Mujeres y Objeción de Conciencia: La historia de Ferda

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En un fragmento extraído de la antología de mujeres objetoras de conciencia de la IRG, publicada en 2010, Ferda Ülker, activista por el feminismo y el antimilitarismo, y una de las primeras mujeres en declararse objetora de conciencia en Turquía, explica cómo llegó a tomar tal decisión en 2005 y las dinámicas de género que se encontró por el camino. Se incluye asimismo su declaración propiamente dicha.

La objeción de conciencia ha sido asociada a hombres que se declaran objetores. Son ellos quienes han moldeado y definido el
tema, en especial a través de su lucha contra el servicio militar obligatorio al que se encuentran sometidos. Las mujeres no nos veíamos como sujetas principales en la lucha, sino más bien como personas que la apoyaban. No obstante, a medida que nos fuimos involucrando comenzamos a comprender la importancia crucial de nuestra inclusión dentro de la lucha del movimiento de objeción de conciencia. Por otra parte, nos tomó bastante tiempo tener el suficiente valor para decir: "sí, aquí estamos". Quizá una de las razones de ello haya sido la cultura militarista y la influencia que esta ha tenido sobre nosotras. A pesar de nuestra participación en movimientos opositores, es posible que no consigamos deshacernos de las huellas que nos ha dejado el ambiente cultural en el que nos criamos. Si bien es cierto que tenemos nuestro lugar en las reuniones del movimiento, nos cohibimos por el simple hecho de ser mujeres. Cuando necesitamos reclamar algo, esperamos hasta poder dejar bien en claro lo que queremos y que nuestras razones sean indiscutibles. Nosotras esperamos, el reloj, no.

No dejamos en claro que, para nosotras, la objeción de conciencia no es un área exclusiva de los hombres, que si se acepta como tal podría conducirnos al sexismo y que, a pesar de apuntar al ejército y al servicio militar, aún requiere de una perspectiva más amplia. Nos ha tomado un largo tiempo reunir el valor y expresar lo que pensamos. El 15 de mayo de 2004, durante el primer encuentro de "Militurismo" en Turquía, cinco amigas declararon su objeción de conciencia. Hubo quienes dijeron: "Bueno, ¿y esto qué tiene que ver con ustedes?" Pues bien, el coraje de estas mujeres logró superar ese tipo de  críticas y sirvió de incentivo para que más de nosotras nos declaráramos objetoras de conciencia. En la actualidad, existen 62 objetores en Turquía y trece de ellos son mujeres. Puede que estas cifras parezcan poco significativas, pero si se toma en consideración cuánto hace que comenzó esta lucha y a eso le sumamos la influencia de la cultura militarista, veremos que no
es así.

¿Qué hizo que las mujeres reunieran el valor para declararse abiertamente objetoras? En mi opinión, la razón principal es que llegamos a un punto en el que debíamos decidir si queríamos hacernos oír o no. Aquello por lo que luchábamos iba más allá de que se nos asociara únicamente con la reivindicación de exenciones al servicio militar para los hombres objetores. La cantidad de temas a ser tratados por la objeción de conciencia podría ampliarse simplemente con la presencia de la mujer en la lucha y en las preguntas que se plantean. Y sin embargo, preveíamos que sería un proceso difícil y esperábamos el momento indicado. Para mí, el momento indicado llegó cuando algunas "pioneras" aparecieron y se declararon objetoras ante mí. Por otra parte, para esas cinco mujeres, el tiempo indicado vino de la mano de los preparativos para el Festival Nacional de Turismo, que habían insumido una gran cantidad de tiempo y nos tenían a todos muy entusiasmados. El que cada una de esas cinco mujeres hayan decidido declarar juntas su objeción se debe a que su unión fue lo que les dio el valor que les faltaba. Sabíamos que nos enfrentaríamos a muchos cuestionamientos, pero desde hacía tiempo veníamos pensando y madurando nuestras respuestas. Había llegado la hora.

Los hombres todavía intentan explicar el rol de la mujer dentro del movimiento de objeción refiriéndose a nosotras como la esposa, hermana o madre de un objetor. Este punto de vista ha sido aceptado en general. Aunque no exista tal conexión, los hombres dicen: "esta mujer debe de tener un amigo dentro del grupo de objetores”. Por supuesto, todas estas razones de por qué las mujeres se involucran en el movimiento de objeción de conciencia definen su existencia únicamente en función de los hombres. Nuestras declaraciones profundizan en el porqué de nuestra presencia en la lucha, bajo nuestras propias ondiciones. Desde luego apoyamos la postura de los hombres objetores que se niegan a cumplir el servicio militar obligatorio; lo hacemos tanto como cualquier otro individuo sensible al tema. Sin embargo, nuestra prioridad es hacer visible el militarismo que penetra en todos los sectores de la vida y las relaciones sociales de una persona. Queremos que sea lo suficientemente visible como para poder luchar contra él.

La declaración de Ferda

Como es lógico, desde que me definí como antimilitarista y feminista, me considero objetora de conciencia. Con la presente declaración, pretendo formalizar esta situación.

La lucha del movimiento de objeción de conciencia no es únicamente contra el servicio militar obligatorio. Su propio nombre alude a un enfoque mucho más amplio. Y nosotras, las mujeres, tenemos una voz y ocupamos un lugar que es mayor que el de un simple apoyo solidario al movimiento. La objeción de conciencia implica oponerse abiertamente al militarismo y a todo lo que este conlleva. El militarismo no se limita solo al ejército: la vida cotidiana de la población está influida por una concepción militar del mundo, una concepción donde las mujeres ocupan una posición inferior e invisible, pues son consideradas personas de segunda clase (aun cuando en ocasiones asciendan de posición a alguna mujer). Los conceptos que rigen este mundo son el autoritarismo, la jerarquía y la obediencia.

Nosotras las mujeres conocemos bien el significado y el impacto de estas palabras: aluden a las fronteras de un mundo que siempre nos obliga a ocupar el segundo plano. Para las mujeres de esta región, el militarismo es siempre un invitado no anunciado que impone su presencia sin ningún pudor en todos los aspectos de la vida: lo encontramos en las calles, en casa, en el trabajo, en nuestras relaciones, en nuestros campos de lucha, en todos lados.

Así pues, declaro que hoy, igual que ayer, desafiaré toda forma secreta o evidente de militarismo y que me solidarizaré con toda persona que le haga frente al militarismo.

Mientras el militarismo siga resuelto a influir en mi vida, yo seguiré resuelta a continuar con mi lucha.

¡YO OBJETO!

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