Bolivia

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El pasado 22 de Marzo del 2016 el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) Boliviano, rechazó el derecho a la objeción de conciencia como alternativa a la prestación del servicio militar obligatorio. Esto, en el marco de un amparo constitucional interpuesto por el objetor Ignacio Orías Calvo, de 18 años, quien se acogió a este derecho fundamental basado en sus creencias religiosas. 

La Razón (Edición Impresa) / Ramiro Sánchez Morales

Según la doctrina, la objeción de conciencia es la potestad que tiene una persona para resistirse a obedecer un imperativo o mandato jurídico invocando la existencia de un dictamen de conciencia que le impide sujetarse al comportamiento prescrito por el ordenamiento.

Es, pues, una potestad que permite al individuo negarse a cumplir una obligación establecida por el Estado, como es, entre otros, el servicio militar obligatorio, cuando esa actividad constituye la realización de conductas que se contraponen a sus convicciones íntimas, de manera que los Estados, en el marco de las normas previstas por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, lo consagran como un medio o mecanismo de exoneración de la obligación estatal.

Un objetor de conciencia en Bolivia, José Miguel Orías, ha sido reconocido como tal en un juzgado de La Paz, puesto que cumple las condiciones estipuladas para ello. El Tribunal Constitucional revisará ahora la decisión tomada en La Paz; esto seguramente tendrá lugar en los próximos seis meses. El Ministro de Defensa boliviano ha rechazado públicamente la posibilidad de que Bolivia reconozca el derecho a la objeción de conciencia al servicio militar, con lo que puede ser que el Tribunal Constitucional refleje su opinión.

César Padilla, Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina, OCMAL

No es novedad que el extractivismo en América Latina ha ido imponiendo un modelo de extracción y exportación, cada vez más profundo. La competencia por ser destino de inversiones mineras, petroleras, forestales o pesqueras es una característica de la mayoría de los países de la región.

Sin embargo, el extractivismo recibe cada vez más críticas de amplios sectores de la sociedad incluida la academia y los movimientos sociales.

Petróleo y minerales son dos recursos que el sistema consume con una voracidad y ansiedad similares a la adicción, al colmo que cuando estos recursos están en peligro de escasear ya sea por su agotamiento o por una subida de los precios internacionales el sistema entra en crisis, en un "delirium tremens" y es capaz de matar, de robar y de asaltar a mano armada, con tal de volver a inyectarse en su economía el flujo de estos dos recursos. Lo vimos en Irak y en Medio Oriente de lo que es capaz por el petróleo, vimos en Conga Perú y en cada uno de nuestros países llamados "mineros" de las muertes y violencia que esta dispuesto a desencadenar por el oro y otros metales.

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