Presentación del grupo temático: Acción por la Paz y la Modernización de las Fuerzas Armadas

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La que llaman profesionalización del Ejército es, ante todo, una fenomenal oportunidad de acción política para el movimiento pacifista. No es un asunto privativo del Poder sino una reforma estructural de gran calado cuyo resultado final depende de la relación de fuerzas que se establezca entre ese Poder, la Sociedad y el Movimiento Pacifista. Es una silla de tres patas.

El Poder explica esta reforma a partir de la necesidad de intervenir política y militarmente en terceros países. Al margen del discurso humanitario y pacifista que se haya visto obligado a utilizar, su lógica sigue siendo la acumulativa de siempre: el poder y el dinero, cuanto más, mejor. Y ello hoy exige de fuerzas de intervención rápida, bien equipadas, profesionales. Un esquema que apareja cambios importantes: el fin de la conscripción, un redoblado esfuerzo en reclutamiento y entrenamiento de tropa remunerada, más y mejor armamento y, en algunos casos, también mayor presupuesto.

La sociedad no es una ignorante invitada de piedra en este asunto. La gente tiene opiniones y valores que constituyen nuestro mejor potencial de acción pacifista. La opinión pública quiere el fin de la mili, prefiere el gasto social al militar, no entiende el papel del Ejército o de tanto Ejército si no hay amenazas reales, sabe de la lógica macabra de la producción y venta de armamentos a países nada respetuosos con los derechos humanos, apoya a los militares precisamente en aquellas misiones que poco tienen que ver con lo militar. Valores y opiniones que podemos transformar en movilización por la paz, el desarme y la abolición de los ejércitos si sabemos formular las preguntas y propuestas oportunas (por ejemplo, el tamaño del Ejército, el presupuesto militar, el sentido de la intervención...).

Incluso en cuestiones como la conscripción, en las que aparentemente hay común acuerdo entre Poder y Sociedad, nuestra acción puede marcar la diferencia. En Francia, Poder y Fuerzas Armadas han salido reforzadas al decidir el fin de la mili ante la pasividad del movimiento pacifista. En España, por el contrario, el cambio ha llegado desde abajo y el resultado es una reforma harto difícil y que se está desviando significativamente de las intenciones del Poder. En suma, la legitimación del Ejército y de lo militar en su conjunto, profesional o no, esta en función de lo que hagamos desde el movimiento pacifista: cuanto menos hagamos, más fuertes serán, y cuanto más hagamos, mejores serán nuestras posiciones de partida para seguir avanzando hacia la abolición de los ejércitos y de las causas de la guerra.

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