Informe sobre una noche de memorias, imágenes y cercanias

Muestra fotográfica de Roberta Bacic
Parque por la Paz Villa Grimaldi

El 13 de Diciembre de 1978 es una fecha a conmemorar en Villa Grimaldi, llegaron los tres primeros detenidos por la Dictadura, dos de ellos fueron asesinados y uno sobrevivió y murió de cáncer, después de años de sufrimiento y justo después de hablar con la madre de uno de los desaparecidos, para contarle lo que habían vivido.

Por eso la fecha de conmemoración de los DDHH en La Villa tienen este comienzo.

Este 13 de diciembre se conmemoró con la inauguración de un teatro abierto, financiado por un proyecto del Fondo de Artes del Ministerio de Educación, en la idea de que este Parque por la Paz, primer Museo de la Memoria en América Latina, sea un espacio para la cultura y el arte, donde puedan concurrir gratuitamente todas las personas que sientan que la memoria es fundamental para la construcción del país, y el desarrollo de cada uno de ellos y ellas. Para inaugurarlo hubo música y teatro.

El 14 de diciembre, día lleno de sol, donde los árboles de la Villa habían sido regalados con un poema creado por un poeta mapuche, que cuando niño recogía semillas de ceibos, los que fueron quemados cuando los militares quemaron toda la Villa al cerrar el centro de torturas, se instaló una especial muestra fotográfica, cuyas imágenes no permitían pasarla inadvertida. Qué tenía de especial?

Esta muestra fotográfica tenía de especial la profundidad de los gestos en los rostros de cada persona. Era estar ahí, con ellos, con su dolor, emoción, recuerdos. Era revivir con ellos y ellas las penas e imágenes de los idos que tenían vida en sus pupilas. Eso son las fotografías recopiladas por Roberta Bacic en 12 años de trabajo con los dejados, los abandonados, los miles de veces humillados... ellas y ellos, los familiares de los asesinados y desaparecidos de la dictadura militar de Pinochet. Pero aún más, algo aún más especial había en esos retratos, muchos de los rostros eran de personas mapuches, esos mil veces discriminados, aquellos a los cuales se les despojó de todo, menos de su dignidad.

Tuve el honor de tener que presentar esa muestra fotográfica, cerca de las nueve de la noche, frente a unas 150 personas. Fue después que tres mujeres nos leyeran sus cuentos e historias, que hablaban de esos que no están. Mi corazón de llenó de imágenes de mi juventud, uno de los que se hablaba yo lo conocía, Luis Valenzuela, dirigente del instituto nacional. No podía evitar que mis lágrimas corrieran por mi cara, no podía evitar que mi cabeza reviviera olores, colores, ruidos de hace casi 30 años. Luego vino la música, un par de cantaautores, fascinante, acorde a los ánimos, a los que estábamos, a los vivos y a los muertos que ahí estabamos, pues todos y todas éramos uno.

Ahí venía yo, tenía que presentar a Roberta, nada fácil, ¿cómo describirla? Como aquella figura fina y frágil, que no aparenta su fuerza, entrega y compromiso. Como mi hermanita, con la que compartimos momentos memoriales trabajando con los presos políticos, luchando por los derechos humanos, desafiándonos a dar siempre más. Cómo aquella mujer, que cuando su dignidad no pudo resistir tanta impunidad, prefirió salir del país y seguir su lucha por los derechos de otros, en otros países.

La presenté y quedé contenta, la gente escuchaba con respeto y silencio en la oscuridad; ya había caído la noche, nos envolvía tibiamente. Leí la carta que Roberta mandó, cada palabra con todo su sentido, con toda la emoción que imaginé ella le habría puesto y que yo vivía en ese momento.

Al terminar un silencio y el aplauso, un aplauso que daba cuenta de que ahí estábamos los compañeros y compañeras de siempre. Los que no olvidan.

Mantener la muestra fotográfica será un desafío de la Villa, porque las fotos dan cuenta de las familias de los que ahí estuvieron, esa gran familia de los chilenos que luchan por su dignidad y que consideramos que la memoria, la historia es la base de cualquier futuro, si no éste no existe.

Francis Valverde
17 de diciembre de 2002