Dror Etzion

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Después de realizar el servicio militar (durante 3 años), los israelies tienen que, según la ley, realizar tareas en la reserva (30 días cada año) hasta la edad de 50. El grupo "Valentía para rechazar", que ahora tiene más de 600 miembros, hace una llamada al rechazo a cualquier servicio militar en los Territorios Ocupados. En este caso, los objetores son sentenciados con frecuencia de dos a cuatro meses de prisión en una cárcel militar.

Dror Etzion se unió a "Valentía para rechazar" en el 2003. Hasta entonces, no pasó tiempo en la cárcel. En enero del 2004, nos informó de su lucha personal contra los militares.

Tengo 34 años, estoy casado y tengo una preciosa hija de 4 meses que se llama Abigail. Vivo en Mosha, una pequeña ciudad a 35 minutos de Tel Aviv. La mayor parte de mi carrera he trabajado en la industria de alta tecnología, pero debido a la situación de los pasados años, ahora me encuentro trabajando en una ONG internacional (llamada "El Paso Natural") que se dedica a mejorar la responsabilidad medio ambiental y social de las empresas.

La Ocupación y Yo

Nunca me he considerado un tipo macho y combatiente como otros miembros del movimiento. Durante mi servicio militar formé parte del Ejército de Inteligencia (un oxímoron, como dice el chiste…) donde serví durante 4 años desde 1987 hasta 1991. Trabajé en una unidad muy profesional, dedicada unicamente a reunir inteligencia, situada en un bunker bajo tierra en un lugar secreto, por lo que no salía mucho.

Sólo tuve tres encuentros reales con la ocupación. Mi entrenamiento básico tuvo lugar en los territorios ocupados, en 1987 unas semanas después del comienzo de la Intifada. Es difícil acordarse ahora, pero antes de 1987 los territorios eran una zona calmada, casi nadie hablaba de ellos y todo parecía normal. De repente todo se convirtió en un infierno, y la vida fue tomada por sorpresa. La mayor parte de los soldados disponibles fueron utilizados para parar los disturbios. Debido a que nosotros estábamos en medio de los territorios, todo el personal que estaba a cargo de nuestro entrenamiento fue inmediatamente enviado y nos dejaron prácticamente tirados y por nuestra cuenta la mayor parte del entrenamiento básico. Me acuerdo que tenían miedo de dejarnos salir de la base durante las vacaciones, y cancelaron la cermonia al final del entrenamiento, ya que no querían que los familiares de los miembros se pusieran en peligro cuando vinieran a visitarnos.

Otro encuentro más significativo con la ocupación tuvo lugar durante mi entrenamiento como oficial, en 1989. Por aquel entonces, era habitual que los entrenados pasaran dos semanas de guardia en la ocupación, lo que tenía dos propósitos – fortalecer las fuerzas allí desplegadas y entrenar a los futuros oficiales a que hagan el trabajo. Nos enviaron a un campamento de refugiados en Dir el Balah, Gaza.

Estoy sorprendido porque cuanto más pasa el tiempo me doy cuenta de lo avergonzado que estoy de las dos semanas que pasé allí. Teniendo en cuenta que estuve allí en un período relativamente calmado (la Intifada sólo tenía 2 años de existencia desde que se había establecido). En realidad, nada irregular sucedió – sólo simples patrullas y actividades rutinarias.

Recuerdo que nuestro grupo de soldados caminaba en formación en una carretera polvorienta del campamento cuando de repente unos chicos que corrían nos tiraron piedras. No soy muy bueno para adivinar las edades pero creo que tenían entre 8 y 12 años. Nuestro oficial atrapó a uno de ellos y los soldados le rodeamos. Agarró al chico del brazo izquierdo con fuerza y derrepente, sin venir a cuento le pegó en la cara – con fuerza. Soy un buen chico, y creo que ese es el único signo de violencia que he visto en toda mi vida. Creo que todos los soldados se quedaron boquiabiertos, dándose cuenta que habían presenciado la ruptura de un tabú, comprendiendo que la brutalidad y la atitud de sheriff aministrando "justicia" improvisada estaba justificada, y esta persona actualmente entrena a futuros oficiales de la IDF. No recuerdo que pasó con el chico, creo que después de más chillidos e intimidación le dejó marchar.

Me acuerdo de otros incidentes mundanos que hicimos – entrando en casas de familias durante la noche mientras dormían, despertándoles y registrando sus casas. Deteniendo a peatones en las calles ordenándoles pintar encima de los grafiti antisraelista. Recuerdo una vez que estaba tan cabreado porque me tiraron piedras que corrí a la cabeza del grupo para atrapar personalmente al chico. Recuerdo que casi lo atrapo, la adrenalina que corría por el cuerpo y la falta de aliento cuando paré después de haberlo perdido. ¿Qué habría hecho si le hubiera atrapado? Me gusta pensar que hubiera recuperado el sentido común, pero no lo se.

Mi último encuentro con la ocupación fue en 1994, como reservista. Nos ordenaron vigilar un asentamiento cerca de Ramallah, y salvaguardar las líneas de autobuses que rodean el asentamiento. Por aquel entonces estaba políticamente más conciente de la situación, y sentí que había algo que no estaba bien. Teníamos coches Citroen configurados y especiales, donde un soldado puede sentarse en la parte trasera de espaldas con una pistola en el regazo, y conducíamos y conducíamos y conducíamos, intentando mantener el ritmo de los autobuses. Una rutina monótona, como casi todos los trabajos del ejército. No teníamos casi ningún contacto con los palestinos. Las personas del asentamiento intentaron que simpatizáramos con su causa invitándonos a sus casas y preguntándonos acerca de nuestro bienestar. Estuve allí durante las vacaciones de Pascua, probablemente parecido a la Navidad para los cristianos, donde las familias se reúnen para festejar. Debido a que estábamos atrapados en el asentamiento, los comandantes permitieron que nuestros familiares nos visitaran y compartieran el espíritu de las vacaciones con nosotros. Decidí reunir algunas de las latas que contenían comida horrible y me monté en el coche con Druze, la única otra persona que no quería estar con las personas del asentamiento. Nos dirigimos a un lugar retirado con una vista increible del desierto donde compartimos jamón cocido en lata y conservas en vinagre. Hicimos un picnic durante el atardecer y la salida de las estrellas.

Pero un día ocurrió un incidente serio. Una noche estaba conduciendo con otros soldados cuando de repente un estruendo enorme me asustó. Me tomó un segundo para darme cuenta. El parabrisas del coche estaba destrozado y no había visibilidad. Estábamos en una carreterra estrecha con edificios a ambos lados. Cuando salimos del coche nos dimos cuenta que nos habían lanzado un ladrillo, con tanta precisión, probablemente desde uno de los edificios. Si el parabrisas no hubiera estado blindado seguramente que el ladrillo lo hubiera atravesado. (Ahora, 10 años después, el ataque no hubiera sido tan suave – seguramente hubiese habido disparos) Por supuesto, no sabíamos que hacer, así que rompimos el parabrisas y nos volvimos a casa. Más tarde, descubrí que había actuado de manera inapropiada y se suponía que teníamos que haber cazado a los atacantes. Aunque parezca extraño, hasta hoy he ocultado lo sucedido ese día a mis padres, protegiéndoles exageradamente de su exagerada protección.

Seruv y yo

Normalmente, las tareas de la reserva no me llevan a los territorios ocupados. No he estado allí desde 1994. Me pidieron que fuera a principios del 2003. Entonces decidí unirme a "Valentía para rechazar" y firmé una carta. El movimiento me ayudó proporcionándome información y dándome consejos.

Me llamaron para una entrevista con un comandante del ejército un mes antes de mi incorporación a la reserva. Docenas de personas esperaban en fila para ser entrevistados también. Todos tenían problemas familiares, de trabajo, de salud que parecían justificar su negación al servicio militar. Al parecer, yo era allí el único objetor de conciencia y para colmo también un oficial. El comandante fue muy sincero conmigo y me dijo que personalmente compartían la misma opinión que yo pero sus creencias no le permitían infringir su servicio militar. Hablamos por un largo tiempo y me sugirió que tomara un papel menos importante, participando solamente en las patrullas matinales en los territorios ocupados y pasando la noche en casa. Una o dos semanas después de la fecha de incorporación, recibí una llamada diciendo que no necesitaba ir.

Unos meses más tarde, me llamaron otra vez, pero esta vez mi mujer estaba apunto de dar la luz por lo que lo cancelaron inmediatamente.

Al final retrasaron la incorporación hasta noviembre. Fui a la entrevista otra vez pero esta vez me sugirieron que sólo hiciera 3 días, en el propio Israel, para entrenar a los soldados que harían guardia en el asentamiento. Esto me puso en una posición difícil. Por un lado esto es obviamente un servicio relacionado con la ocupación. Por otro lado, la postura oficial de"Valentía para rechazar" (y la mía) es de realizar cualquier servicio militar siempre que sea en Israel. Finalmente decidí que apoyo la ocupación de tantas formas (impuestos, comercio, haciendo otros trabajos en la reserva y liberando a un soldado para volver a los territorios) que decidí seguir adelante. No sé si lo haría otra vez. Estaba orgulloso de haber visto a otro soldado rechazar el servicio militar. Le sentenciaron a 24 días de cárcel.

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