Indonesia / Papúa Occidental

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Papúa Occidental es una colonia de Indonesia donde existe un movimiento independentista en activo. Antes de la caída del dictador indonesio Suharto en 1998, el ejército y la policía formaban una única unidad bajo un único mando. Se separaron dentro de un marco de reformas para desmilitarizar la policía, un proceso que no llegó a culminar debido a la «guerra contra el terrorismo».

La brutalidad policial es habitual y un problema creciente con unidades como los Cuerpos de las Brigadas Móviles (Korps Brigade Mobil o BRIMOB, la policía armada paramilitar) y el Destacamento Especial 88 (Detasemen Khusus, Delta o Densus 88, las fuerzas antinsurgentes especiales armadas por EE. UU.) que realizan un uso constante de la violencia. En los primeros seis meses de 2016, la policía detuvo, agredió y torturó a más de 4 000 activistas que se manifestaban pacíficamente por la autodeterminación de Papúa Occidental. La policía mata y puede actuar con impunidad.

Los grupos paramilitares entrenan sin esconderse y reciben el apoyo de la policía. En julio de 2016, en Yogyakarta (Java), la policía golpeó y humilló a un grupo de estudiantes papúes, mientras que una milicia amenazó a otras personas por cantar canciones por la libertad en residencias de estudiantes. Estas milicias están constituidas por el Lembaga Missi Reclassering Republik Indonesia (el Instituto para la Reeducación de la República de Indonesia) y el Barisan Rakyat Pembela NKRI (BARA NKRI, el Frente Popular para la Defensa de la República Unitaria de Indonesia). De una manera que recuerda a lo que pasó en Timor Oriental, el Estado intenta crear un conflicto en el país prestando apoyo a las milicias con el objetivo de maquillar de conflicto interno esta persecución militar de personas en pos de la autodeterminación. Este es un claro indicador de la progresión hacia la militarización y la normalización de la violencia.

El papel que desempeña la policía indonesia en el «frente» de la «guerra contra el terrorismo» le ha hecho ganarse el apoyo internacional y conlleva que el resto del mundo se conforme con mirar hacia otro lado ante la represión política que sufren los papúes occidentales.

El contexto de operaciones policiales en Papúa Occidental es el de una ocupación militar. Se utiliza la militarización policial para mantener la ocupación y la exploración colonial de la tierra y los recursos naturales de los papúes occidentales. Se ha militarizado la vigilancia policial que es más que meramente violenta o cruel porque proviene de la lógica militar de la conquista y subyugación bélica, pero esta vez la policía se posiciona al lado de los grupos paramilitares que juntos conforman las fuerzas de ocupación.

La militarización policial no solo se concentra en acallar los gritos de independencia, sino que constituye una respuesta directa. La lógica racista del colonialismo forma parte de su modus operandi. Su función es mantener una ocupación que permite explotar los recursos naturales de Papúa Occidental mediante la minería, proyectos petrolíferos y gasíferos, la explotación forestal y plantaciones productoras de aceite de palma. De este modo, se asegura la eliminación de las poblaciones indígenas de su tierra para favorecer la explotación de la madera, los intereses de la minería y el gas natural. Para ello, el marco en el que operan es aquel en el cual la población indígena de Papúa Occidental es víctima del miedo y objeto de odio y, por este motivo, se la trata con desprecio racista y sufre las consecuencias del abuso.

En este momento, se está organizando una campaña internacional para condenar el apoyo exterior a la policía indonesia que recibe formación y suministro de armas de EE. UU., Reino Unido, Australia, Japón, Alemania, Dinamarca y Países Bajos. Los papúes occidentales también piden a la gente de Indonesia que levante la voz porque esto último supone también un peligro.