Los impactos de la infiltración policial en el movimiento climático del Reino Unido
Los últimos años han experimentado cambios en el movimiento climático del Reino Unido. Aunque todo apunta hacia un sobrecogedor resurgimiento del movimiento sobre el clima, hasta hace unos meses hubo un claro parón en el movimiento de base contra el cambio climático que se remonta a las fallidas negociaciones del CP 15 en Copenhague en diciembre de 2009, donde la mayor movilización del movimiento acabó en decepción y desesperanza. Para un movimiento agitado, las revelaciones de 2010 de que dicho movimiento había sido infiltrado por policías encubiertos contribuyó a aumentar la confusión, frustración e indignación que ya predominaban en el movimiento en los dos últimos años.
Una noche de otoño de 2010, cientos de personas recibieron un mensaje de texto: “Malas noticias. Mark Stone/Flash [que más tarde se revelaría como Mark Kennedy] se ha enfrentado a la gente. Resulta que es poli. Por favor, comparte con cualquiera que pudiera haberle conocido. Si necesitas hablar de ello, llama al: ---”. Obedientemente lo envié y busqué más información sobre el caso en internet. Encontré un artículo en “indymedia” que resumía la situación e incluía fotos de Mark – un artículo que enseguida recibió cientos de comentarios de activistas, observadores y trolls, todos ellos indignados, impactados y fascinados por un hombre que había vivido infiltrado como activista durante casi nueve años.
La historia tardó un par de meses en llegar a los medios de comunicación nacionales; aquellos que habían sido más cercanos a Kennedy, y por lo tanto los más afectados por las revelaciones, tuvieron mucho cuidado de limitar el sensacionalismo de este hecho tan traumático. Sin embargo cuando se reveló la magnitud del daño, la historia dominó los principales medios de comunicación durante bastante tiempo. La protesta pública y las investigaciones posteriores sacaron a la luz a otros cuantos policías infiltrados, quienes desparecieron enseguida de la escena activista, al igual que otros varios activistas sobre los que aún recae la duda de si estaban también infiltrados.
Se ha narrado en varias ocasiones el trabajo que realizaban y los daños que causaban. Sin entrar en detalles, la participación de Kennedy en el movimiento climático provocó el mayor arresto preventivo en la historia del Reino Unido cuando 114 personas fueron detenidas la noche anterior al cierre previsto de la central eléctrica de Ratcliffe-on-Soar en 2009. Veinte de los detenidos fueron sometidos a juicio y fueron declarados, tras un largo y costoso proceso judicial, culpables de conspiración para cometer prevaricación grave. Más tarde sus condenas fueron retiradas puesto que el Servicio de Fiscalía de la Corona las consideraba “inseguras” ya que la fiscalía había ocultado pruebas recabadas por Kennedy y que habían dado lugar a los arrestos iniciales.
Desafortunadamente, algunos de los implicados ya habían cumplido sus trabajos comunitarios y aún está pendiente la compensación al grupo. Otros seis casos fueron abandonados sólo unos días antes de su comparecencia en el tribunal a petición de la defensa que quería ver todas las pruebas relacionadas con Kennedy.
Sin embargo, ni siquiera este grave fallo de la justicia es comparable al trauma personal que tanto él, como otros policías infiltrados, hicieron pasar a los activistas al mantener relaciones personales, emocionales y sexuales con ellos. La campaña “No a los espías policiales” pide el fin de la “política policial” y recalca la mala conducta sexual continua y sistemática de los que trabajan en este ámbito. Cinco mujeres que habían mantenido relaciones con los policías encubiertos han intentado denunciar a la Policía Metropolitana por el daño psicológico que han sufrido desde que se descubrió a los infiltrados. Alegan que, como la persona con la que creían mantener una relación en realidad no existía, no podían haber dado su consentimiento a mantener ningún tipo de relación con ellas. Esto quiere decir que el gobierno y la policía son cómplices de – y posiblemente hayan alentado – estupro.
Dos años más tarde el problema continúa siendo la forma en que nosotros, como movimiento y como grupo de personas que confían y cuidan unas de otras, continuamos lidiando con el conocimiento de que las infiltraciones han ocurrido y que tal vez continúan. Lo primero, y lo más urgente, es la necesidad de seguir apoyando a aquellos que han sufrido la pérdida de alguien a quien querían, y la traición por parte de las fuerzas policiales y del gobierno que en ningún momento pensaron en el bienestar de los inocentes a los que estaban investigando.
En segundo lugar está el problema de cómo continuar y cómo organizar y participar en la acción directa radical contra el cambio climático si aún existe el riesgo de que las infiltraciones continúen. Existen muchas respuestas para hacer frente a este problema, pero todas ellas se basan en la necesidad de asumir que siempre existe la posibilidad de que un policía encubierto esté intentando reunir información sobre nosotros. Por ello la seguridad es importante; el uso de herramientas como el Manual de la Seguridad del Activista puede ayudar a evitar potenciales riesgos de seguridad. Desgraciadamente, esto quiere decir que es necesario no creer completamente en nadie – preguntarnos si conocemos lo suficientemente bien a las personas con las que estamos organizando algo para descartar la posibilidad de que sean policías. Esto debe hacerse con el conocimiento de que las mejores infiltraciones pueden proporcionarnos las mejores historias de fondo para crear los marcadores que solemos utilizar para decidir si conocemos bien a alguien o no; como podría ser conocer a su familia, visitar su lugar de trabajo, o conocer a sus amigos de la universidad y del colegio.
Sin embargo, esto nos lleva a nuestro último y principal problema: ¿cómo hacemos esto y a la vez continuamos siendo un movimiento abierto y accesible – una red de la cual pueda formar parte cualquiera que quiera tomar acción directa y radical? No existen respuestas fáciles, y una de las consecuencias de la operación Mark Kennedy es que a los recién llegados a veces se les mira con recelo. En reuniones he visto cómo gente (sobre todo aquellos que son más bien jóvenes, trabajan por cuenta propia y muy activos) no ha sido muy bien recibida por activistas que cuestionan todo lo que dicen y que se niegan a entablar charlas con ellos por miedo a revelar información personal. He visto cómo esas personas no acostumbran a volver a las reuniones por no haber podido entablar vínculos personales con nadie y pensando que tal vez no merezca la pena el esfuerzo.
Tiene que existir un equilibrio. Si rechazamos dar la bienvenida con los brazos abiertos a las nuevas incorporaciones – personas que constantemente se están radicalizando y sintiendo la necesidad de tomar medidas contra el sistema que nos está arrastrando hacia un cambio climático catastrófico – entonces no somos un movimiento. Al contrario, nos habremos convertido en un grupo elitista de amigos y socios más interesados en nosotros mismos que en el panorama general. Debemos recordar que durante los años en los cuales Mark Kennedy estuvo trabajando con los activistas climáticos, el activismo climático del Reino Unido también experimentó algunos de los mejores y más inspiradores momentos del movimiento – campañas de acción directa que contribuyeron considerablemente al abandono de una nueva ola de centrales eléctricas de carbón y el archivo de la construcción de la tercera pista en el aeropuerto de Heathrow. Aunque el estado esté tirando cientos de miles de libras esterlinas para detenernos, las acciones increíbles aún son posibles. Debemos estar seguros y a salvo cuando nos organizamos, pero no debe ser nunca a costa de impedir que la gente se involucre.
Sólo podemos esforzarnos para evitar que las infiltraciones interrumpan la acción necesaria que estamos llevando a cabo. Debemos aceptar que, desafortunadamente, en ocasiones nuestros mejores esfuerzos no sean suficientes, teniendo en cuenta la cantidad de recursos de represión con los que cuenta el gobierno. La acción más importante que podemos llevar a cabo es apoyar a los más afectados emocionalmente por la experiencia. Después, ya sólo nos queda seguir adelante con lo que tenemos que hacer: seguir tomando medidas.
Will McCallum
(traducido del inglés por Nayua Abdelkefi)
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