¿A quién beneficia?

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Four tipis and a campfire in the foreground on the National Mall at dusk with the Washington Monument, an obelisk, lit up in the background.
Sioux Water Protectors set up their tipis on the Mall in Washington D.C. in March 2017 as a staging ground for a march and rally after their eviction from Standing Rock, where their protests against the construction of the Dakota Access oil pipeline had been met with violent and militarised police repression. Photo credit: Stephen Melkisethian.

El empleo de cuerpos policiales militarizados beneficia a aquellos que ya se encuentran en el poder. Como en Bahréin, donde sirve para acallar a disidentes y aplastar protestas. Ayuda a mantener a raya a aquellas personas que se encuentran en los escalones más bajos del orden social. Gizele Martins describe que, durante la ocupación militar de las favelas de Río de Janeiro en 2014 y 2015, se envió a un soldado por cada cincuenta y cinco habitantes. El Estado, que nunca había considerado viable proporcionar la misma ratio de profesores o médicos, estaba dispuesto a gastar ingentes cantidades de dinero para mantener el control. Asimismo, la militarización policial sirve para mantener ocupaciones coloniales como la ocupación israelí de Palestina o la ocupación indonesia de Papúa Occidental. El empleo de cuerpos policiales militarizados protege los intereses de la élite capitalista e imperialista: instituciones financieras, centros de poder, fábricas, tiendas, minas, canteras y tuberías que utilizan para extraer recursos naturales robados de territorios ajenos. Además, perpetúa la explotación del medioambiente —con el consiguiente deterioro— y del trabajo de otras personas por parte de esta élite.

Sandra Hargreaves de WoMin, una alianza internacional de mujeres africanas organizada en comunidades y regiones afectadas por el extractivismo, afirma que «la militarización y la titularización van de la mano de las industrias extractivas, ya que la violencia es un factor intrínseco e inseparable del modelo de desarrollo extractivista» (Hargreaves, 2016). El proyecto minero de El Escobal en Guatemala se topó con el rechazo popular desde el comienzo. Tahoe Resources, la empresa canadiense propietaria de esta mina de plata, contrató a empresas creadas y gestionadas por veteranos militares estadounidenses y las fuerzas especiales israelíes para establecer y administrar la estrategia de seguridad para este proyecto. En abril de 2013, los guardias de seguridad dispararon a un grupo de personas congregadas en protesta frente a la entrada de la mina, de entre las cuales diez al menos resultaron heridas. Poco después, el Gobierno de Guatemala declaró el estado de sitio en la zona durante un mes, para lo que envió a más de 3000 policías y militares con el objetivo de perseguir a activistas mediante redadas y detenciones (War Profiteer of the Month: Tahoe Resources, 2016).

La militarización policial también beneficia directamente a las empresas privadas de seguridad, de venta de equipo y materiales militarizados y formación militarizada para fuerzas policiales de todo el mundo. La industria de la seguridad nacional lleva experimentando un crecimiento anual del 5 % desde 2008, a pesar de la crisis económica mundial (Buxton y Hayes, 2016 ). Asimismo, el mercado de la seguridad fronteriza está creciendo sin precedentes: el año 2015 cerró con 15 mil millones de euros en Europa y se prevé en este sector un aumento de hasta 29 mil millones de euros para 2022. Gran parte de los beneficiarios de los contratos de seguridad fronteriza corresponde a «algunas de las mayores armamentísticas que venden a países de Oriente Medio y África septentrional, lo que aviva los conflictos en estas zonas de planeta que han llevado a tantos refugiados a dejar sus hogares». El potencial de los beneficios sin explotar de la lucha en una guerra de baja intensidad constante constituye un factor que impulsa el actual proceso de militarización de las operaciones policiales. En la Unión Europea, las empresas armamentísticas como Thales, Finmeccanica y Airbus han cabildeado satisfactoriamente —a través de la Organización Europea para la Seguridad— para llevar a cabo políticas militaristas de seguridad fronteriza. La creación de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex) constituye un resultado significativo (Border Wars, 2016 ).

Algunos sectores de la sociedad se benefician más de la militarización policial que otros, que suelen corresponder con grupos étnicos dominantes o grupos no marginados. Los miembros de estos grupos no suelen sufrir las consecuencias negativas de este fenómeno, se sienten protegidos a costa de los demás y suelen apoyar este proceso de militarización. El deseo de vivir con seguridad es inherente a todo ser humano, por lo que oponerse al discurso sobre la necesidad de mejor seguridad resulta complicado. «La concepción del mundo como un lugar peligroso» sostiene la idea de que «la militarización es una idea razonable» (Enloe, 2016 ). El constante discurso de la amenaza suscita la búsqueda eterna por satisfacer el objetivo inalcanzable de la seguridad en un escenario donde la policía militarizada se promociona como una solución fácil y tranquilizadora. La cuestión acerca del significado real de ‘seguridad’ se tergiversa. A pesar de la creciente militarización que se cierne sobre las calles, el miedo aumenta, ya que es el instrumento con el cual las élites poderosas ganan la aprobación popular para aumentar sus medios violentos de control. Las comunidades, en las que se infunde el miedo y las sospechas, quedan divididas y contrariadas en lugar de unirse para cuestionar el poder de la élite. En última instancia, la élite sale beneficiada mientras la mayoría queda condenada a vivir en un mundo cada vez más dividido, violento y paranoico.

 

Samantha Hargreaves de WoMin—una alianza africana dedicada a las cuestiones de género y las industrias extractivas— habla con Andrew Dey, miembro de IRG, sobre las relaciones entre el género, las industrias extractivas y el militarismo en África, y sobre las acciones que está llevando a cabo esta alianza para contrarrestar la situación.

– Cuéntenos sobre la labor que realizan. ¿Qué es WoMin? ¿Cuándo se formó y cómo está compuesta esta alianza? ¿Cuáles son los asuntos críticos en los que trabajan?

– WoMin se puso en marcha en octubre del 2013. Trabajamos con aproximadamente 50 organizaciones afiliadas en 14 países de África meridional, oriental y occidental. La mayor parte de nuestros socios se dedican a tratar cuestiones relativas a las tierras, los recursos naturales, las industrias extractivas, la justicia ambiental y climática, y los derechos de las mujeres. En general, nuestro trabajo con las organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres ha representado un desafío debido al hincapié que hacen en cuestiones de género más “tradicionales”, como la violencia contra las mujeres, la educación y la salud de las mujeres y las niñas; una cantidad más pequeña trabaja en temas relacionados con el medioambiente, las tierras y otros asuntos de justicia económica.

Mujeres de WoMin y el intercambio de carbón, en África meridional. Fotografía: Heidi Augestad

Tara Tabassi (Liga de Resistentes a la Guerra) y Andrew Dey (Internacional de Resistentes a la Guerra)

Members of Indonesia's

Como activistas antimilitaristas estamos bien posicionados para ver el poder que ejerce la policía en industrias de armamento y agendas militaristas tan amplias. La comprensión de este poder policial en los distintos contextos del mundo es clave para que los activistas que luchan contra la militarización puedan mantener el control sobre el poder policial en nuestras comunidades. Las fuerzas policiales suelen actuar para mantener una distribución del poder statu quo injusta en la sociedad y tienden hacia enfoques hegemónicos donde unos tienen el poder sobre otros, en especial cuando la percepción de amenaza es alta – la policía es una forma de control social y la militarización aumenta su poder. La militarización significa fusiles, tanques armados y drones, pero también es un estado de ánimo. Las mentalidades militarizadas han impregnado muchas fuerzas policiales y han aumentado radicalmente la fuerza de la violencia policial contra nuestras comunidades.

Tahoe Resources es una empresa minera canadiense. A mediados del 2010 Tahoe adquirió de Goldcorp la mina El Escobal en el sudeste de Guatemala. El Escobal es una mina que contiene en su gran mayoría plata, pero también oro, plomo y zinc. Algunos analistas sostienen que es una de las minerías de plata más grande del mundo. El Escobal se encuentra a aproximadamente 40km al sudeste de la ciudad de Guatemala y a 3km de San Rafael los Flores.

Theodore Baird1

Un número de académicos, periodistas y activistas han argumentado que podemos estar siendo testigos del desarrollo de un “complejo de seguridad-industrial” en Europa que se asemeja al anterior “complejo militar-industrial” de la Guerra Fría. El complejo de seguridad-industrial de la frontera se refiere a las relaciones entre el ejército, la seguridad y la industria privada dentro de un mercado global para el diseño y la puesta en práctica de tecnologías para la seguridad fronteriza.

Adele Jarrar

La militarización de las fronteras existe desde la antigüedad y la localización de fronteras ‘políticas’ ha sido una condición necesaria siempre, por ejemplo, en el caso de la Gran Muralla china, las primeras secciones de la cual comenzó a construir el emperador Qin Shi Huang en 220 AC como muro de defensa contra las invasiones del norte. En la era moderna encontramos varios ejemplos de fronteras militarizadas como las fronteras entre Pakistán e India, EEUU y México y la de Israel y Palestina.

César Padilla, Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina, OCMAL

No es novedad que el extractivismo en América Latina ha ido imponiendo un modelo de extracción y exportación, cada vez más profundo. La competencia por ser destino de inversiones mineras, petroleras, forestales o pesqueras es una característica de la mayoría de los países de la región.

Sin embargo, el extractivismo recibe cada vez más críticas de amplios sectores de la sociedad incluida la academia y los movimientos sociales.

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