Editorial

Octubre no fue un buen mes para activistas de derechos humanos en Rusia. El 7 de octubre, Anna Politkovskaya, conocida periodista que regularmente denunciaba las violaciones a los derechos humanos en Chechenia, fue asesinada en su departamento en Moscú. Seis días después, el 13 de octubre fue ordenado por una corte local el cierre de la Sociedad de Amigos Rusa Chechenia (RCFS) de Nizhnii Novgorod, ya que la reciente ley de ONG declara ilegal que una organización sea dirigida por una persona condenada por "actividades extremistas". Amnistía Internacional comentó que Stansilav Dmitrievskii, Director Ejecutivo de RCFS, fue condenado por "odio racista" el 3 de febrero del 2006 por haber publicado artículos no-violentos por el líder separatista checheno, y fue - según AI- condenado por el ejercicio pacífico de su derecho a libertad de expresión motivo por el cual nunca debería de haber enfrentado un juicio. Solo unos días después el fiscal militar en Chelyabinsk cerro la investigación de cuatro oficiales militares acusados de no poder detener el hostigamiento de iniciación al conscripto Andrei Sychyov, un caso que recibió mucha atención del público a comienzos de este año, debido a la violencia y a la crueldad sufrida. Mientras la persona que cometió los abusos fue sentenciada el 26 de septiembre a cuatro años de prisión, no se tomaron más medidas contra quienes estaban a cargo de proteger a los conscriptos. Estos tres casos no relacionados entre sí, nos dan una imagen de la situación en Rusia - situación que empeora, mientras los lideres y las empresas de occidente aumentan sus acuerdos con Rusia. Para el movimiento de paz, es importante no guardar silencio frente a Chechenia y las violaciones a derechos humanos rusas, y apoyar a los activistas de paz y derechos humanos tanto en Rusia como Chechenia.

Andreas Speck

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