Desde el momento que nacen, niñas/os y jóvenes en todo el mundo están expuestos a las fuerzas armadas y a los valores militares que los rodean. Se les enseña que las fuerzas armadas y la violencia pueden resolver los problemas.
A esto le llamamos la militarización de la juventud.
En algunos países, esta militarización es visible y evidente: jóvenes (principalmente, aunque no exclusivamente, hombres) son obligados a unirse al ejército a través del reclutamiento. Esto puede incluir reclutamiento forzado o reclutamiento de niñas/os.
En muchos lugares más, incluso donde el reclutamiento ha sido suspendido o abolido, los gobiernos, traficantes de armas y otros que se benefician con la guerra tienen un interés particular en adoctrinar a jóvenes para que vean las acciones militares como algo positivo, para que – ahora y en el futuro - acepten la guerra, ya sea participando ellas/os mismos, votando por gobiernos que emprendan guerras, permitiendo que sus impuestos se usen en librar guerras. En estos contextos, quienes detentan el poder no reclutan los cuerpos de las/os jóvenes: reclutan sus mentes y su dinero.