Tragedia oculta revelada: el devastador legado de las pruebas nucleares francesas en Argelia

Tragedia oculta revelada: el devastador legado de las pruebas nucleares francesas en Argelia
The Gerboise Bleue nuclear weapons test in 1960.
Author(s)
Rachid Aouine

En la vasta y silenciosa extensión del Sáhara argelino yace un perdurable legado de destrucción, una sombra proyectada por las pruebas nucleares francesas, que sigue dañando vidas y afectando al medioambiente décadas después.
Entre 1960 y 1966, Francia llevó a cabo 17 pruebas nucleares en Argelia, buscando asegurar su posición como potencia nuclear. Lo que siguió no fue solo una serie de detonaciones, sino una cicatriz indeleble en el paisaje de Argelia y en su población. Las pruebas dejaron tras de sí contaminación radiactiva, degradación medioambiental y generaciones de sufrimiento humano. A pesar de ello, los esfuerzos por lograr justicia y la rendición de cuentas se han topado con el silencio y con la negligencia.

La reciente atención internacional volvió a centrar la atención en este asunto. En septiembre de 2023, el doctor Marcos A. Orellana (relator especial de la ONU sobre sustancias tóxicas y derechos humanos)envió cartas a los Gobiernos francés y argelino instándolos a abordar este oscuro capítulo de su historia común. Sin embargo, la continua negativa de los Gobiernos a entablar comunicación pone de manifiesto una preocupante falta de compromiso con la justicia y con la transparencia.

La historia de los ensayos nucleares franceses en Argelia

El 13 de febrero de 1960, Francia detonó su primera bomba nuclear, Gerboise Bleue, en el desierto argelino, cerca de Reggane. La explosión marcó el inicio del programa francés de armamento nuclear. En los seis años siguientes, se realizaron 16 pruebas más en Reggane y en In Ekker. Estos experimentos estaban destinados a reforzar la fuerza militar de Francia, pero su impacto sobre la población y medioambiente de Argelia fue catastrófico.

Incluso después de que Argelia obtuviera la independencia en 1962, Francia continuó con su programa de pruebas nucleares en virtud de los Acuerdos de Evian. Este acuerdo permitió a los militares franceses utilizar el territorio argelino como campo de pruebas durante varios años después de la independencia. Estas pruebas convirtieron el desierto en un laboratorio para las ambiciones nucleares de Francia, lo que dejó una contaminación radiactiva generalizada y expuso a innumerables personas a niveles peligrosos de radiación.

El coste humano de las pruebas nucleares

Las consecuencias de estos experimentos han sido catastróficas para las comunidades que viven cerca de los lugares de pruebas. Las familias sufren graves problemas de salud, como cáncer, discapacidades congénitas y enfermedades respiratorias. Muchas personas expuestas a la lluvia radiactiva durante las pruebas y después de estas murieron de enfermedades inducidas por la radiación. Los supervivientes se ven a menudo marginados, luchando por acceder a la asistencia sanitaria o al reconocimiento de su sufrimiento.

Las consecuencias medioambientales son igualmente nefastas. Vastas zonas de tierras antaño productivas siguen siendo inhabitables, lo que ha obligado a las poblaciones locales a abandonar las prácticas agrícolas que les habían servido de sustento durante generaciones. La contaminación del suelo y del agua ha devastado los medios de subsistencia; eso creó un ciclo de pobreza y desplazamiento en las regiones afectadas. Las zonas de pruebas, en particular Reggane e In Ekker, siguen siendo peligrosas, y los residuos radiactivos enterrados suponen una amenaza a largo plazo.

Hasta la fecha, los Gobiernos francés y argelino no han facilitado información clara sobre el alcance de la contaminación, la ubicación de los materiales radiactivos enterrados ni el alcance total de los riesgos para la salud a los que se enfrentan las poblaciones afectadas. Esta falta de transparencia dejó a las víctimas en un estado de incertidumbre, incapaces de comprender o abordar plenamente los peligros a los que se enfrentan.

El papel de los campos de detención en los emplazamientos radiactivos

La tragedia de las pruebas nucleares francesas se ve agravada por el uso de emplazamientos radiactivos como campos de detención durante la década de 1990, concretamente entre 1992 y 1995. Las autoridades argelinas crearon campos como los de In M'Guel, Reggane y Oued Namous para encarcelar a miles de detenidos políticos durante un periodo de disturbios internos. Muchos de estos detenidos fueron recluidos arbitrariamente, sin juicio, y sometidos a duras condiciones.

El uso de estos lugares para la detención expuso a los prisioneros a niveles de radiación peligrosamente altos. Los supervivientes informan de complicaciones de salud a largo plazo, como cáncer y otras enfermedades inducidas por la radiación, mientras que muchos detenidos sucumbieron a estas condiciones. Las pruebas sugieren que los detenidos eran tratados como prescindibles, sin tener en cuenta su seguridad ni su bienestar. Esta doble injusticia (el encarcelamiento arbitrario en entornos radiactivos) sigue siendo un capítulo ignorado y sin resolver en la historia de Argelia.

Llamamiento a la acción del relator especial

En septiembre de 2024, el relator especial de la ONU sobre sustancias tóxicas y derechos humanos dio un paso firme al dirigirse a los Gobiernos francés y argelino en cartas en las que pedía medidas concretas. Las cartas exigían rendición de cuentas, transparencia y reparaciones para las víctimas de las pruebas nucleares.

El relator especial pidió a Francia que desclasificara la información sobre sus ensayos nucleares, incluidos los mapas detallados de las zonas contaminadas y la ubicación de los residuos radiactivos enterrados. Las cartas también instaban a Francia a reconocer su responsabilidad histórica, a indemnizar a las víctimas y a ofrecer total transparencia a las comunidades afectadas.

En cuanto a Argelia, el relator especial hizo hincapié en la necesidad de adoptar medidas proactivas. Se instó al Gobierno a vigilar los efectos sobre la salud, rehabilitar las zonas contaminadas y garantizar que los ciudadanos estén debidamente informados de los riesgos a los que se enfrentan. También se pidió a Argelia que colaborara con Francia y con organizaciones internacionales para hacer frente a los daños de forma eficaz.

A pesar de la seriedad de estos llamamientos, ninguno de los dos Gobiernos ha respondido; un silencio que dice mucho de su falta de voluntad para enfrentarse al pasado o dar prioridad al bienestar de las poblaciones afectadas.

Esfuerzos de defensa y lucha por la justicia

Shoaa for Human Rights ha estado a la vanguardia de los esfuerzos de defensa para llamar la atención sobre este asunto. Shoaa ha trabajado incansablemente para documentar el impacto de las pruebas nucleares francesas, sacar a la luz a las comunidades afectadas y exigir justicia tanto a Francia como a Argelia. Sus esfuerzos incluyen la colaboración con organismos internacionales, la publicación de informes y la exigencia de mayor transparencia y rendición de cuentas.

Shoaa subraya que ambos Gobiernos comparten la responsabilidad de hacer frente a esta tragedia. Francia, como iniciadora de las pruebas, debe reconocer plenamente su legado colonial, desclasificar todos los documentos pertinentes e indemnizar a las víctimas. Argelia, como garante de los derechos de sus ciudadanos, debe dar prioridad a la salud y seguridad de los afectados, exigir indemnizaciones por vía diplomática y garantizar la rehabilitación de las zonas contaminadas.

Las recientes cartas del relator especial ofrecen un rayo de esperanza. Han reavivado la conversación sobre las pruebas nucleares francesas en Argelia, lo que atrajo la atención internacional sobre el asunto y presionó a ambos Gobiernos para que actúen.

Un camino hacia delante

El legado de las pruebas nucleares francesas en Argelia es un recordatorio de las consecuencias a largo plazo de la ambición nuclear. Para las personas que viven a la sombra de esta tragedia, la justicia sigue siendo difícil de alcanzar. Sin embargo, la renovada defensa y la atención internacional ofrecen una oportunidad para abordar este error histórico.

Francia y Argelia deben ir más allá de la negación y de la negligencia, y reconocer su responsabilidad compartida para con las víctimas y para con el medioambiente. La transparencia, la rendición de cuentas y las indemnizaciones son esenciales para curar las heridas del pasado y garantizar que este oscuro capítulo no vuelva a repetirse. El mundo no debe permitir que esta tragedia permanezca oculta; es hora de que prevalezca la justicia.

Información del autor

Rachid Aouine is the founder and executive director of Shoaa for Human Rights

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