Chiapas y la Escuela de Las Américas

Anne Herman

El pasado mes de noviembre, tras apuntarme al entrenamiento del Christian Peacemakers Team (CPT), me uní a School of the Americas Watch en una procesión funeraria que conmemoraba el asesinato de siete Jesuitas en El Salvador. Fue la segunda vez que "cruzaba la línea" entrando en la base militar de Ft. Benning en Georgia (Estados Unidos). Eramos 601, 32 de los cuales "reincidentes". Pensaba que mis planes para convertirme en miembro del CPT a tiempo completo se demorarían un par de meses como máximo. Sin embargo, fui sentenciada a seis meses de prisión y una multa de 3.010 dólares.

Así, el 30 de enero, acepté mi primera misión con CPT, desde la Prisión Federal de Danbury. Parecía lógico venir a Chiapas a continuación, dado que muchos líderes militares de México han recibido entrenamiento en la Escuela de Las Américas.

Aquí en Chiapas, hemos viajado recientemente a la comunidad de Polho. Esta es una comunidad de unas 9.000 personas, de las cuales unas 8.000 son refugiadas de la violencia militar y paramilitar en el área. Está a diez minutos en coche desde Acteal, el lugar de la masacre de diciembre. La comunidad vive en un semi-estado de sitio por parte de los campamentos militares que la rodean, y existe una amenaza muy real de que el ejército intente entrar para arrestar a los líderes (y a otros), con acusaciones inventadas.

Al poco de llegar a Polho, empecé a sentir emociones que me eran levemente familiares. Pronto me di cuenta que algunas eran las mismas que había experimentado en prisión. Poco me pude haber imaginado que el tiempo que pasé "dentro" me prepararía para vivir en una comunidad indígena.

La gente se sienta en las entradas de la comunidad en un "cinturón de paz", para evitar que los militares entren. En lugar de las camionetas de seguridad que rodeaban el perímetro de la prisión, aquí había vehículos militares por la carretera. Estos vehículos transportaban más personal militar con grandes armas, pero el sentimiento de ser observada y amenazada era el mismo.

Había un ruido constante, aproximadamente al mismo nivel que en Danbury, y sospecho que en ambos casos la superpoblación contribuyó a esto. También había una repetición constante de música. En Danbury provenía de las radios personales; en Polho de un sistema público. Afortunadamente, aprendí a ignorarlo.

No había ningún sentido de la privacidad o espacios personales. En Danbury compartía un espacio de 2x 2'8 metros con otra persona en literas. Aquí en la habitación que compartimos con otra gente de la comunidad que ha venido para ayudar y apoyar, el espacio era incluso inferior. Nunca sabía cuándo alguien iba a dirigir el foco de una luz a mi cara en mitad de la noche o cuándo iba a tener una conversación en la cama de al lado a altas horas de la noche.

Los baños en Polho olían mal, pero no tan mal como en Danbury. Había el mismo nivel de privacidad, pero al menos la puerta se podía cerrar bien en Polho. La proporción de duchas y baños por persona era la misma. Sin embargo, en Polho siempre había un suministro adecuado de agua.

En el lado positivo, existe el mismo sentido del humor y capacidad de reir de cara a la opresión. En ambos lugares es sorprendente la capacidad de buscar recursos para vencer a la escasez. Admiro el espíritu y la cooperación de las mujeres en Polho, es un ejemplo que llevo tiempo deseando que las mujeres oprimidas de nuestro país sigan.

Christian Peacemaker Teams es una iniciativa que apoya los esfuerzos por la reducción de la violencia en todo el mundo. CPT, PO Box 6508 Chicago, IL 60680, USA (+1 312 455 1199; fax 666-2677; http://www.prairienet.org/cpt/).
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