La defensa de la vida en contextos de extractivismo minero y militarización de los cuerpos – territorios en Bolivia
La explotación desenfrenada de la naturaleza trae consigo impactos socio ambientales, vulneración de derechos, despojos y violencias, una de las actividades más agresivas con el medio ambiente, con los cuerpos y con los territorios, es el extractivismo minero.
El extractivismo es un modelo de desarrollo económico y político instaurado por los gobiernos, se caracteriza por la extracción de grandes volúmenes de recursos naturales de los territorios, destinado a la exportación como materia prima, sin procesamiento o con procesamiento mínimo (Gudinas.2013) y tiene como fin la acumulación del capital.
El modelo capitalista extractivista somete a la Madre tierra hasta su destrucción y las consecuencias son asumidas por las poblaciones más pobres, por las mujeres y por las comunidades indígenas.
De las muchas formas en las que el extractivismo se impone, éste se apoya en la cooptación, la criminalización y también en la militarización. Esta última con características de violencia y represión como herramientas para despojar de los recursos naturales a las comunidades. Y son los Estados quienes en complicidad con las empresas transnacionales legitiman el despojo, promulgando leyes para criminalizar las protestas sociales y ejercer el poder, militarizando los territorios. Por ejemplo, en Bolivia, la Ley 367 del 2013 penaliza hasta con ocho años de cárcel el “avasallamiento” de las concesiones mineras. Además, los artículos 99 y 100 de la Ley de Minería y Metalurgia N°535 del 2014 tipifican como delito acciones individuales y colectivas que impidan la actividad minera autorizando el uso de la fuerza pública en resguardo de los derechos mineros. Cabe señalar que dicha ley fue elaborada solo entre actores mineros, pese a los reclamos de participación de las comunidades y organizaciones sociales.
En América Latina estas prácticas son muy comunes, se justifican con la seguridad jurídica y se agravan con la mayor inversión extranjera en el marco de políticas extractivistas, sin importar que sean gobiernos progresistas o conservadores. En contraparte hay crecientes movilizaciones y resistencias encaradas por las comunidades que resisten frente al despojo de los bienes comunes, por mujeres que defienden sus derechos, y que dan cuenta de este extractivismo criminal y patriarcal.
A través de algunas experiencias de Bolivia y del acompañamiento a la Red Nacional de Mujeres en Defensa de la Madre Tierra, queremos destacar los rasgos del extractivismo minero y la militarización de los cuerpos-territorios, y también las acciones de resistencia en defensa de la vida.
Militarización y represión por el Acceso y Control de los Recursos Naturales
En la comunidad de Mallku Khota (traducido del aymara que significa “Lago del Condor”), en donde se encuentran cuatro lagunas en la cúspide de una cadena de cerros y cuyas aguas sirven para producción agropecuaria y para abastecer el consumo de agua de las poblaciones de Norte Potosí, una empresa minera extranjera canadiense (South American Silver) ingreso en el año 2012, sin realizar la consulta previa, libre e informada, con la intención de hacer explotación de indio, galio y plata. En todo este proceso la población vivió diferentes formas de violencia:
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Violencia Sexual: Las mujeres de la comunidad fueron agredidas sexualmente por trabajadores de la empresa minera, foráneos que llegaron de otros lugares a trabajar. Estos casos quedaron en impunidad.
- Violencia Física y psicológica: Los policías que resguardaban la mina ingresaron a las casas de los comunarios en horas de la madrugada, con el objetivo de tomar preso a la autoridad originaria y evitar que haya resistencia al proyecto minero. Utilizaron gases lacrimógenos, pegaron a las mujeres, causaron terror en las familias, los niños asustados tuvieron que escapar a los cerros, hubo muchos niños perdidos y hasta golpeados. En una reunión entre la empresa y la comunidad, la policía irrumpió la vigilia con disparos hasta matar a una persona de la comunidad, este caso sigue impune.
- Criminalización de la protesta social: Tomaron preso a la autoridad originaria, lo acusaron de otros hechos ajenos al conflicto por ser promotor de la defensa de las lagunas de agua y de su no contaminación. Posteriormente se demostró la inocencia de la autoridad, pero las huellas de la detención arbitraria y el sufrimiento de la familia quedaron para siempre.
- Las comunidades presionaron al gobierno con movilizaciones, marchas desde la comunidad hasta la sede de gobierno, con la demanda de que se revierta la concesión minera. Luego de una Acción Directa NoViolenta de centenares de pobladores en resguardo de sus fuentes de agua y contra la inversión privada, el gobierno actuó para recuperar la concesión minera de manos de la empresa transnacional. Actualmente continúan vigentes las intenciones de entregar los recursos naturales a empresas extranjeras.
Así como ocurrió en Mallku Khota, en diferentes regiones y países, las comunidades viven la violencia en sus cuerpos y en sus territorios. Las empresas y los Estados por el acceso a los recursos naturales militarizan y reprimen: “A más Resistencia mayor Militarización”.
Violencia Medioambiental contra las Mujeres
Los impactos ambientales en lugares donde hay minería quedan como huellas: ríos altamente contaminados, cerros de desmontes mineros, comunidades sin agua para beber, sin terrenos para producir y son las mujeres quienes reciben un impacto diferenciado del extractivismo minero en sus cuerpos y en sus territorios. Las mujeres sostienen la vida, son las responsables de las actividades reproductivas y productivas (estas últimas en mayor crecimiento por el incremento de la migración masculina), cotidianamente deben ingeniarse para aprovisionar de agua y alimento a sus hogares, además de todas las cargas agregadas que reciben por problemas en la salud, la afectación en sus fuentes de trabajo como es la tierra, la sobrecarga de trabajo, el estrés, la preocupación, entre otras.
Desde reflexiones colectivas con la Red Nacional de Mujeres en Defensa de la Madre Tierra, acuñamos el término de violencia medio ambiental contra las mujeres, comprendiendo que al dañar a la Madre Tierra se está poniendo en riesgo la vida de las mujeres, afectándose sus derechos al agua, a la salud, a la alimentación, al trabajo, a la economía, a vivir en un ambiente sano y se engloba en el derecho a la vida.
Así como el modelo patriarcal se impone sobre las mujeres, el extractivismo lo hace con la Madre Tierra, pretendiendo someterla, dominarla y subordinarla. La militarización es la forma extrema en que un Estado legitima el ejercicio del poder. Es una forma de control de las personas, del territorio y de los cuerpos. Hace falta comprender que los territorios no solo son lugares físicos, sino son parte de la cultura, de su forma de vida, es donde están sus lugares sagrados, su herencia ancestral, sus medicinas, donde se han construido sus relaciones humanas y de reciprocidad con la Madre Tierra.
Acciones Directas NoViolentas en defensa del Territorio y los Derechos
Las resistencias al extractivismo parten de las luchas de las comunidades y de las mujeres que defienden sus derechos, la articulación en un cuerpo colectivo. Es así que desde el año 2013 nace la Red Nacional de Mujeres en Defensa de la Madre Tierra compuesta por mujeres de comunidades afectadas por la minería y de comunidades que no quieren minería en sus territorios. La articulación permite el fortalecimiento de las resistencias, con intercambios de saberes, campañas de sensibilización, formación a partir de una Escuela Itinerante de Defensoras que recorre las comunidades llegando a las mujeres en sus territorios.
Es muy importante el nombrar a la violencia medioambiental contra las mujeres, que es generada por el extractivismo minero sobre los cuerpos y los territorios. Por ello se ha trabajado en investigaciones comunitarias y colectivas, en la gestión de conflictos socio ambientales y en acciones de denuncia.
Se están promoviendo acciones contra la mercantilización de la vida con campañas, mitines, conferencias de prensa, vigilias y marchas pacíficas, y se pone en el centro la vida por ello se incorporan prácticas de autocuidado y el cuidado colectivo.
Se están impulsando alternativas al extractivismo minero desde las formas de vida armoniosas con la Madre Tierra y desde los saberes ancestrales, rechazando las formas de represión y de violencia.
Ser parte de la Red Antimilitarista de América Latina y El Caribe – RAMALC, permite tejer nuevas miradas sobre la militarización de los cuerpos y los territorios, significa estar coordinados y respaldados para seguir resistiendo.
Referencias
Colectivo CASA. 2013. Mineria con M de Machismo madre Tierra con M de Mujer. Publicación
Gudynas, E. 2013. Extracciones, extractivismos y extrahecciones. Observatorio del Desarrollo
RENAMAT. 2014. Violencia Medio Ambiental contra las Mujeres. Cartilla de información.
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