Carta de 2 activistas de Belgrado

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Queridos/as amigos/as:

El final de los bombardeos de la OTAN ha supuesto en lo inmediato un respiro en Belgrado, pero nos ha dejado un sentimiento de vacío y una gran incertidumbre con respecto al futuro. Estamos perturbados por las imágenes que hemos recibido vía satélite, por la evidencia horrible de las atrocidades cometidas por las fuerzas militares y paramilitares yugoslavas en Kosovo, y por la retirada de vehículos armados con soldados que agitaban banderas y botellas mientras cantaban (!de retirada¡). Todo sazonado con pormenorizadas felicitaciones repitiendo el "hemos vencido", en la TV serbia, medallas a los oficiales y generales heroicos, y nuestro dictador, nada preocupado por la acusación de criminal de guerra, anunciando la reconstrucción del país. Aliviados porque se han detenido las monstruosidades de la guerra, sentimos preocupación por las venganzas, a pesar de la presencia de KFOR, contra la población civil serbia y los albaneses de Kosovo denominados colaboradores hasta por un comentarista de la BBC. Tras el increíble bombardeo, que como pensábamos no debilitó al régimen, nos preguntamos con amargura qué calificativo merecemos quienes hemos estado trabajando sin desmayo y movilizándonos todos estos años desde 1991 por la paz y el derecho a hacerse oír de una sociedad pluralista, multiétnica, civil y abierta. Somos las víctimas en la tierra del extremismo del régimen que nos expulsa de la comunidad, somos víctimas de las bombas lanzadas desde al aire (cuyos efectos ecológicos y psicológicos son catastróficos) y ahora la comunidad internacional nos echa sobre las espaldas la culpa colectiva y el castigo consiguiente, excluyendo a las ONGs y a los sectores académicos de todo diálogo.

Todo esto considerado conjuntamente produce un contexto esquizofrénico en el que tenemos que pensar sobre las premuras del mañana sin azúcar en las tiendas, sin gasolina en las estaciones y sin dinero en los bolsillos. Resulta aún más deprimente pensar en el inmediato verano, un año más sin vacaciones, y en el próximo invierno sin calefacción; y además las oscuras perspectivas con las instituciones prevalentes (al margen de la legalidad) en las que ganamos nuestros sueldos (léase ayuda humanitaria), en las que se multiplican los nuevos "patriotas". En la primera sesión del Parlamento tras los bombardeos se huele a depuraciones internas, lo que demuestra lo poco que se ha debilitado el régimen. Así vemos cuán limitados nos encontramos en tales circunstancias nosotros, semillas de la otredad y esa comunidad que podría estimular la reconciliación dentro del país y mucho más en la región entera.

Oímos a Clinton declarando "no habrá ayuda para Serbia mientras el dictador permanezca en el poder" y subrayando, "no somos nosotros quienes vamos a ocuparnos de él, os corresponde a vosotros serbios saber cómo lograr el cambio". La triste realidad a medida que el país se hace más pobre (pues Serbia se encuentra devastada económica y financieramente) es que las probabilidades de cambio hacia la democracia liberal decrecen, la pobreza produce una distribución de la miseria y una economía de racionamiento, así como una dictadura autoritaria, tipo junta militar, con el final de las operaciones armadas.

Claro que se trata de resistir y explorar la necesidad de un cambio bien por elecciones libres -que desgraciadamente tendrían lugar en una situación de lavado de cerebro de una población xenófoba y "patriota" que "ha derrotado a la OTAN", sin medios libres para promover una alternativa (o al menos permitir que la opinión pública se entere de lo ocurrido), sin control sobre las urnas y el escrutinio. Incluso si se ganaran las elecciones, quedaría el asunto de la toma del poder, como en las locales de 1996; los partidos que hoy están en el poder no son sino las fracciones de un mismo bloque, la prolongación del sistema de partido único. Todavía no hemos traspasado el umbral de la democracia.

Los partidos de oposición y alternativos se están consolidando poco a poco pero en tres bloques que comparten la fragmentación entre numerosos partidos dominados por un liderazgo personal y grupos de ONGs, desunidos, desorganizados (sin posibilidades para desplazarse y darse a conocer a la opinión pública, ni siquiera para disponer de unos locales dignos). De modo que a pesar de la insatisfacción de la mayoría de la población por la situación económica real (el sueldo medio de un trabajador metalúrgico es de 41,8 marcos, y muchos trabajan sin recibir salario desde hace tiempo), la retórica "patriótica" domina mentes y medios de comunicación como una droga y esto durará quizás meses.

¿Cual es la alternativa? Un apoyo internacional más constructivo, legitimado y visible a las fuerzas democráticas alternativas, a las ONGs que tienen una trayectoria probada de impulso a la sociedad civil, a los medios libres y a proyectos alternativos que promovían la democracia diseñados antes de los bombardeos y que se han debilitado pero han sobrevivido a los recientes acontecimientos.

Pero en este estado de vacío, con la atención centrada en Kosovo, la próxima catástrofe podría ocurrir en el centro del país. Tememos que este escenario no nos permite "poner nuestra casa en orden" sino que por el contrario nos vemos amenazados también nosotros. Pedimos comprensión y un apoyo bien definido.

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