La masacre de Marikana: “los grupos subalternos no pueden hablar”
La minería es una de las actividades económicas más importantes de Sudáfrica. Con las desigualdades que la Apartheid perpetuó, la distribución de la riqueza mineral y el malestar entre los sectores que forman la fuerza de trabajo han aumentado. Con la Ley de Desarrollo de Recursos Minerales y Petrolíferos de 2002 (1) se intentó corregir estos problemas. La mala interpretación de esta ley fue uno de los factores que llevó a la demanda de los trabajadores para conseguir un salario digno para vivir de R12 000 (2). Para explicar que pasó en Agosto de 2012 (incluyendo la masacre de Marikana), uno debe saber que más allá de las disputas por un sueldo justo, la masacre ocurrió a causa de otros factores que convergían en la lucha obrera de Sudáfrica. Ha habido un importante crecimiento de demandas entre los grupos que trabajan en el sector de la minería desde el auge del platino en Rustenburg en 1994 (3).
Las desigualdades entre las compañías mineras y los trabajadores se han ido haciendo cada vez mayores. Mientras las empresas generan enormes cantidades de riqueza a expensas de sus empleados, la clase obrera sigue dividida según categorías de separación surgidas durante el Apartheid a través de sistemas de contratación de trabajo temporal que controlan agentes privados.
En Junio de 2012, trabajadores de Lonmin en Marikana se empezaron a organizar en un sistema de negociación colectiva y pidieron una mejora salarial (4). Para entonces, no obstante, Rock Drill Operators (RDOs), de la misma mina, ya había empezado a fomentar acciones y mobilizaciones fuera del sistema de negociación colectiva. La RDOs no quería entrar en un espacio de negociación. Aún así, el empleador decidió llegar a un acuerdo con los trabajadores aunque el pacto se resolviera fuera del espacio de negociación formal. En Julio de 2012 empezaron a materializarse resoluciones. Desafortunadamente, no se resolvió nada. En el punto más crucial, Lomnim rechazó su oferta para negociar fuera del espacio formal y declaró que solo negociaría con la Unión Nacional de Trabajadores de la Minería (NUM). Luego, como medida preventiva, Lomnin concedió nuevos turnos de trabajo pagados con sueldos de horas extra a la RDOs fuera del sistema de negociación colectiva. Muchos vieron en esta acción un reflejo de las presiones que se habían recibido (5). Pese a ello, los trabajadores siguieron pidiendo más de lo que se les ofrecía, declarando que la cantidad ofrecida era “inadecuada, arbitraria e irracional”(6). Durante las semanas siguientes, los trabajadores construyeron redes más sólidas entre ellos. En agosto, en un míting de la RDOs en el cual no participó la NUM, se decidió tomar una postura más militante y se pactó organizar para el 9 de agosto una protesta delante de las sedes de la dirección superior.
Chinguno relató el proceso que siguió la marcha:
El 10 de agosto, los trabajadores se reunieron otra vez en el mismo sitio para llevar a cabo una nueva manifestación hacia la sede de la dirección. Cuando llegaron, las oficinas de la directiva estaban acordonadas. Los trabajadores pidieron reunirse con los directivos e inicialmente se les respondió afirmativamente. No obstante, minutos más tarde un representante de la NUM anunció a la muchedumbre agitada que la dirección sólo escucharía sus demandas a través de la NUM al ser éste el sindicato oficial y reconocido. Los trabajadores se fueron desalentados y pactaron reunirse de nuevo la mañana siguiente para trazar el camino a seguir de nuevo. (7)
Los empleados se reagruparon el día siguiente con un cambio de estrategia: entrarían en las oficinas de la NUM y mostrarían la clara intención de contactar directamente con su empleador fuera del sistema formal de negociación colectiva. Aquello que es importante destacar es que la marcha transcurrió como cualquier otra manifestación sudafricana, con los trabajadores llevando palos y entonando canciones revolucionarias. Los garrotes que cargaban eran simbólicos: en la cultura africana, la protesta se relaciona con el hecho de combatir, por eso se valora que los participantes vayan armados. En un punto concreto de la manifestación, los mineros fueron emboscados por oficiales de la NUM, dispararon munición real contra ellos y según consta mataron a dos miembros de la RDOs. Los manifestantes tuvieron que dar marcha atrás para intentar reagruparse en un estadio cercano. Sin embargo, la seguridad alegó que su reunión era ilegal y les denegó el acceso. Los obreros no tuvieron más opción que retirarse en un punto elevado de un terreno en manos del estado. El lugar no estaba cerca de la comunidad donde ellos vivían. Tal y como un obrero contó, los huelguistas lo decidieron así por varias razones: “No queríamos que nuestra comunidad se viera afectada por la huelga. No queríamos que los criminales se aprovecharan de ella para atacar las tiendas ni que los niños del barrio se vieran afectados por la represión de la policía”. (8) Esas fueron parte de las lecciones aprendidas de la huelga de Impala, donde se llevaron a cabo saqueos violentos y ataques contra los comercios. El día siguiente, los trabajadores se volvieron a manifestar en las oficinas de la NUM. Pedían respuestas para saber por qué su propio sindicato les había atacado. Como reacción a lo sucedido el día anterior, esta vez los trabajadores iban armados para protegerse de aquello que pudiera volver a ocurrir. La seguridad les bloqueó la entrada a las oficinas de la NUM. Los trabajadores forcejearon con los guardias para conseguir vencer su barrera. Se les intentó parar con balas de goma. Sin embargo, los huelguistas contraatacaron y dos guardias de seguridad murieron en su ofensiva.
La acción continuó el día 13 de agosto de 2012, cuando los trabajadores pararon la producción que llevaban a cabo obreros subcontratados. A lo largo de su camino hacia su lugar de reunión (El koppie, otra estructura simbólica en la cultura africana al ser representado como el sitio donde los problemas se resuelven), la policía paró a los huelguistas y les ordenó que se librasen de sus armas. Los trabajadores se negaron a hacerlo, sólo se desarmarían cuando lo hubieran consultado con sus líderes. La tensión se convirtió en un choque que llevó a la policía a abrir fuego contra la muchedumbre. Dos policías y dos trabajadores murieron en el enfrentamiento.
“La policía disparó y mató a 44 mineros en huelga”
La masacre ocurrió el 16 de agosto de 2012. El día anterior, algunos líderes sindicales se pusieron en contacto con los mineros, les pidieron que desconvocaran la huelga y que volvieran al trabajo. La petición se hizo desde detrás de los vehículos de policía y la línea de seguridad. Los mineros pidieron que se demostrara si la persona que hablaba era el líder sindical que les representaba, pero se les rechazó la solicitud. “El hecho de que el presidente de la NUM no quisiera salir del vehículo de policía cuando se dirigía a los obreros ilustra simbólicamente la alienación de la NUM en relación a sus miembros y la subsiguiente repulsa que las bases tuvieron hacia la organización sindical” (9). Sin tener en cuenta la verborrea emocional, se han presentado diferentes narraciones sobre como ocurrió la masacre, aunque todas llevan al mismo resultado: la policía disparó y mató a 44 mineros en huelga.
Desde que hubo la masacre, la sociedad civil se ha unido para manifestarse varias veces en un intento de expresar su solidaridad con las familias afectadas, pedir justicia por los mineros muertos y acabar con las condiciones de opresión bajo las cuáles trabajan los mineros en Sudáfrica. Ciudadanos por Marikana (Citizens 4 Marikana) ha sido una de las organizaciones que ha tomado parte en los eventos. Actúa como enlace entre el público y aquellos presentes en la llamada Comisión Farlam (establecida para investigar los hechos sucedidos durante la semana de la masacre), da apoyo a los afectados por la matanza y recauda fondos para contribuir a su representación legal. Es importante destacar que la Comisión Farlam se creó a instancias del presidente sudafricano, quien proporcionó al órgano las competencias necesarias para que llevara a cabo una extendida investigación pública. La comisión permite la asistencia del público en las sesiones donde se presentan evidencias y se repasa todos los acontecimientos que sucedieron a lo largo del conflicto. La intención es incluir a los movimientos que representan a la sociedad civil en los eventos en que participan comisiones como la Farlam. Aún así, la comisión no incluye a miembros de la sociedad civil ni permite su participación directa en el órgano. Lo único que admite es que la sociedad civil pueda ser presente en los procedimientos para así informar a la población sobre todos los temas que se vayan tratando. Sin embargo, en los debates se tendría que hablar de las faltas de representación en estas plataformas. La sociedad civil es representada de forma acurada por personas que están profundamente afectadas por las problemáticas sociales, aunque no se les da un espacio que les garantize una posición con la que puedan tener influencia para fomentar el cambio en las plataformas pertinentes. Spivak escribió extensamente sobre el hecho de que en muchos casos los subalternos no tienen capacidad para hablar, los medios de representación se gestionan de tal manera que se mueven a favor de los privilegiados. Esa realidad no es una excepción.
Pearl Pillay
Traducción: Joan Mas Autonell
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