Police militarisation

en

Samantha Hargreaves de WoMin—una alianza africana dedicada a las cuestiones de género y las industrias extractivas— habla con Andrew Dey, miembro de IRG, sobre las relaciones entre el género, las industrias extractivas y el militarismo en África, y sobre las acciones que está llevando a cabo esta alianza para contrarrestar la situación.

– Cuéntenos sobre la labor que realizan. ¿Qué es WoMin? ¿Cuándo se formó y cómo está compuesta esta alianza? ¿Cuáles son los asuntos críticos en los que trabajan?

– WoMin se puso en marcha en octubre del 2013. Trabajamos con aproximadamente 50 organizaciones afiliadas en 14 países de África meridional, oriental y occidental. La mayor parte de nuestros socios se dedican a tratar cuestiones relativas a las tierras, los recursos naturales, las industrias extractivas, la justicia ambiental y climática, y los derechos de las mujeres. En general, nuestro trabajo con las organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres ha representado un desafío debido al hincapié que hacen en cuestiones de género más “tradicionales”, como la violencia contra las mujeres, la educación y la salud de las mujeres y las niñas; una cantidad más pequeña trabaja en temas relacionados con el medioambiente, las tierras y otros asuntos de justicia económica.

Mujeres de WoMin y el intercambio de carbón, en África meridional. Fotografía: Heidi Augestad

Nick Buxton

Para cualquier persona relacionada con el militarismo, las noticias de los ataques terroristas de Bruselas supusieron una sensación familiar de terror. Sufrimos al escuchar historias de más vidas inocentes perdidas, y sentimos aprensión al saber que los atentados predeciblemente alimenten nuevos ciclos de violencia y horror en comunidades seleccionadas tanto aquí como en el extranjero. Todo esto crea el mundo binario que tanto los neoconservadores como los terroristas buscan: una era de guerra permanente en la que toda nuestra atención y recursos son absorbidos y se ignoran las verdaderas crisis, las de la pobreza, desigualdad, desempleo, marginación social y crisis climática.

La militarización es el proceso por el cual los valores y normas del ejército entran en otras áreas de nuestra vida social. Las fuerzas policiales son particularmente susceptibles a este proceso, y muchos países están pasando por la tendencia de que sus fuerzas policiales se están volviendo cada vez más militarizadas: armas más pesadas, disciplina más jerárquica, normas de género hipermasculinas y a menudo un producto del asedio o de mentalidad de guerra. Puedes leer más sobre esto en nuestra última edición de War Profiteers News aquí.

Tara Tabassi (Liga de Resistentes a la Guerra) y Andrew Dey (Internacional de Resistentes a la Guerra)

Members of Indonesia's

Como activistas antimilitaristas estamos bien posicionados para ver el poder que ejerce la policía en industrias de armamento y agendas militaristas tan amplias. La comprensión de este poder policial en los distintos contextos del mundo es clave para que los activistas que luchan contra la militarización puedan mantener el control sobre el poder policial en nuestras comunidades. Las fuerzas policiales suelen actuar para mantener una distribución del poder statu quo injusta en la sociedad y tienden hacia enfoques hegemónicos donde unos tienen el poder sobre otros, en especial cuando la percepción de amenaza es alta – la policía es una forma de control social y la militarización aumenta su poder. La militarización significa fusiles, tanques armados y drones, pero también es un estado de ánimo. Las mentalidades militarizadas han impregnado muchas fuerzas policiales y han aumentado radicalmente la fuerza de la violencia policial contra nuestras comunidades.

Tahoe Resources es una empresa minera canadiense. A mediados del 2010 Tahoe adquirió de Goldcorp la mina El Escobal en el sudeste de Guatemala. El Escobal es una mina que contiene en su gran mayoría plata, pero también oro, plomo y zinc. Algunos analistas sostienen que es una de las minerías de plata más grande del mundo. El Escobal se encuentra a aproximadamente 40km al sudeste de la ciudad de Guatemala y a 3km de San Rafael los Flores.

por Rosa Moiwend

Papúa Occidental, antigua colonia holandesa, fue ocupada por el ejército indonesio en 1963. El marco internacional que permitió esta ocupación se basaba en el interés económico y político de los Estados Unidos apoyado por sus aliados, los Países Bajos, el Reino Unido y Australia. La ONU denegó activamente el derecho de autodeterminación a los habitantes de Papúa Occidental y apoyó la ocupación indonesia. Durante los primeros años de la ocupación por parte del gobierno indonesio, la resistencia de Papúa Occidental fue brutalmente aplastada a través de operaciones militares y bombardeos aéreos. Dos años antes la ONU facilitó formalmente el traspaso de la soberanía holandesa a Indonesia - todo ello sin el consentimiento de la población de Papúa Occidental. Los EEUU e Indonesia crearon una enorme mina de oro y cobre en el país. Desde el comienzo, la mina de Freeport fue declarada patrimonio nacional y un proyecto de seguridad protegido por una gran presencia militar indonesia. El colonialismo a la antigua usanza marcado por la ocupación territorial por una fuerza militar se mantuvo, pero aumentó por el neo-colonialismo: una inversión intensiva de capital en las industrias extractivas y la afluencia de un gran número de indonesios para desplazar a los papúes occidentales indígenas. En los primeros años el programa de transmigración del gobierno indonesio fue financiado por el Banco Mundial. Aunque sobre el papel, el proyecto estaba diseñado como un desarrollo para beneficiar a 'los pobres', en realidad el único objetivo del gobierno indonesio era proteger su integridad territorial. Fue en realidad el desarrollo militarizado el que estaba causando pobreza.

Theodore Baird1

Un número de académicos, periodistas y activistas han argumentado que podemos estar siendo testigos del desarrollo de un “complejo de seguridad-industrial” en Europa que se asemeja al anterior “complejo militar-industrial” de la Guerra Fría. El complejo de seguridad-industrial de la frontera se refiere a las relaciones entre el ejército, la seguridad y la industria privada dentro de un mercado global para el diseño y la puesta en práctica de tecnologías para la seguridad fronteriza.

David Scheuing

Londres: en mi diario retorno a casa, me cruzo con frecuencia —en el metro, en la estación— con policías fuertemente armados que “protegen” a los ciudadanos, la infraestructura, la vida y la economía, siempre atentos. Sin embargo, esta vigilancia no es inofensiva ni inocente. Mata. Este mes de julio se cumplió el triste 10.° aniversario de la muerte de Jean Charles de Menezes, asesinado en la abarrotada estación de metro de Stockwell, Londres.1

Subscribe to Police militarisation