“El movimiento de OC me ha cambiado”

Discurso de Jungmin Choi en Donostia, 1 de noviembre de 2008

Tengo un amigo Norteamericano que vivió en Corea hace unos años. Recuerdo que una vez me dijo que su familia en EE.UU. le decía a menudo que volviera antes de que hubiera una guerra entre Corea del Norte y del Sur. Después de oír lo que su familia le dijo, me di cuenta de que la gente de fuera de Corea piensa en una guerra o en la tensión militar incluso más que la gente que vive en Corea. (...)

La guerra de Corea fue en la década de 1950, hace 58 años. No explicaré lo catastrófica que fue – un desastre total como pueden imaginar acerca de cualquier guerra. Dividió la península de Corea en Norte y Sur y desde entonces no ha habido muchos intentos significativos para comunicarse y entender al otro. En cambio ha habido varios conflictos y sentimientos de odio entre las dos Coreas, con mucha propaganda de los políticos conservadores. A las autoridades conservadoras en Corea todavía les funciona meter el miedo a la guerra en la mente de la gente, especialmente cuando quieren evitar o esconder sus propios problemas políticos. Una ideología que llamamos “complejo rojo” ha servido en Corea para impedir cualquier movimiento de protesta contra el gobierno.

Cuando iba a la escuela primaria escribía cartas a los soldados, ya que escribir una carta era parte del currículo oficial. ¿Se imaginan a un niño al que le hacen escribir cartas para mostrar su hospitalidad a alguien a quien no conoce? Este es simplemente un episodio de lo que sucedía en Corea. En el mismo sentido, muchos coreanos se han hecho una imagen tendenciosa sobre Corea del Norte. Hay otra historia divertida. En los cómics que se me obligaba a leer de niña, los norcoreanos eran descritos como cerdos, no con apariencia humana. Recuerdo que la primera vez que concocí personas de Corea del Norte, me sentí muy incómoda ya que tenían mi aspecto y no el de los cerdos. (...)

El movimiento de OC tiene un significado especial para mí, porque ha tratado no sólo de hacer pensar a la gente sobre lo que es la paz sino también recordarles su pérdida de compasión humana. El movimiento de OC ha removido los recuerdos de las personas que disparaban a figuras humanas en el ejército y eso cuestiona un ambiente en el que prestar el servicio militar se considera natural. En este sentido, el movimiento por los derechos de los objetores de conciencia cuestiona lo que es el militarismo y como nosotros mismos hemos ayudado tácitamente a que el militarismo continúe. Cuestionar al ejército y el militarismo fue realmente sensacional para la sociedad coreana, porque se había hecho muy normal para los hombres hacer el servicio militar obligatorio. (...)

El movimiento por el reconocimiento de los derechos humanos de los objetores de conciencia comenzó en Corea a finales de 2000. Fue extraño darse cuenta de que no había habido ningún debate sobre la objeción de conciencia, teniendo en cuenta que la mayor parte de los que iban al ejército había visto cómo los Testigos de Jehová rechazaban coger las armas. En aquel tiempo, pregunté a algunos de mis amigos progresistas si sabían de alguien que hubiera rechazado coger las armas mientras prestaba el servicio militar. La respuesta fue que vieron gente así en el ejército, pero que pensaban que eran gente muy rara. Después pensé que eso se debía en parte a su predisposición hacia esta religión.

Cuando yo era estudiante universitaria había un gran movimiento estudiantil. Unos pocos estudiantes se quemaron hasta morir como protesta y muchos otros salieron a la calle con bombas de gasolina, gritando consignas por el derrocamiento del gobierno dictatorial. En aquellos días, la mayoría de los estudiantes activistas consideraban al ejército como una de las organizaciones más importantes durante el período revolucionario y también trataron de concienciar a los soldados de los problemas sociales mientras realizaban el servicio militar. Este tipo de movimiento estudiantil tan militarizado ha ido desapareciendo, pero todavía existe de alguna manera. Te das cuenta de la existencia del militarismo a través de las opiniones de algunas personas que consideran la objeción de conciencia como una forma de resistencia débil o cobarde, o la opinión de que necesitaremos un ejército fuerte en el país después de la reunificación de las dos Coreas.

Con el incremento de la conciencia social sobre la objeción de conciencia, algunos han empezado a pensar en objetar al servicio militar. La mayoría pertenecen a grupos estudiantiles. En diciembre de 2001 Taeyang Oh, pacifista y budista, declaró su objeción al servicio militar y esto inspiró a otros jóvenes que también pensaban en la paz y la objeción de conciencia.

Con más gente decidiéndose a ser objetores de conciencia, creemos que necesitamos ser más sistemáticos para dar abasto con la gente que tiene problemas cuando deciden si objetar al servicio militar. Por eso decidimos editar una guía para ayudar y aconsejarles de forma más eficaz, distribuímos el libro y lo subimos a internet para que la gente pudiera acceder a la información más facilmente. (...) Después de ver la guía, muchos se pusieron en contacto con nosotros para recibir más asesoramiento. Les pedimos que se piensen bien su decisión. Normalmente, es de esperar que haya serios problemas entre ellos y sus padres, que pensarán que es vergonzoso objetar al servicio militar. Los padres también se preocupan por la dificultad de sus hijos para encontrar trabajo después de su liberación. Además, ir a la cárcel durante 18 meses nunca es fácil, especialmente en las malas condiciones de las prisiones coreanas. A pesar de que nos acercamos a ellos con mucho cuidado, algunos abandonan y cambian su decisión para hacer el servicio militar durante su detención y juicio. Estos casos les dejan un sabor amargo a ellos y a nosotros.

En el verano de 2004, justo después de que el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional anunciaran que la vigente ley del servicio militar no es inconstitucional, se reanudaron muchos juicios aplazados y muchos objetores de conciencia fueron enviados a prisión. Recuerdo el otoño de 2004 como una época muy deprimente cuando todos mis amigos cercanos fueron enviados a prisión. Desde el invierno de 2004 el apoyo a los objetores de conciencia ha sido una parte muy importante de nuestras actividades. Intentábamos tener una relación cercana para ayudar a cada grupo de apoyo a un objetor de conciencia y realizábamos y enviábamos publicaciones para aquellos que estaban en prisión para mantenerlos informados sobre otros objetores de conciencia o sobre nuestro movimiento.

Surgieron algunos problemas mientras el apoyo a los objetores de conciencia se fue haciendo más importante en nuestro movimiento. Se trataba de la forma en que compartíamos el trabajo según géneros. Normalmente eran las mujeres las que cargaban con la mayor responsabilidad en el cuidado de los objetores. De algún modo era cierto que quedaban más mujeres que hombres tras las detenciones, pero también es cierto que se tomaba como normal que las mujeres cuidaran de los hombres objetores. Este problema todavía continúa y no hemos encontrado una solución satisfactoria. Por el momento, el problema parece no ser tan importante como entonces, ya que hay menos objetores en prisión que antes.

Antes de la invasión de Iraq por los EEUU en 2003, nuestro movimiento se centró en la creación de un servicio sustitutorio. Pero a veces esta propuesta limitó nuestros movimientos. Por un lado, los objetores de conciencia eran considerados unas pobres víctimas de la autoridad estatal a pesar de que no se les obligaba a objetar al servicio militar sino que elegían ser una minoría por su voluntad. Por otro lado, los objetores eran considerados unos héroes que se enfrentaban directamente a un poder del Estado. El caso es que ambas maneras de pensar estaban relacionadas con el militarismo contra el que habíamos empezado a luchar. En este sentido, a las mujeres se les colocaba en una posición trivial y marginal. Recuerdo aquellos días en que nuestro movimiento empezaba a recibir atención pública y y a mí no se me daban muchas oportunidades para exponer mis opiniones, por ejemplo en períodicos o debates públicos, sólo porque era una mujer. No era bienvenida ya que no les gustaba que una mujer hablara del ejército aunque mis opiniones fueran razonables. Eso demuestra exactamente cómo era el militarismo en Corea.
En las últimas elecciones presidenciales, celebradas el invierno pasado (2007), un conservador que promulgaba el neoliberalismo se convirtió en presidente de Corea. Este nuevo gobierno ha abandonado la creación de un servicio sustitutorio, que había sido propuesto por el anterior. Ahora muchas de las medidas propuestas por el gobierno recuerdan a los coreanos a una dictadura militar. Las personas que le votaron el año pasado, obsesionadas por el dinero y la desconfianza política, se han dado cuenta de que las promesas del presidente no eran para el pueblo y salieron a las calles a protestar.

Nunca había visto una multitud tan grande en las calles. No sé cuanta gente en el extranjero sabe de las concentraciones con velas que tuvieron lugar en Corea. Pero estoy segura de que en muchos casos éstas han servido como escuelas para experimentar la democracia. Allí coexistían diferentes grupos y opiniones. Tratábamos de extender la idea de la acción directa noviolenta y de apoyar a los policías antidisturbiios si se declaraban objetores de conciencia.

La existencia de policías reclutados por obligación demuestra el sinsentido del sistema militar coreano (...) En las concentraciones, tratábamos de pedir a la gente que pensara en protegerse y comunicarse con los policías en lugar de reaccionar de forma violenta contra la violencia de la policía. Distribuímos nuestros panfletos en las concentraciones tanto a los antidisturbiios como a la gente, en los que se decía que los policías tenían el derecho a rechazar órdenes injustificables. A finales de julio de 2008, Lee Gil-jun, un policía reclutado, se puso en contacto con nosotros y nos dijo que no quería volver a su puesto. Su objeción ha hecho crecer encendidos debates en la sociedad coreana, porque el afirmó que se sentía culpable cuando se le ordenaba disolver una manifestación. Y estas declaraciones han cambiado también la actitud de mucha gente que se oponía al derecho de objeción de conciencia y ahora está a favor.

Creo que he cambiado mucho desde que me uní a este movimiento hace ocho años. Recuerdo cuando me parecía extraño escuchar la palabra “noviolencia” saliendo de mi boca, porque había participado en el anterior movimiento estudiantil donde el enfrentamiento violento con el Estado se tenía por inevitable. Después de ocho años de trabajo, creo firmemente en el poder de la noviolencia, que nó solo es capaz de cambiar ciertos sistemas sociales sino que también puede hacerme más pacífica. Ahora creo que cualquiera puede cambiar o hacerse más pacífico, exactamente como yo lo he hecho. Me gustaría decir que este cambio me ha inspirado mucho y me hace reflexionar sobre mí y nuestro movimiento. Espero que puedas encontrar inspiración en mi experiencia.

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