El Fusil Roto

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Palabras de apertura de Jungmin en Antimilitarismos en Movimiento
Issue number
112
Mujeres, género y antimilitarismo

En este número de El Fusil Roto hemos querido aprovechar la oportunidad que nos brinda cada año el Día Internacional de la Mujer Trabajadora para reflexionar sobre la importancia de la lucha feminista y de las mujeres en el análisis de todos los movimientos sociales. Creemos que el antimilitarismo no es -y no puede ser- ajeno a todas estas reflexiones, sobre todo por su crítica a la violencia y a los valores y prácticas opresivas que sustentan el militarismo y la militarización. 

En estos artículos podrá encontrar ideas y reflexiones útiles y esclarecedoras sobre el papel de la mujer, y las conexiones entre el género y nuestro trabajo por la paz, que pueden ser aplicadas en nuestras campañas antimilitaristas para hacerlas más fuertes y fructíferas.

Este número incluye una breve reconstrucción de la historia del Grupo de Trabajo de Mujeres de la IRG junto con las reflexiones de algunos de sus miembros, un artículo escrito por Cynthia Cockburn en 2010 sobre el activismo y la resistencia de las mujeres en contra de las armas nucleares, y una declaración de una mujer israelí objetora de conciencia. Una serie de artículos analizan la relación entre las feminidades hegemónicas, las masculinidades y el militarismo, así como la relación entre el antimilitarismo y el papel de las mujeres y sus campañas dentro de nuestros movimientos. También encontrarán un resumen de una investigación sobre violencia contra las mujeres por parte del ejército y la policía en Colombia; un artículo que recoge las lecciones de la prohibición trans en los Estados Unidos; una crítica de las políticas de los movimientos guerrilleros donde participan las mujeres; y, finalmente un artículo reciente, publicado por primera vez por la LIMPAL, que desde una perspectiva feminista reflecciona y nos invita a resistir el discurso militarista al hablar del COVID-19.

El Grupo de Trabajo de Mujeres de la IRG se estableció formalmente en 1985 en la Conferencia Trienal de la IRG en India. A partir de ese momento, continuó un trabajo muy importante, al que se unieron varias mujeres antimilitaristas y / o feministas de la red de la IRG. El grupo de trabajo de mujeres tuvo un impacto que vale la pena recordar, destacar y continuar. Esta pieza recoge las reflexiones de algunas de las mujeres que fueron parte activa del grupo de trabajo, donde comparten sus experiencias y el impacto que consideran que el grupo tuvo en la IRG, y en su activismo y vida personal.

Por muchas décadas, las feministas han criticado y señalado cómo funcionan el poder y el control en un sistema patriarcal, y coincidentemente, las/os antimilitaristas han criticado estos mismos en una sociedad militarizada, resultando en diferentes acciones e "idiomas" para cambiar y comprender el mismo fenómeno. Al mirar el militarismo, pero a través del lente del patriarcado, es posible ver y comprender cómo ambos comparten los mismos valores y se sostienen a través de la perpetuación y reafirmación de feminidades y masculinidades hegemónicas.

Las diferentes formas en que la guerra se construye y se despliega en clave de género es quizás uno de los escenarios en donde la diferencia entre lo masculino y lo femenino es más marcada. Lo femenino cuyo estatus no se reduce exclusivamente al cuerpo de las mujeres, tiene diferentes implicaciones y es usado de diferentes formas, en general en dinámicas de opresión, pero también de disputa y resistencia. 

Tair Kaminer, que se negó a servir en el ejército israelí (IDF), pasó más de 150 días en prisión entre enero y julio de 2016. Tras sus repetido rechazo a servir al ejército, el tribunal militar israelí finalmente eximió a Tair del mismo por "mala conducta".

Este artículo de Cynthia Cockburn fue publicado originalmente en el número de abril de 2010 de El Fusil Roto. Lo estamos re-publicando en memoria de la amada Cynthia Cockburn que falleció el 12 de septiembre de 2019.

Cuando pensamos en el activismo y en las mujeres, nos vienen a la mente varios ejemplos: el movimiento de las sufragistas, que luchan por el derecho al voto de las mujeres; las mujeres del Movimiento de Derechos Civiles, que se enfrentaron a la brutalidad policial tanto como de sus homólogos masculinos, y donde Rosa Parks se mantuvo firme y conservó su asiento; o incluso la protesta de Miss América de 1968, en la que nació la infame idea de "quemar sostenes" para protestar contra el patriarcado (aunque en realidad nunca quemaron ningún sostén). Pero incluso en esos casos, lo que se reconoce es el hecho de que eran mujeres las que participaban en la desobediencia civil, y no cómo participaban. Marchar y gritar demandas es una cosa, pero ser creativo con ello es un cambio de juego completo.

No es nuevo para nadie el impacto que el militarismo tiene sobre la vida de las personas. A veces puede ser más obvio o más fácil de ver, pero otras veces no es tan claro. El año pasado, la Acción Colectiva de Objectores y Objetoras de Conciencia (ACOOC), una de las organizaciones antimilitaristas en Colombia, realizó una investigación sobre violencia contra las mujeres ejercida por sus esposos o parejas y quienes a su vez son miembros de la fuerza policial o del ejército.

El género binario, la supremacía blanca, la heteronormatividad y el heteropatriarcado son los brotes inevitables del capitalismo y la colonización. Por estas razones, es un error considerar la inclusión en el ejército como un hito de lo que nuestros movimientos pueden lograr.

La violencia femenina siempre ha atraído la curiosidad. Desde el mito griego de Medusa hasta el fenómeno de la viuda negra, durante siglos los hombres se han preguntado qué podría convertir a sus encantadoras compañeras en tan violentas extraterrestres. Desde la sexualidad desviada, hasta la irracionalidad y la emotividad, se han ofrecido muchas explicaciones para intentar explicar este extraño fenómeno: la violencia cometida por las mujeres.

A medida que las ciudades y países enteros se cierran para "aplanar la curva" de los brotes del coronavirus, corremos el riesgo de elegir la analogía equivocada para lo que necesitamos hacer colectivamente en estos tiempos peligrosos. "Librar una guerra" es la analogía más engañosamente seductora para movilizar recursos privados y públicos para hacer frente a un peligro actual. Sin embargo, debemos resistir ese atractivo.