La Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad: Obtienes lo que pagas

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Texto reproducido del folleto de WILPF (Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad, en sus siglas en inglés) de 2014 que está disponible aquí.

La desmilitarización por la igualdad de género

Para conseguir la igualdad de género es necesario examinar las causas profundas de la desigualdad y encontrar un modo de superarlas. Una de las causas de la desigualdad es el militarismo. El gasto excesivo a nivel mundial alimenta un círculo vicioso de inestabilidad social que crea un ambiente inadecuado para buscar la igualdad de género. Obtenemos lo que pagamos.

Una fuerte presencia militar crea inseguridad. Por ello la desmilitarización y el desarme son componentes imprescindibles para conseguir la igualdad de género; consecuentemente debe haber un compromiso serio a nivel político y económico. Mientras que se gastan ingentes sumas de dinero en ejércitos, armas y guerras, las brechas de financiamiento se mantienen en áreas tan cruciales como el empoderamiento económico de las mujeres, la planificación familiar, las mujeres, la paz y la seguridad y en la participación y liderazgo de las mujeres. En 2013 el gasto militar a nivel mundial se estimó en 1,747 billones de dólares. Es difícil dar un número concreto al coste de conseguir la igualdad de género, puesto que tienen que tenerse en cuenta muchos factores. Algunas estimaciones conservadoras calculan que la financiación de la igualdad de género, tal y como se establece en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) sólo costaría una pequeña parte del gasto militar mundial.

Presupuesto con perspectiva de género

La elaboración de un presupuesto no es tan sólo un ejercicio financiero, es una manera de programar, priorizar y de tomar decisiones que tiene consecuencias para la gente y el medioambiente. Presupuestar con perspectiva de género es una herramienta que tiene en cuenta los derechos y las necesidades de las mujeres y hombres en sus distintas posiciones sociales y económicas y que, por lo tanto, ayuda a determinar cómo el establecimiento de prioridades, la asignación y el gasto de los recursos pueden contribuir a conseguir la igualdad entre hombres y mujeres.

Como se ha demostrado aquí, la reasignación de las grandes cantidades de fondos asignados al militarismo permitirían conseguir tanto la igualdad de género como los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Para conseguirlo, los gobiernos de todo el mundo deben introducir presupuestos con perspectiva de género y reasignar los recursos que se destinan al ejército para ser utilizados en actividades que beneficien a las mujeres y a la humanidad en general. Presupuestar con perspectiva de género también puede ayudar a compensar algunos de los efectos negativos en las relaciones entre géneros causados por las sociedades militarizadas, mediante el fomento de normas, perspectivas y actitudes alternativas.

¿Dónde va el dinero?

Existen muchos vínculos directos e indirectos entre el gasto militar, el comercio de armas, el conflicto violento y la reducción de los recursos disponibles para la igualdad de género. Los gobiernos que hacen un gasto excesivo de sus recursos económicos, tecnológicos y humanos para invertir en sus militares, desvían dichos recursos de programas económicos, sociales y medioambientales.

El complejo militar-industrial de un estado se compone de sus fuerzas armadas, el gobierno, los proveedores de servicios y sistemas armamentísticos (empresas) y de instituciones académicas que llevan a cabo la investigación de sistemas y diseños de armas. Todo ello absorbe grandes cantidades de fondos que podrían destinarse a la seguridad humana, incluyendo el logro de los ODM.

Además del consumo de recursos por parte del complejo militar-industrial, los fondos que en un principio se reservan para iniciativas de desarrollo, se gastan en las operaciones de socorro y rehabilitación para restaurar el orden tras los conflictos violentos. Del mismo modo, las crisis económicas recientes han supuesto un recorte a programas sociales, medidas de austeridad y, en consecuencia, enfrentamientos violentos entre los estados y sus ciudadanos.

Estas decisiones presupuestarias se derivan de la creencia de que la seguridad de los estados puede ser garantizada por las amenazas de violencia. Es una inversión en la guerra y los conflictos. Y, mientras que los gobiernos utilizan la retórica de la seguridad para justificar la inversión excesiva en el ejército, suelen ser los civiles los que pagan el precio más alto con sus vidas, sus medios de vida y los derechos humanos. Los impactos y consecuencias de esta violencia tienen dimensiones de género específicas.

El gasto militar, el conflicto armado y el desarrollo

El objetivo de la igualdad de género está estrechamente ligado a los otros objetivos de desarrollo; de hecho, la igualdad de género es esencial para lograr cada uno de los objetivos de desarrollo. Ahora que sólo queda un año para conseguir los ODM, se están manteniendo debates sobre el siguiente conjunto de objetivos de desarrollo sostenible.

Inversión y gasto

Mientras que muchos gastos aumentan cada año, la inversión que se hace en la resolución de conflictos, la construcción de la paz y el desarrollo está muy por detrás. Desde el fin de la Guerra Fría, el militarismo ha aumentado en respuesta a un mundo cada vez más inestable, propulsando al mundo hacia más tensión y más guerras. Los conflictos armados y la continua amenaza del terrorismo se han convertido en la causa y la respuesta a este creciente militarismo.

La guerra y la amenaza de guerra destruyen las vidas y el bienestar de los ciudadanos de un estado, así como sus infraestructuras, lo que resulta en una cultura de miedo, violencia e inestabilidad. Esto entorpece e impide el desarrollo de programas sociales, la educación, el transporte, los negocios y el turismo y, en última instancia, previene la estabilidad económica, el bienestar mental y los medios de vida sostenibles.

El comercio de armas

Por encima de todo, las armas son herramientas de violencia, represión y de ganancias económicas para aquellos que las fabrican, venden y utilizan. La producción y el uso de armas impiden el desarrollo ecológico sostenible así como la preservación. Esto crea un acceso desigual a los recursos y además obstaculiza las iniciativas para la reducción de la pobreza. Sin embargo, los sistemas globales que se crearon para defender el derecho internacional y garantizar los derechos humanos, se han subordinado a los intereses económicos y políticos de los gobiernos y las empresas. En consecuencia, el comercio internacional de armas está en auge.

Muchos estados se promueven a sí mismos como defensores de la paz internacional, la justicia y la seguridad, y aseguran promover el desarme internacional. A pesar de ello, esos mismos estados acostumbran a liderar el comercio de armas internacional, que ayuda a alimentar los conflictos y la violación de derechos humanos, interrumpiendo los procesos de paz.

Ahora es el momento de que los gobiernos cumplan con los retos de erradicar la pobreza y conseguir la igualdad de género. Pueden continuar invirtiendo en la guerra y la destrucción, o bien pueden invertir en el futuro.

Conclusión

Los recortes del gasto militar no conllevarían automáticamente el aumento de los recursos para la igualdad de género y el avance de las mujeres, o de otras iniciativas de desarrollo socioeconómicas. Sin embargo, al liberar recursos económicos, tecnológicos y humanos que están siendo adjudicados a los ejércitos (y por lo tanto a las guerras y conflictos), éstos podrían ser desviados a programas económicos, sociales y medioambientales. Es más, redistribuyendo estos recursos se ayuda a crear un contexto en el cual las armas y la guerra no siempre se consideran como la solución a cada problema. Al invertir en alternativas al conflicto armado, los estados crean un espacio para soluciones alternativas a la tensión, la escasez de recursos, la austeridad y el conflicto.

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