Tendencias del antimilitarismo en América latina

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Latinoamérica ha tenido, dentro del movimiento antimilitarista mundial, una trayectoria modelada por su propio contexto. Durante buena parte del siglo XX, la región estuvo gobernada por dictaduras militares. Algunos de estos regímenes no democráticos fueron estimulados o respaldados por Estados Unidos -en la mayoría de los casos-, o la Unión Soviética, durante el período conocido como la Guerra Fría. Otros gobiernos democráticos fueron encabezados por líderes autoritarios, conocidos en la región como “caudillos”, que contaron con una amplia base popular de apoyo, proyectando en las organizaciones que los respaldaban valores extraídos de las Fuerzas Armadas. Otros desarrollaron una democracia restringida de élites oligárquicas. Muchos de los gobiernos destinaron grandes sumas de sus presupuestos en gastos militares, lo cual contrastaba con la poca inversión en áreas sociales como salud y educación. Asimismo, varios países de América Latina protagonizaron guerras civiles y temporales enfrentamientos binacionales. También fue importante el desarrollo y expansión de las llamadas “guerras de liberación nacional”, en donde organizaciones guerrilleras combatieron tanto a gobiernos dictatoriales como democráticos. Desde la Patagonia al sur del Rio Grande la violencia fue la herramienta catalizadora de cambios políticos y sociales, en medio de uno de los repartos de la riqueza más injustos del planeta, en un modelo de desarrollo basado casi exclusivamente en la exportación de materias primas y alimentos al mercado mundial, en medio de un proceso de modernización tardío con respecto a los llamados “países desarrollados”:

Por todo lo anterior la configuración de movimientos con perfiles antimilitaristas fue más tardío, y por lo general mucho más híbrido, que en otras zonas del planeta. Si bien existen algunas iniciativas locales, los antimilitaristas en América Latina tenemos en deuda escribir nuestra propia historia. Hacer una cartografía cronológica nos permitiría visualizar nuestra evolución como movimiento social, reconociendo errores, limitaciones y contradicciones, pero también los aciertos para una reflexión de cara al futuro. La intención de este texto es mucho más modesta. Se intentará hacer una categorización de lo que consideramos han sido las principales tendencias dentro del movimiento antimilitarista latinoamericano. Sin embargo, hacemos una advertencia. Como toda racionalización, esta interpretación es parcial y empobrecedora de la realidad. Las categorías propuestas sólo intentan propiciar un primer acercamiento al fenómeno parcelando, para una rápida comprensión, la información disponible. Algunas iniciativas que existen o existieron no podrían encasillarse en una única categoría. De acuerdo a cada país, dialogaron e interactuaron con mayor o menor efectividad. No todas estuvieron presentes en todos los países y algunas no consideraban el antimilitarismo como parte de su identidad, sino como una respuesta estratégica derivada de las circunstancias. Todas tuvieron como espacio común el rechazo al reclutamiento forzoso y el reconocimiento, por la via de los hechos o el derecho, de la objeción de conciencia al servicio militar. Sin embargo su opinión sobre la legitimidad de las Fuerzas Armadas era divergente, así como su estrategia para promocionar el cambio social y su visión sobre lo que debería ser la democracia -o la revolución-. A pesar de todas estas prerrogativas, nos parece pertinente la propuesta para identificar las principales matrices de donde nacieron las iniciativas que hoy reconocemos como nuestras antecesoras.

1.- El antimilitarismo de origen religioso
Los cristianos, por lo general afines con la teología de la liberación, grupos evangélicos, adventistas y de otros credos, impulsaron diferentes iniciativas explícitas de rechazo al reclutamiento forzoso en varios de los países de la región. El principal argumento en contra de participar en las Fuerzas Armadas ha sido el mandamiento bíblico sobre la prohibición de matar a los semejantes. Contra las leyes que obligan a realizar el servicio militar los religiosos invocaban, como única legítima, la “ley de Dios”. Sus estrategias abarcaban desde la noviolencia práctica, como en el caso de los mormones o evangélicos, hasta la convivencia o tolerancia de iniciativas armadas contra el “mal gobierno”, como algunos casos vinculados con la teología de la liberación. Su propuesta sobre la sociedad futura es la vuelta a la comunidad cristiana primitiva, sin definición sobre el papel que en ella desempeñarían las Fuerzas Armadas. Su libro de referencia es la biblia o las escrituras sagradas.

2.- El antimilitarismo de origen no gubernamental
Esta tendencia es representada por las organizaciones no gubernamentales. Su énfasis ha sido el respeto a los derechos humanos y el llamado “Estado de derecho”, en donde se enmarca el derecho a la objeción de conciencia. Una de sus estrategias ha sido la incidencia política para la ilegalización del reclutamiento forzoso y la prestación obligatoria del servicio militar, así como la promoción y reglamentación de un servicio social alternativo al mismo. Además, la visibilización de casos de violación a los derechos humanos realizados por los ejércitos contra civiles o contra sus propios integrantes. También han monitoreado el presupuesto destinado a la defensa nacional y su proporción respecto al presupuesto destinado a las áreas sociales y las políticas de reducción de la pobreza. Dentro de las campañas han introducido la concepción de la noviolencia y la desobediencia civil. Su visión sobre el papel a desempeñar por las fuerzas armadas es el resguardo de la soberanía nacional, función a realizar de manera profesional y subordinadas al poder civil democráticamente electo. Su texto fundacional es la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

3.- El antimilitarismo de origen antiimperialista
Esta vertiente ha sido desarrollada por organizaciones nacionalistas y de izquierda. Sus temas centrales han sido la denuncia del imperialismo, la subordinación de los países del Tercer Mundo a las políticas norteamericanas y la construcción de una sociedad con justicia social. Sus estrategias han sido campañas sobre la Escuela de las Américas, la denuncia sobre la presencia de bases militares estadounidenses en territorio latinoamericano así como de casos de masacres o violaciones a los derechos humanos realizados por militares. Al ejército tradicional, que califican de “burgués” y contrario a los intereses populares, anteponen el ejército revolucionario o el pueblo en armas. Para esta visión el antimilitarismo es una estrategia momentánea en el proceso de transición hacia el socialismo o la utopía del Estado fuerte y autócrata. Su libro de referencia es El Capital o las obras de autores nacionalistas de izquierda como José Martí, Mariátegui

4.- El antimilitarismo de origen anarquista
Esta tendencia es representa por organizaciones de inspiración anarquista. Cuantitativamente ha sido la menos numerosa y sus temas han sido la denuncia del ejército como brazo armado del Estado, la militarización de la sociedad, la aceptación de los valores militaristas como parte del proceso de servidumbre voluntaria y la participación de militares en masacres contra los sectores populares. Los anarquistas rechazan la existencia de cualquier ejército y aspiran una sociedad en donde no exista obediencia ciega a la autoridad. A lo interno no poseen un consenso del papel de la violencia en los cambios sociales y apuestan por la insumisión total al Estado. Sus textos fundacionales son las obras clásicas de autores anarquistas como Bakunin o Kropotkin.

Rafael Uzcategui

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