Reflexiones de una visita a Kosovo

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Fotografía de refugiados albaneses de Kosovo durante la Guerra de Kosovo, presentada como evidencia en el juicio de Slobodan Milošević.
Fotografía de refugiados albaneses de Kosovo durante la Guerra de Kosovo, presentada como evidencia en el juicio de Slobodan Milošević.
Author(s)
Marc Morgan
Translated by
Natalia García (ES)

 

Esta breve visión general de mis impresiones, después de una estancia de doce días en Kosovo, no pretende ser un análisis detallado de la situación en este país. No estuve en Kosovo por razones políticas o periodísticas, sino como voluntario para la ONG "The Ideas Partnership". Esta organización sin ánimo de lucro, fundada en 2009, intenta cubrir la brecha en educación, atención médica y apoyo escolar y social que sufren las comunidades más desfavorecidas de Kosovo (Roma, Ashkali y otras comunidades marginadas).

Mi interés en Kosovo y mi deseo de pasar tiempo allí se remontan a hace mucho tiempo. Me uní al MAN (Mouvement pour une Alternative Nonviolente - Movimiento por una Alternativa Noviolenta) en 1995, en parte porque compartía el interés del MAN en ese momento por la lucha noviolenta de los albaneses de Kosovo contra el régimen represivo de Milosevic. Leí con gran interés los informes de misión del MAN de 1995 y 1997, que documentaban reuniones de activistas del MAN no solo con el LDK de Ibrahim Rugova, la vanguardia de esta lucha no violenta, sino también con otros grupos serbios y albaneses de Kosovo "orientados al bien común" comprometidos con una resolución pacífica del conflicto allí.

Las impresiones que transmito aquí se basan en conversaciones que tuve durante mi reciente visita a Kosovo. Mientras estuve allí, hablé con:

  • Unos diez albaneses de Kosovo, incluyendo a Tahir Dalipi, un amigo de Jean-Yves Carlen y Jean-Marc Muller del centro MAN de Alsacia,
  • Tres o cuatro internacionales particularmente bien informados,
  • Solo dos serbios, un joven estudiante de Belgrado que estaba realizando una pasantía como guía en la Iglesia de la Virgen de Leviša, en Prizren; y un taxista que me llevó de vuelta desde Graçanica.

Entendiendo Kosovo

La primera impresión que surge de Kosovo, especialmente para aquellos como yo que solo lo conocían antes de su independencia (2008), es que es un país joven y dinámico. A pesar de esto, Kosovo sigue siendo un país con grandes desafíos:

  • Sus exportaciones son bajas, y a diferencia de los países vecinos, Kosovo atrae poco turismo.
  • Su juventud aspira a ir al extranjero, y si no es posible, se dirige a Prishtina. Como resultado, el campo se está vaciando.
  • El país tiene muchas minorías que están marginadas y excluidas del progreso que experimenta el país.
  • Un problema muy particular persiste, obviamente, con la minoría serbia.

El conflicto con la minoría serbia no está resuelto en absoluto a nivel político. El panorama general es bien conocido: la independencia de Kosovo ha sido reconocida por 115 países, pero no lo está por países significativos como India, China y Rusia, y 5 países de la Unión Europea (España, Grecia, Chipre, Eslovaquia y Rumanía). En particular, por supuesto, la independencia de Kosovo no es reconocida por Serbia, que reclama Kosovo como serbio en nombre de su estatus como "cuna de la civilización serbia".

En un contexto global donde múltiples conflictos arden con mayor intensidad, hay poca motivación para resolver este problema de una vez por todas. Es, en particular, una espina que la Unión Europea es reacia a sacar del "flanco balcánico" de nuestro continente; otros problemas se perciben como de mayor prioridad que lanzar un desafío a los cinco países que resisten el reconocimiento.

El mantenimiento del mito serbio y las demandas muy concretas de Belgrado son un obstáculo significativo para el establecimiento de relaciones pacíficas. El punto de vista de todos mis interlocutores no serbios es que, aunque esta situación es una carga para todo el país, son los serbios de Kosovo los que pagan el mayor precio.

Ibrahim Rugova y el movimiento noviolento

A la vista de esta observación, resulta interesante revisar la historia y arrojar una luz crítica sobre las esperanzas que había despertado la lucha noviolenta de los albaneses de Kosovo, tanto en Kosovo como en otros lugares. También podemos considerar los factores que llevaron a que esa esperanza se viera decepcionada: la falta de apoyo de la comunidad internacional a Rugova; sus propios errores; el ascenso del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), hacia el cual finalmente se volvieron las esperanzas de los albaneses de Kosovo, ya que la lucha noviolenta parecía no estar dando resultados significativos. Finalmente, debemos recordar la misión truncada y finalmente abortada de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) en el otoño de 1998, en la que participó Pierre Dufour. El propio Pierre expresó su punto de vista en su libro, el cual es compartido por las personas con las que hablé sobre este tema: esta misión no tuvo ni el tiempo, ni los medios, ni el apoyo que le hubiera permitido tener éxito, y tal vez evitar la guerra que siguió.

Una primera observación sobre las huellas de la historia en la memoria colectiva de los albaneses de Kosovo: Rugova es respetado, incluso venerado. Varias personas me lo describieron como el “Padre de la Nación”. No se trata solo de una cuestión de retórica o un ideal mítico. Los albaneses de Kosovo reconocen que fue Rugova quien les permitió, en un momento de dura represión serbia, pensarse como un pueblo con un destino propio que forjar, mientras Yugoslavia estaba en proceso de descomposición. Además, la resistencia noviolenta que Rugova encarnó y que se organizó a su alrededor trajo beneficios concretos, o al menos mitigó causas reales de daño, de una manera extremadamente práctica. Dos albaneses de Kosovo me dijeron que, sin el sistema educativo paralelo, su educación habría sido truncada o fragmentada. Más de uno me habló del orgullo y la importancia de estar empleado en el sistema paralelo, a través del cual el LDK contrarrestaba la supresión de trabajos para los no serbios. Y varios reconocieron que fue gracias a Rugova y al LDK que se evitó una masacre comparable a la que se vivió en Bosnia y Croacia durante las guerras.

Al mismo tiempo, ninguno de los pocos albaneses de Kosovo con los que hablé dijo que creyeran que la lucha noviolenta hubiera podido tener éxito finalmente, y que habría sido suficiente darle tiempo para lograrlo. Y, lo que es más difícil para nosotros, los activistas noviolentos, ninguno de ellos cuestionó o expresó arrepentimiento por el ascenso del ELK.

Los monumentos a Rugova, las calles o establecimientos que llevan su nombre son abundantes en Kosovo; los letreros conmemorativos en gloria del ELK no son menos numerosos. Con todos los que hablé coincidieron en que Rugova y la lucha noviolenta salvaron vidas en las fases iniciales del conflicto; varios me dijeron que el ELK también salvó vidas cuando el conflicto se volvió violento.

En este punto, es importante dejar que la historia nos diga lo que nos dice, no lo que quisiéramos que dijera; al menos, no puedo hacer que mis interlocutores digan lo que no dijeron, ni negar lo que me dijeron.

La conmemoración del ELK es solo una de las maneras en las que, de manera comprensible, Kosovo ha sido hecho albanés. En la gran mayoría de los espacios públicos, las referencias, la lectura de la historia del país tal como se presenta, son de los albaneses de Kosovo. El Museo Etnográfico de Prishtina presenta las costumbres y la historia de una familia albanesa. El Museo Nacional de Kosovo conmemora, por un lado, las tradiciones de los albaneses de Kosovo, y por otro, la lucha del ELK; la exposición temporal que vi allí consistió en una serie de fotos, de un fotógrafo británico, que glorificaban la intervención de la OTAN. La OTAN, Estados Unidos, son venerados. En todas partes de la calle, en los espacios urbanos, florecen los homenajes al ELK y las banderas estadounidenses...

Es fácil entender y simpatizar con este joven país que, liberado e independiente por primera vez en su historia, reclama y exhibe su historia. Además, por supuesto, la memoria del trauma, el sufrimiento, la represión y las muertes de los albaneses de Kosovo durante el conflicto sigue siendo muy vívida. Todos los albaneses de Kosovo con los que hablé conocían, a menudo entre sus familiares cercanos, víctimas de las atrocidades serbias.

¿Qué sigue ahora?

Frente a esta realidad, la gran mayoría de los serbios de Kosovo han adoptado una posición de retiro y aislamiento. En el pueblo de Graçanica, una enclave serbia a pocos kilómetros de Pristina, cuyo hermoso monasterio ortodoxo serbio visité, las banderas serbias estaban exhibidas en cada esquina de la calle. Los sistemas escolares están completamente segregados: los serbios no aprenden albanés, ni los albaneses de Kosovo aprenden serbio. En sus enclaves, los serbios se aferran a su versión de la historia (una visión en la que son víctimas) y a la vana esperanza de un retorno a un Kosovo serbio. Conmemoran a los desaparecidos al final de la guerra de Kosovo y lamentan las exacciones cometidas, en realidad, por los albaneses de Kosovo que regresaron con el apoyo victorioso de la OTAN.

No hubo un equivalente en Kosovo a la comisión de "Verdad y Reconciliación" de Sudáfrica. No hay una posibilidad previsible de acuerdo sobre una lectura común de la historia, por lo que no puede haber un reconocimiento compartido de los crímenes cometidos por una parte u otra, ni solicitud u oferta de perdón.

En Kosovo, la represión y las exacciones cometidas por los serbios fueron mucho más severas y se extendieron más en el tiempo que las de los albaneses de Kosovo, que, si bien no son insignificantes, no fueron tan graves. Varios albaneses de Kosovo me dijeron que, mientras no se reconocieran estos crímenes y no se pidiera perdón, la reconciliación sería imposible.

La historia no está hecha de situaciones perfectas o ideales. Desde el punto de vista albanés, la intervención de la OTAN y la consecuente independencia de Kosovo son necesariamente vividas como bendiciones, eventos liberadores que permitieron a su joven país construirse y forjar una existencia y una identidad. Sería inútil negar esta realidad, o negar que, con el tiempo, quizás un futuro para Kosovo basado en el apaciguamiento, la prosperidad compartida y la integración para todas sus minorías será posible.

Mientras tanto, desde el punto de vista de los creyentes en la noviolencia, podemos ver que una situación presentada como "resuelta" no está resuelta en absoluto, que permanecen serias tensiones, odios y resentimientos, y que todo un pueblo – los serbios – se considera agraviado por la historia y malentendido por la comunidad internacional. No es imposible que Belgrado juegue con fuego y avive las confrontaciones latentes, convirtiéndolas en un conflicto "caliente". Las quejas de los serbios se alimentan de conflictos globales más amplios, latentes o abiertos, entre "Occidente" y los aliados de Belgrado en Moscú o Pekín.

Graves errores, especialmente por parte de la comunidad internacional, pero también de los actores kosovares, hicieron que el movimiento noviolento finalmente se estancara. Su camino hacia el éxito fue difícil, pero si hubiera tenido éxito, si hubiera recibido la atención y el apoyo que merecía, quizás no estaríamos aún experimentando las tensiones que persisten hoy, ni las amenazas de violencia renovada que pesan sobre las perspectivas para el futuro.

 

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