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Milan

La Marcha Internacional Noviolenta por la Desmilitarización (IMD) fue un evento anual en Europa desde 1976 hasta 1989 que ayudó a difundir la idea de organizarse a través de grupos de afinidad usando entrenamientos noviolentos y el proceso de toma de decisiones por consenso.

Yo participé en cuatro de las marchas y estuve implicado en la organización de tres: en 1983, en Bruselas contra la IDEE (la exhibición de sistemas de defensa electrónica), en 1984, Grebenhain (Fulda-Gap, bloqueando maniobras militares), y en 1985, en Dinamarca (contra el armamento nuclear)

Mi primer bloqueo fue en 1979 en Ramstein. Estábamos organizados en grupos de afinidad, tomando decisiones por consenso y con asamblea de portavoces (un representante por cada grupo de afinidad). Casi todos los campamentos, marchas y acciones más grandes después de ésta se organizaron así. Parecía que esta manera no jerárquica de organizar acciones directas noviolentas se estuviera expandiendo, pero podía ser simplemente que esa era la clase de eventos en la que yo elegía participar.

En 1982 participé en mi primer “Entrenamiento para formadores” donde aprendimos más sobre el sistema del grupo de afinidad y la toma de decisiones por consenso. Durante los 80 había una gran demanda de entrenamientos noviolentos y uno de los temas recurrentes era “formas de organización no jerárquica para acción directa noviolenta”.

Me pareció que el perfil intercultural del IMD era muy empoderador y pienso que muchos participantes estaban entusiasmados por volver a casa y difundir estas ideas y formas de organizarse. También podríamos usar el atractivo de un evento internacional para atraer a más gente y gente diferente, que lo que ocurriría con un evento organizado sélo, localmente.

En estas marchas también conectamos con temas relacionados. Por ejemplo, conocí la terapia Gestalt como una manera de enfretarse a patrones personales que bloquean nuestra creatividad. Es lo que está ocurriendo con las acciones del G8 hoy. Un periodista comentó que quizá el mayor impacto político de estos días ocurrirá cuando estos jóvenes, hombres y mujeres vuelvan a casa, a su vida “normal”, transformada por esta experiencia, empoderados y nutridos por lo que hicieron y por el apoyo que dieron y que recibieron”.

Una buena experiencia es como una semilla que descansa en una tierra fértil y luego crece, convirtiéndose quizá en una bonita mosca o en un vegetal nutritivo. Para mí – y creo que para muchos otros– el IMD plantó muchas semillas.

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