Converger en la reconversión

Milan Rai

Una de las cosas que los movimientos contra el cambio climático y por el desarme pueden aprender el uno del otro y cooperar el uno con el otro es en el área de las soluciones. Si ambos movimientos tienen éxito, significa que vamos hacía una economía desmilitarizada y libre de emisiones de CO2. Vamos a transformar los sectores energético e industrial de nuestra economía, un tema mayor en países como Gran Bretaña, Francia y los EEUU, que tienen altas emisiones y altos presupuestos militares.

En el movimiento contra el cambio climático, es habitual hablar de una “transición justa” hacia una economía de bajas emisiones de CO2. En 2008, el congreso de sindicatos británicos (TUC), la federación nacional de sindicatos, definió la “transición justa” como una que gane el apoyo público para unas desesperadamente necesarias políticas ambientales asegurando “una distribución justa de los costos y beneficios de dichas políticas en toda la economía”, e implicando a aquellos afectados por los cambios en la realización de los planes económicos. Parte de una “transición justa” es un “marco o mecanismo nacional que garantice una planificación a largo plazo y toma de decisiones representativa sobre la transición medioambiental”.

El TUC subrayó que “son necesarias medidas de transición justa para garantizar que la pérdida de empleos como resultado de la transición ambiental sea mínima y que el cambio en el interior de los sectores no ocurra a expensas de un trabajo decente y unos contratos decentes”. También señaló que “es necesaria una estrategia de transición justa para grantizar que las iniciativas mediambientales que no estén relacionadas necesariamente con el empleo -por ejemplo las tasas ambientales- no incidan sobre los grupos de menores ingresos”.

Aquí hay responsabilidades morales y también problemas estratégicos. Si esta clase de disposiciones no está hecha para los trabajadores de las industrias con altas emisiones de CO2, ellos y sus familias, las comunidades en las que viven, y los sindicatos que los representan, es de esperar que se resistan y frenen la transición hacia una economía con bajas emisiones de CO2.

Reconversión nuclear

Aquí hay una conexión con algo que es importante para el movimiento por el desarme nuclear. Por ejemplo, existen problemas morales y cuestiones estratégicas relativas al efecto sobre el empleo si el gobierno británico decide no reemplazar los Trident con un similar sistema de misiles balísticos lanzados desde submarinos. Esta decisión sobre el reemplazo de un sistema por otro similar se tomará en 2016.

Activistas en una concentración contra el reemplazo del sistema Trident
Activistas en una concentración contra el reemplazo del sistema Trident

 

El Nuclear Education Trust llevó a cabo en 2012 un informe de alternativas para la localidad de Barrow-in-Furness, donde casi 5000 personas trabajan construyendo los submarinos militares británicos. Dos de sus cuatro recomendaciones fueron:

  1. 'El Gobierno debería emitir una declaración clara y vinculante de su responsabilidad hacia Barrow (y hacia cualquier otra ciudad que dependa excepcionalmente de los contratos militares) en el caso de que se modifiquen las decisiones sobre pedidos militares.

  2. En el caso de una decisión de proceder con una opción distinta del reemplazo por un sistema similar y que signifique un descenso del empleo, el Gobierno debe proporcionar un inmediato, sostenido y considerable apoyo, que debería incluir por ejemplo partidas de reconversión de hasta 100 millones de libras por cada 1000 empleos perdidos en la economía local'.

Esto señala en la dirección de un movimiento pacifista equivalente al concepto de “transición justa” de la TUC, una “transición justa” lejos de la producción militar en dirección a una producción socialmente útil.

El pensador más importante de la reconversión de la industria militar a producción civil fue Seymour Melman, de la Columbia University, Nueva York. Melman hizo notar una vez que los EEUU tenían una agencia de control de armamento y desarme en Washington que no incluía “ni una sola persona dedicada a pensar en los problemas de cómo formular, negociar o implementar una reversión de la carrera armamentística”. Añadió que:

“De hecho, la idea de revertir la carrera armamentística como forma de aumentar la seguridad ha sido virtualmente barrida del debate público. La prensa no habla de ello. Las revistas de opinión no hablan de ello. Las universidades no hablan de ello. Y lo peor de todo, en mi opinión, las organizaciones pacifistas no hablan de ello. Mientras las organizaciones pacifistas no hagan suya la reversión de la carrera armamentística y los problemas paralelos de qué hacer con la economía capitalista controlada estatalmente de la carrera de armamento, entonces las organizaciones pacifistas están participando en una especie de charada. Mucho hablar de la paz, pero, ¿qué es la paz? En nuestra época, la paz no es simplemente la ausencia momentánea de guerra. Debido a la actividad sostenida de la planificación de la guerra, de la preparación de la guerra, la paz tiene que significar la disminución del poder de decisión de las instituciones que llevan a cabo la guerra. Si esto se pone en marcha, entonces nos estaremos moviendo en el camino hacia la paz”.

Melman subrayó la necesidad de dar poder a la gente trabajadora en el proceso de reconversión. La legislación que él apoyaba, fijaba que, en cada factoría, laboratorio o base militar que diera trabajo al menos a 100 personas, debería establecerse un “comité de uso alternativo” formado por al menos ocho personas “con representación equitativa de los trabajadores y la dirección de la instalación”. Melman escribió: “El conocimiento de primera mano de los empleados del establishment de defensa es esencial para la reconversión. Así pues, la reconversión debe hacerse localmente; ninguna oficina central lejana puede poseer el conocimiento necesario de la gente, las instalaciones y los alrededores”.

Entonces habría una legislación nacional que apoyara la planificación de la reconversión económica, y habría una acción descentralizada en las propias instalaciones militares. Hay aquí un claro paralelismo con la experiencia alemana con la energía renovable, que Naomi Klein cita en su libro This Changes Everything:

“La solución no es con toda claridad la nacionalización de la energía siguiendo los modelos existentes. Las grandes empresas de petróleo propiedad de los estados son tan voraces en la búsqueda de grandes reservas de carbono como sus contrapartes del sector privado... Un modelo mejor sería un nuevo tipo de empresa pública -drigida democráticamente por las comunidades que la usan, como cooperativas o “comunes”, como el escritor y activista David Bollier y otros han perfilado. Este tipo de estructura posibilitaría que los ciudadanos pudieran exigir mucho más de sus empresas energéticas que ahora... La transición [hacia la energía renovable en Alemania] ha ocurrido, en primer lugar, dentro del contexto de un programa nacional de gran alcance de tarifas reguladas que incluye una mezcla de incentivos diseñado para garantizar que cualquiera que quiera empezar en la generación de energía renovable pueda hacerlo... Esto ha alentado a pequeños agentes no corporativos a convertirse en proveedores de energía renovable -granjas, ayuntamientos y cientos de cooperativas de nueva formación. Eso ha descentralizado no sólo la energía eléctrica, sino también el poder político y la riqueza”.

La revolución renovable alemana creó casi 400.000 empleos cuando el porcentaje de energía renovable en la generación eléctrica pasó del 6% en 2000 a casi el 25% en 2013.

Otro aspecto de la obra de Melman que podría ser relevante para la política climática es que su kegislación de reconversión preferida creaba también “una comisión nacional dirigida a incentivar la planificación de inversión de capital por ciudades, países, estados y el gobierno federal en todas las áreas de infraestructura -la red de instalaciones y servicios que sostienen una sociedad industrial moderna”.

Podemos ver como esta clase de ideas que proceden del ámbito del desarme convergen con las recomendaciones en la tradición de la “transición justa” en el ámbito de la lucha contra el cambio climático. Hay más cosas que pueden ser exploradas aquí, y que deben ser exploradas si nos tomamos en serio conseguir producir cambios en los desafíos civilizatorios que afrontamos.

Milan Rai es editor de Peace News. Estas ideas se explorarán en el campamento de verano de Peace News 2016, del 28 de julio al 1 de agosto. http://peacenews.info

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