Solidaridad internacional: ¿qué sentido tiene?

Javier Gárate

La solidaridad es una gran palabra, que intenta sacar lo mejor que hay en nosotros. Significa que no deberíamos solo preocuparnos por nosotros, sino también por los demás, y estar dispuestos a defenderlos. Para IRG, la solidaridad y, en particular, la solidaridad internacional son el centro de nuestros valores y actividades. Como organización internacional, hacemos hincapié en la necesidad de brindarnos apoyo en la lucha que emprendemos contra la guerra y la injusticia. Por eso, decimos que somos una red de apoyo mutuo: apoyo que ayuda a amplificar las voces de disenso. Pero, ¿qué impacto pueden tener la solidaridad y el apoyo mutuo en tiempos de crisis? ¿Cuáles son los límites de la solidaridad? En esta edición de El fusil roto, abordamos algunos de los conflictos violentos de la actualidad y el rol de la solidaridad internacional —o la falta de ella—, como en el caso de Ucrania y Gaza.

En IRG, cuando pensamos en solidaridad, pensamos en ella en términos de aunar esfuerzos: juntos somos más fuertes. La solidaridad puede adoptar distintas formas. Puede incluir grupos de apoyo locales que se vean afectados por un conflicto o que intenten hacer que ese conflicto sea más visible. Puede mostrar que los grupos que luchan no están solos y que hay otras personas, en general alejadas geográficamente, que se preocupan por su situación, entre ellas: personas que han enfrentado desafíos similares, personas a quienes les importa y que están listos para actuar en solidaridad. La solidaridad también puede mostrarles a quienes tienen el poder que los disidentes no están solos: por el contrario, hay personas en distintos países monitoreando la situación y listas para actuar con el fin de denunciar los abusos y presionar para que se produzca un cambio a nivel internacional. La solidaridad también contribuye a informar y educar a la comunidad internacional en su conjunto sobre de la situación. Con frecuencia, esas personas podrían no tener acceso a la información mediante los medios dominantes. Puede llevar tiempo que las personas pasen de conocer una situación a actuar solidariamente. Por eso, mantener el flujo de información es vital. Por ese motivo es importante que la solidaridad sea sostenible, oportuna y no una acción que se realiza una sola vez.

No hay nada positivo en llevar a cabo un acto de solidaridad solo para sentirnos bien con nosotros mismos, sin pensar verdaderamente en las consecuencias y en lo que les sucede a las personas con quienes nos solidarizamos.

El trabajo en apoyo de los objetores de consciencia es uno de los ejemplos más fuertes de la solidaridad de IRG. Mediante nuestro sistema de alerta de objetores de consciencia, que comparte información sobre los objetores que van presos o que son castigados de alguna otra manera, les pedimos a las personas que generen presión, exigiendo que se los libere. Además de estas alertas, nuestra organización ha asistido a juicios, ha apoyado a grupos para acceder a marcos jurídicos internacionales con el fin de proteger a objetores de consciencia en riesgo, ha coordinado el envío de cartas a objetores presos y provisto capacitación sobre estrategia. Mediante estas actividades, garantizamos que se sientan parte de un movimiento más grande. En diversas ocasiones, el trabajo de IRG ha producido un impacto: como resultado, hemos logrado la liberación de objetores de consciencia, ayudado a que cambie la legislación que castiga a los objetores y debilitado al militarismo, en términos más generales. Es común escuchar a los objetores que han estado presos decir que ellos ahora también envían cartas a otros objetores presos y escucharlos comentar sobre el impacto que tuvieron esas cartas para mantenerse fuertes y sentir que hay personas afuera que se preocupan. Una lección importante que hemos aprendido durante estos años de trabajo solidario con los objetores es que resulta vital que la solidaridad y el apoyo sean bienvenidos, si no es solicitado directamente. Más allá de eso, es importante abordar con los grupos locales cuál es la mejor forma de expresar solidaridad en ese momento y en ese lugar. Hemos tenido muchas malas experiencias con el tipo de solidaridad equivocado, porque faltaba escuchar lo que realmente se necesitaba. A veces, las personas no quieren que su caso se haga público porque puede tener consecuencias más grandes y es muy importante respetar eso. En ocasiones, los grupos internacionales también pueden idear muchos planes grandes que los grupos locales en realidad no tienen la capacidad de implementarlos. A fin de cuentas, todo esto puede llegar a obstaculizar —en lugar de apoyar— la lucha.

El año pasado, hemos visto muchos ejemplos inspiradores de solidaridad internacional; por ejemplo, las diversas acciones internacionales contra los ataques en Gaza, mediante las cuales las personas bloquearon buques israelíes u ocuparon compañías de armas de Israel, tras lo cual rápidamente las personas de Gaza comenzaron aconsejaron a los manifestantes de Ferguson sobre cómo tratar con el gas lacrimógeno, pues lo mismo usaron con ellos. Sin embardo, nuestro artículo de Gaza aborda el silencio del mundo. Hubo una campaña exitosa para detener el envío de gas lacrimógeno desde Corea del Sur a Baréin, coordinado conjuntamente entre activistas antiarmas del Reino Unido y Corea del Sur y la comunidad de Baréin. Recientemente, hemos visto acciones en todo el mundo para apoyar a los 43 alumnos mexicanos que fueron asesinados, lo cual puso la atención en la violencia en México como nunca antes, y hay muchos casos más.

Esta edición de El fusil roto nos muestra los diversos desafíos a los que nos enfrentamos al actuar en solidaridad con otros y la forma en que esto puede tener un impacto muy limitado en muchas ocasiones. ¿Cómo podemos ponerle fin a las intervenciones militares extranjeras como la forma occidental por defecto de abordar los conflictos? ¿Cómo tratamos la violencia de género? ¿Cómo podemos ponerle fin a la devastación provocada por corporaciones multinacionales? La lista no tiene fin, pero actuar en conjunto es un paso importante para lograr cambios. La solidaridad internacional es una tradición a la que tenemos que aferrarnos, pero la solidaridad sola no basta. Es necesario que los grupos lleven a cabo sus propias acciones y tomen sus propias decisiones para ser parte de un movimiento global empoderado por la justicia social.

Traducido por Mayra Cavilla

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