Para algunos, el militarismo es un espectáculo... hasta que, por supuesto, deja de serlo. Mientras se cortaba el último cable de fibra óptica hacia Gaza, se bloqueaba (simbólicamente) la carga de la Flotilla de la Libertad, se organizaba el desfile militar de Trump en Washington y se llevaban a cabo incontables otros actos y palabras militarizadas —grandes y pequeños—, el régimen de Netanyahu volvió a escalar a bombardeos reales sobre personas reales —esta vez en Irán—, y las oleadas de bombas y misiles parecen llegar más rápido de lo que podemos redactar una declaración.
Lo que se exige a nuestros movimientos en momentos como este no es tomar partido por actores militarizados, sino atreverse a seguir construyendo otro mundo, donde la paz y la justicia prosperen.