Venezuela: Ejército en las aulas

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• Rafael Uzcátegui

De manera similar al resto de los países latinoamericanos, un militar es el principal mito fundacional de Venezuela. Simón Bolívar, el “padre de la patria”, es recordado como un gran estratega militar. Su figura, como estatua montada a caballo en gesto heroico, o su busto que muestra su jerarquía dentro del llamado “ejército libertador”, señala el centro de todas las ciudades y pueblos del país. De manera especial, el militarismo es parte importante de la cultura e imaginario de los venezolanos y venezolanas. Al propio Bolívar se le atribuye la autoría de la frase “Ecuador es un convento, Colombia es una universidad y Venezuela es un cuartel”. Durante 51 años del siglo XXI esta antigua exportadora de café y cacao, posteriormente sustituidos por el petróleo como principal industria del país, fue gobernada por caudillos, de “personalidad carismática, con amplia red de relaciones y con una fuente de recursos considerable y permanente”. En esos años el principal aporte venezolano a la sociología regional fue la teoría del “cesarismo democrático” postulando un gobierno basado en la reelección permanente de un líder carismático, un “gendarme necesario”, asiduo a la concentración del poder. Un Simón Bolívar al infinito.

Si bien las escuelas, liceos y universidades venezolanas siempre han reflejado la ideología dominante, y con ella la noción acerca del soldado y el ejército como garante de eficiencia sobre un universo civil corrompible, desde la remilitarización de la figura presidencial con la llegada al poder de Hugo Chávez –el último primer mandatario de naturaleza militar gobernó hasta el año 1958- se ha dado un nuevo impulso a la intención de educar a los jóvenes, en los salones de clase, en valores propios y exclusivos de las Fuerzas Armadas.

La instrucción premilitar

En el año 1981, a través de una resolución conjunta entre el Ministerio de la Defensa y el Ministerio de Educación se decidió implementar, como materia obligatoria en la educación secundaria, el curso de Instrucción Premilitar en los dos últimos años de educación antes de entrar en la Universidad. Las primeras regiones en donde se dieron las clases de premilitar fueron las zonas fronterizas (Táchira, Zulia, Apure, Amazonas y Bolívar), pero para el año siguiente ya se habían incorporado otros estados, como Lara, en el que el autor de estas líneas vivía en aquel entonces.

En ese tiempo, las clases de premilitar eran dadas, exclusivamente, en los liceos públicos, los cuales dependían del Estado. Y no en todos, aunque por mala suerte sí en el que yo estaba. Había una parte teórica, la cual era básicamente un repaso de la historia de Venezuela con énfasis en la Guerra de Independencia y las victorias de Simón Bolívar. A pesar de que es históricamente falso, por esos días –y aun hoy- se afirma que las Fuerzas Armadas Venezolanas son herederas directas del ejército independentista que expulsó a la corona española del país. El resto de las lecciones eran interminables sesiones del llamado “orden cerrado”: responder a las órdenes según los modales militares y marchar como en los desfiles. El examen final de cuarto año fue desarmar y armar un fusil de asalto en el menor tiempo posible. El de quinto año, hacer una carrera de entrenamiento sobre obstáculos en un verdadero cuartel militar. La Instrucción Premilitar tenía la misma importancia que materias como física, química, matemáticas o literatura. Sin nombrar que, además, mucha ventaja sobre otras que simplemente no se impartían, como filosofía o algún arte manual, como carpintería o electricidad, que fueran verdaderamente útiles para la vida en sociedad.

En 1999, con el triunfo de un miembro de las Fuerzas Armadas a la presidencia venezolana, se refuerzan las tendencias militarizantes presentes en la cultura venezolana. Desde ese año uniformados activos comienzan a ejercer funciones en diferentes cargos de responsabilidad de la administración pública, incluyendo alcaldías, gobernaciones y ministerios. La propia forma de organización de la base social que acompaña al primer mandatario se realiza en base a la estrategia de guerra, primando en ellas la relación vertical de solidaridad y la lógica “amigo-enemigo”. En el campo educativo, se decretó la obligatoriedad de la instrucción premilitar tanto para las instituciones públicas como privadas.

Uno de los primeros libros editados como apoyo para las clases de instrucción premilitar confirmaba el antagonismo de la racionalidad castrense y los valores militares con cualquier proyecto transformador. El texto “Instrucción premilitar” de Marjorie Vásquez (Editorial Biosfera, 1999), afirmaba: “A partir de los años setenta -apuntaba la página 58- producto de nuestra bonanza petrolera, (...) comenzó una avalancha indiscriminada y no controlada, de inmigrantes colombianos, ecuatorianos, peruanos, dominicanos, trinitarios, cubanos y de otras partes de Centro y Sur América, quienes en su mayoría, sin educación formal, sin oficio definido, con traumas, con enfermedades, vinieron en busca del bolívar fácil que le ofrecía Venezuela”. Acto seguido, la profesora recomendada estimular la inmigración europea. Las lecciones de xenofobia, inauditas para un texto escolar, no terminaban allí. Sobre las razones de la inmigración latinoamericana de género femenino, la autora, en la página 59, tenía la audacia de preguntarse “¿Cuántas de ellas sirven su carne al mejor postor para engendrar hijos que les permitan legalizar su residencia en el país?". El libro generó una efímera polémica sobre los contenidos impartidos en las clases de “premilitar”. Sin embargo las voces que solicitaban que dicha materia fuera optativa, y no obligatoria, en el pensum de estudios no fueron suficientemente fuertes. La obra de Marjorie Vásquez fue modificada y las clases de premilitar continúan impartiéndose hasta el día de hoy.

La pedagogía del cuartel

La Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada (UNEFA) es una institución Universitaria de las Fuerzas Armadas de Venezuela la cual fue fundada en 1974 por el presidente Rafael Caldera. En un principio su objetivo era promover la profesionalización de los integrantes de las Fuerzas Armadas, educándolos en diferentes vertientes de la ingeniería, contando con sedes en apenas tres estados del país. Este énfasis cambia en el año 1999, cuando el presidente Chávez modifica su estatus por el de Universidad Nacional Experimental, lo cual permite que a partir del año 2004 iniciar un proceso de crecimiento tanto territorial como académico. La UNEFA incorpora carreras como Hotelería, Economía Social, Administración, Educación integral y enfermería, lo cual abre las puertas de la institución a personas provenientes del mundo “civil”. El crecimiento de esta institución ha sido de tal magnitud que el gobierno venezolano afirma que es la primera universidad con más estudiantes del país, unos 240.000.

Sería erróneo pensar que con esta apertura, la universidad se ha transformado al abandonar su especificidad militar. El fenómeno ha sido el contrario: Con la UNEFA el universo de la educación superior en Venezuela se ha militarizado. El instituto mantiene su disciplina de cuartel, y como una materia obligatoria –lo cual hasta ahora no existe en ninguna otra universidad del país- los estudiantes son adiestrados en capacidades militares. La posibilidad de ser incluidos e incluidas en el sistema educativo universitario debe pagarse con aceptar el adoctrinamiento.

La UNEFA se muestra como orgullosa de contribuir activamente a la formación de la Milicia Nacional Bolivariana, componente civil de las Fuerzas Armadas creado durante el gobierno bolivariano, y que según las cifras oficiales cuenta con 13.000 milicianos y milicianas en todo el país. Las autoridades universitarias afirman que los estudiantes se incorporan a la milicia de manera “voluntaria”, pero ¿es posible obtener un título de graduado si el alumno niega su participación?

La Milicia Nacional Bolivariana tiene como presunta fuente de legitimidad el artículo 326 de la Constitución, el cual establece el llamado “principio de corresponsabilidad de la ciudadanía en la defensa integral de la nación”. Hasta los momentos, esta interpretación se ha concretado en la creación de tres tipos de emprendimientos cívico-militares: la Milicia territorial, la reserva militar y los cuerpos de combatientes. La diferencia entre la milicia y los cuerpos de combatientes es que los últimos, según la Reforma Parcial de la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana –aprobada en el año 2009- deben ser organizados en las empresas públicas y privadas del país “asegurando la integridad y operatividad de las instituciones a las que pertenecen”. Sin embargo, los cuerpos de combatientes no dejan de tener relación con el modelo educativo impulsado por la llamada “revolución bolivariana”: Voceros de instituciones como la Universidad Rómulo Gallegos (Unerg), la Universidad Simón Rodríguez (USR) y la Universidad Nacional Abierta (UNA), instituciones de educación superior antiguas pero ahora controladas abiertamente por el gobierno, han afirmado su compromiso de organizarlos a lo interior de sus trabajadores y trabajadoras. Un compromiso similar con el reforzamiento de la milicia, a su vez, puede encontrarse en la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). Hasta ahora no existe una clara vinculación orgánica de las instituciones educativas con las milicias, y las iniciativas son esfuerzos aislados y con escasa coordinación entre sí. Sin embargo, las evidencias señalan que se desea avanzar hacia una mayor articulación, creando una institucionalidad para la “defensa integral” de la nación que tenga como uno de sus componentes al sistema educativo.

Otra iniciativa militarista ha sido la creación, desde el Estado, de los llamados “comandos de guerrilla comunicacional”, paradójicamente una iniciativa de una mujer, la jefa de gobierno del Distrito Capital Jacqueline Faría, en abril del 2010. El proyecto era constituir unidades de 25 jóvenes estudiantes de educación media para enfrentar lo que el gobierno del presidente Chávez llama “hegemonía comunicacional” de los medios privados. Los adolescentes eran juramentados frente a los símbolos patrios, así como provisto de indumentaria militar con estética de las guerrillas latinoamericanas de la década de los 60´s y diferentes herramientas para hacer murales en las calles. Sin embargo, esta iniciativa no prosperó. Diferentes organizaciones de derechos humanos y sociales cuestionaron la apología a la violencia armada, por lo que sus núcleos más visibles se mantuvieron hasta las elecciones a la Asamblea Nacional realizadas el 26 de Septiembre de 2010. El eclipse del proyecto sugiere que las guerrillas comunicaciones tenían una función orientada a la propaganda electoral, por lo cual posiblemente tengan un segundo momento para las elecciones presidenciales del año 2012.

Da mucho material para la reflexión que el socialismo bolivariano promovido desde Caracas no es uno que problematiza el mundo y eleva la dignidad de los seres humanos, sino aquel que confirma la profecía realizada décadas atrás por el escritor Albert Camus: “El gran acontecimiento del siglo XX ha sido el abandono, por el movimiento revolucionario, de los valores de libertad; la progresiva regresión del socialismo de libertad ante el socialismo cesáreo y militar. Desde ese instante, una esperanza se ha ido del mundo, una soledad ha comenzado para cada hombre libre”.

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