión normativa de la descriptiva. Una visión normativa tiene en cuenta el contexto en el que sucede la acción, mientras que la visión descriptiva intenta limitar nuestra perspectiva dentro de una definición concreta. Ésta es una definición de violencia breve y descriptiva:
“Violencia es toda acción que reduce las posibilidades que tiene un ser humano para vivir una vida acorde con sus plenas capacidades”.
Usando esta definición, podemos decir que cortarle un brazo a una persona es un acto que reduce su capacidad para vivir su vida, y por lo tanto debería considerarse violento. Sin embargo, ese acto de hecho será juzgado de manera muy diferente dependiendo de quién y por qué lo hace. Por ejemplo, los paramilitares en Colombia han utilizado sierras mecánicas para cortarles los brazos a los jóvenes que se niegan a seguirlos, y ello es claramente un acto de violencia brutal. En contraste, cuando un médico amputa un brazo infectado para prevenir la muerte de un paciente, no se nos ocurre pensar que eso sea un acto de violencia, sino un tratamiento para salvar la vida. En ambos casos, la persona pierde un brazo y tendrá una reducida calidad de vida, lo cual se ajusta a la definición descriptiva de violencia que hemos enunciado antes, pero el contexto normativo para estas dos acciones las sitúa en extremos opuestos del espectro moral.
Si entramos en el debate de la violencia contra los animales, el sabotaje contra objetos, la destrucción de la naturaleza o todas las formas de violencia estructural o cultural, nos daremos cuenta enseguida de que la mayoría de las actividades humanas pueden considerarse como formas de violencia. La destrucción de objetos materiales a veces se considera justificada. Así, el movimiento Ploughshares sabotea sistemas de armamento letal, grupos ambientalistas destruyen maquinaria empleada para talar bosques tropicales, y los grupos animalistas han causado daños a laboratorios donde se llevan a cabo experimentos con animales. En estos casos, quizás más importante que saber si estas acciones pueden ser catalogadas como “violentas” o “noviolentas” (visión descriptiva) es si podemos justificarlas o no (visión normativa).
Por lo tanto, es de la mayor importancia que basemos nuestras actividades en normas reflexionadas previamente y que podamos defender cuando sean cuestionadas. No existen respuestas fáciles a todas estas cuestiones.
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