Editorial

"Esto lo cambia todo", dice Naomi Klein en su célebre libro sobre el cambio climático.

Pero, ¿nos ha cambiado ya? ¿Cómo han respondido los movimientos antimilitaristas al reto del cambio climático, ahora y en el futuro? Se trata de un reto que, una vez más, pone al descubierto las enormes desigualdades de poder en el mundo, con las actividades de las naciones industrializadas que no paran de devastar comunidades de todo el planeta, mayormente en el hemisferio sur, que apenas han contribuido a este problema. Las naciones industrializadas del norte recurren a sus ejércitos para mantener el statu quo (véase nuestra última edición de El fusil roto sobre la militarización de las fronteras).

¿Cómo abordamos esta enorme consideración -algo que nuestros antecesores antimilitaristas nunca tuvieron que plantearse- frente al otro trabajo que estamos llamados a realizar para cambiar el mundo? ¿Cómo incorporamos un "prisma climático" en el que el activismo ecologista no eclipse las luchas por la liberación feminista, racial, LGTB, indígena y otras, ni el trabajo de los antimilitaristas por cambiar el sistema, sino que el ecologismo se conciba como parte de todo ello y sea absorbido por todos los movimientos?

Al fin y al cabo, la falta de respeto que La Máquina exhibe por la Tierra se refleja en el desprecio que ha demostrado hacia todos los seres humanos y de otras especies que salen perdiendo en este sistema capitalista y militarizado.

Esperamos que este número de El fusil roto os brinde materia para la reflexión.

Escogimos el tema del cambio climático y la militarización para este número durante la conferencia sobre el clima de París del pasado mes de diciembre, un encuentro que, al menos superficialmente, pareció marcar un giro en la forma en que los gobiernos encaran la crisis ecológica. Es el primer número de El fusil roto sobre este tema, si bien en otras ocasiones también se han tratado las distintas intersecciones entre militarismo y medio ambiente, como en el caso de las industrias extractivas militarizadas y colonizadoras, acaparamiento de tierras y militarismo, o los vínculos del cambio climático y la seguridad energética con el comercio armamentístico.

El presente número consta de tres partes. En primer lugar, examinamos los enfoques militares y estatales y vemos cómo los ejércitos son una de las causas del cambio climático y cómo se dedican a adoptar soluciones militarizadas al mismo. Suad Badri nos habla de la floreciente "academia de activismo" de Sudán y su visión de los vínculos entre el conflicto y el cambio climático en todo el Cuerno de África. Shin Soo Yeon del grupo Corea Verde Unida y Cristóbal Orellana González de la Red Antimilitarista y Noviolenta de Andalucía describen los adversos efectos ambientales de la actividad militar en Corea y España, respectivamente. Para cerrar esta sección, Nick Buxton se pregunta quién es que quiere asegurarse el futuro mediante respuestas militares a la inseguridad climática, y advierte de la deriva que se está dando hacia actitudes beligerantes frente al cambio climático.

En segundo lugar, exploramos las relaciones entre el cambio climático y el antimilitarismo, con "Hacia un horizonte ecosocialista" de Quincy Saul, "Una transición justa" de Milan Rai, y un autor que se centra en las causas antropocéntricas del desastre ecológico y el militarismo en "Ganadería: la causa oculta del cambio climático".

Para terminar, examinamos las respuestas de movimientos y activistas al cambio climático. Ron Ridenour hace un llamamiento a una mayor vinculación entre las luchas por la paz y por el medio ambiente, y Adi Winter describe la necesidad de entender la relación entre los distintos tipos de violencia -por ejemplo, contra seres humanos, criaturas no humanas y la propia Tierra- en "Sangre es sangre". Concluimos después con algunos ejemplos alentadores de activismo que ha conectado el antimilitarismo con la lucha ecologista: Jo Ram explora el uso de la táctica de llamar a la desinversión en empresas de combustibles fósiles , especialmente en el Reino Unido; Arni nos cuenta el trabajo de EcoMe, "un experimento viviente de interculturalidad" en Cisjordania, y cerramos con una inspiradora entrevista con Samantha Hargreaves de WoMin, una red de mujeres africanas que trabajan en cuestiones de industrias extractivas y de género en todo el continente.

Hannah Brock

Añadir nuevo comentario